Llamada a las urnas
Acudir hoy a votar no solo es un derecho, sino la expresi¨®n del sentido de responsabilidad ciudadana
Las elecciones generales que se celebran este domingo pondr¨¢n fin a una legislatura breve y convulsa, consecuencia de una repetici¨®n de la convocatoria de 2015 tras la imposibilidad de alcanzar el respaldo del Parlamento para un candidato a la presidencia del Ejecutivo. En estas circunstancias, acudir hoy a votar no constituye solo el ejercicio del principal derecho de los ciudadanos, sino tambi¨¦n la manifestaci¨®n de una responsabilidad a la que ni electores ni electos deber¨ªan sustraerse.
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Europa, raptada a los votantes
El Parlamento que salga de esta jornada, no importa lo diverso y fragmentado que pueda resultar, ser¨¢ la expresi¨®n de una concreta voluntad ciudadana a partir de la cual los grupos est¨¢n inexcusablemente obligados a conformar una mayor¨ªa de Gobierno para la legislatura y no solo para la investidura, prolongando la inestabilidad.
Desde el punto de vista constitucional, nada impide la maniobra de convertir la confianza que las C¨¢maras deben conceder a un candidato en un mero tr¨¢mite. Es posible privarlo de su sentido institucional m¨¢s profundo, es decir, obtener el respaldo mayoritario de los representantes de la soberan¨ªa popular a un programa de acci¨®n para cuatro a?os, y convertirlo en una mera investidura. Pero desde el punto de vista pol¨ªtico, separar investidura y pacto de legislatura desencadena un g¨¦nero de dificultades que, como se ha podido constatar durante la legislatura que concluye, aboca a utilizar procedimientos extraordinarios para la gobernaci¨®n ordinaria, genera crispaci¨®n entre los partidos, frustraci¨®n e incertidumbre entre los ciudadanos y, en definitiva, una sensaci¨®n de fracaso que se imputa al sistema de convivencia y no a las acciones pol¨ªticas desarrolladas a su amparo.
La virulencia del discurso p¨²blico durante la campa?a y la larga precampa?a que ahora concluyen no deber¨ªa ocultar que la realidad es exactamente la contraria. El sistema establecido por la Constituci¨®n est¨¢ intacto y plenamente operativo para seguir cumpliendo con su funci¨®n, como tambi¨¦n lo est¨¢n los instrumentos de los que dispone para hacer frente a la superposici¨®n de m¨²ltiples crisis que padece el pa¨ªs. Para empezar, el instrumento de relegitimarse mediante el voto al que todos los ciudadanos est¨¢n convocados en esta jornada. Pero adem¨¢s, el instrumento del pacto pol¨ªtico entre representantes electos, que en un Parlamento surgido de la voluntad democr¨¢tica no puede ser cuestionado ni acotado por l¨ªneas de ning¨²n color, salvo las establecidas en raz¨®n del programa sobre el que se articule ese acuerdo.
El nuevo Parlamento tendr¨¢ que conformar una mayor¨ªa para la legislatura y no solo para la investidura
La crisis territorial provocada por el secesionismo ha ocupado un espacio central durante la campa?a, con unos acentos ag¨®nicos que han impedido abordar la soluci¨®n desde el consenso y no desde una est¨¦ril competencia por demostrar m¨¢s indignaci¨®n. Seguir enfrent¨¢ndose a voz en grito por lo que no puede ser deber¨ªa dejar paso a un compromiso pol¨ªtico en torno a lo que debe hacerse. Las instituciones establecidas por la Constituci¨®n de 1978 han demostrado sobrada capacidad para hacer frente a cualquier amenaza pol¨ªtica perpetrada por quienes se sit¨²an deliberadamente fuera de ellas, y de ah¨ª que resulte un contrasentido poner entre par¨¦ntesis los principios en los que se fundamentan. No es el sistema pol¨ªtico el que requiere en primera instancia rectificaci¨®n, sino la pol¨ªtica seguida hasta ahora en el interior del sistema.
Una pol¨ªtica que, por lo dem¨¢s, va m¨¢s all¨¢ de la crisis territorial, y que, secuestrada por la crispaci¨®n, ha faltado al deber de acordar y adoptar iniciativas en ¨¢mbitos que afectan directamente al bienestar de los ciudadanos. El desempleo entre los j¨®venes es una realidad cruel, solo comparable a la que, de seguir instalados en la inacci¨®n y la demagogia, afectar¨¢ a quienes han llegado al final de una vida de trabajo y conf¨ªan en que el sistema p¨²blico de pensiones garantice el derecho que se han ganado. Tampoco los ciudadanos que se encuentran entre ambas situaciones afrontan una realidad libre de dificultades. La precariedad laboral ahonda la desigualdad aproxim¨¢ndola hasta los l¨ªmites de la pobreza y hace que el crecimiento se convierta en objetivo, no en la condici¨®n para avanzar en la cohesi¨®n social y la mejora de los servicios p¨²blicos, como deber¨ªa implicar un crecimiento inclusivo.
Esa pol¨ªtica pendiente de rectificaci¨®n no puede seguir ajena, por ¨²ltimo, a cuanto sucede m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. No en relaci¨®n a un proyecto que, como el de la Europa unida, es un motivo de orgullo por la solidez del camino recorrido en m¨¢s de medio siglo de integraci¨®n, como demuestran las dificultades que est¨¢n encontrando los partidarios del Brexit. Tampoco en lo que se refiere a un fen¨®meno como el cambio clim¨¢tico, que se cierne sobre las condiciones b¨¢sicas requeridas por una existencia humana digna de ese nombre. La soluci¨®n a estos problemas que pueden parecer lejanos exige, sin embargo, id¨¦ntico compromiso que la que requieren los m¨¢s pr¨®ximos: reconocerse due?o y a la vez responsable del propio futuro, respondiendo masivamente como ciudadanos a esta decisiva llamada a las urnas.
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