El pat¨ªn de Julian Assange
?Qu¨¦ hizo Assange para despertar la ira del Gran Psicopoder Mundial? Seg¨²n el fil¨®sofo ?i?ek, ¡°es uno de los pocos, aut¨¦nticos, h¨¦roes de nuestro tiempo¡±
QU? HIZO ASSANGE que tanta ira caus¨® en las altas esferas del gran psicopoder pol¨ªtico mundial?¡±. Quien se hace esa pregunta es nada m¨¢s y nada menos que el fil¨®sofo S¨®crates y en las p¨¢ginas de uno de los medios que mantienen la honra del periodismo contempor¨¢neo, el semanario mexicano Proceso (19 de abril de 2019). ?S¨®crates hablando de Julian Assange? Bueno, hay tanto silencio, tanto mirar hacia otro lado, en esta persecuci¨®n a modo de ¡°auto de fe¡± contra el brujo de Wikileaks y por parte de ese Gran Psicopoder Mundial que no me extra?a el viaje virtual aclaratorio de S¨®crates, de la mano del periodista Mauro Gonz¨¢lez Luna.
Al fin y al cabo, S¨®crates y Assange son de la estirpe hist¨®rica: la de quienes se juegan el pellejo por la libertad. La libertad real, y no lo que dura la prosa perfumada de un discurso de pega. H¨¦roes que pasan a ser inc¨®modos bultos de los que deshacerse. Y a la vista de tanta deserci¨®n e indiferencia, bien podr¨ªan proclamar a la manera shakespeariana ante desigual batalla: ¡°Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos, nosotros, una banda de hermanos¡±. La iron¨ªa del ¡°felizmente pocos¡± cambia el discurso. Es la disidencia, pocos o muchos, feliz por necesaria, frente al Gran Psicopoder Mundial, al obeso dominio de lo ¡°infelizmente un¨¢nime¡±.
¡°?Qu¨¦ hizo Assange que tanta ira caus¨® a ese Gran Psicopoder Mundial?¡±. Y S¨®crates responde: ¡°Desnud¨® period¨ªsticamente lo ocultado por dicho poder infernal: espionaje masivo de personas y pa¨ªses, venta ilegal de armas, manipulaci¨®n de las redes y de los medios, acuerdos oscuros en materia econ¨®mica, mentiras clintonianas y trampas para sacar de la pasada contienda al dem¨®crata Bernie Sanders, asesinatos y cr¨ªmenes de guerra¡¡±. A nuestro S¨®crates virtual le parece indecente la pregunta de si estamos ante un villano o un h¨¦roe. Es, dice, una pregunta necia, propia de hip¨®critas o desmemoriados. ¡°La pregunta es: ?por qu¨¦ permanecen impunes esos cr¨ªmenes de guerra?¡±. El del espa?ol Jos¨¦ Couso, entre ellos.
El poder se mueve siempre mejor en el secretismo. Y a mayor secretismo, mayor autoritarismo. Las revelaciones de Wikileaks, en especial las del a?o 2010, fueron saludadas como una revoluci¨®n de la verdad. Fue una limpieza del miedo, un trabajo colaborativo con el periodismo m¨¢s independiente, el que no se queda petrificado cuando siente en la nuca el aliento de un poder enfurecido. Toneladas de documentos con su env¨¦s de barbarie vieron la luz. Fue un gran susto para el Gran Psicopoder Mundial.
La conjura para detener, hibernar y extraditar a Julian Assange hace m¨¢s inseguro al mundo. Quienes trabajan por la transparencia van a sentirse m¨¢s intimidados. La forma en que se le expuls¨® de la Embajada ecuatoriana, teniendo pasaporte de esa nacionalidad, recuerda operaciones de la Guerra Fr¨ªa. Claro que sin el estilo de John Le Carr¨¦ y su agente Smiley. Lo que vimos fue una escena de caza humana, la captura de un ser de software libre e ind¨®mito, para ser enjaulado en una mazmorra nada virtual. Como en un vodevil grosero, se trata de despojar de todo brillo, belleza y dignidad a quien se presenta como salvaje cibern¨¦tico y ¡°enemigo p¨²blico¡±.
La condena comienza con la difamaci¨®n. Hace tiempo que se presenta a Assange como un eg¨®latra y un tipo estrafalario. Es la primera directriz del manual del desprestigio del disidente. Presentarlo como un chiflado, un paranoico. Y que, por supuesto, se cree Napole¨®n. Eso tambi¨¦n es parte del manual. Pero como estamos en tiempos de populismo rastrero, hay que llevar la bajeza a detalles pueriles. Vi un reportaje en televisi¨®n en el que se repet¨ªa la imagen de Assange con un pat¨ªn en la Embajada. Se repet¨ªa la imagen y tambi¨¦n la ¡°informaci¨®n¡± de que no tiraba bien de la cadena del inodoro, o algo as¨ª. Fue lo que qued¨® en el ambiente. Dos personas en la barra discutiendo sobre el pat¨ªn de Assange. Me entraron ganas de contar la historia del embajador espa?ol en el Vaticano, que se divert¨ªa teledirigiendo coches el¨¦ctricos en las nobles estancias.
Muy poca gente, algunos colectivos de periodistas y universitarios, se han solidarizado con Assange. La difamaci¨®n estupefaciente ha funcionado. Pero tambi¨¦n hay voces que valen m¨¢s que todo el silencio. Como la del pensador Slajov ?i?ek: ¡°Est¨¢ peleando por nosotros. ?l no es solo uno de los pocos, aut¨¦nticos, h¨¦roes de nuestro tiempo. ?l tambi¨¦n nos ha ense?ado a todos nosotros c¨®mo es posible ser un h¨¦roe hoy¡±.
Los tontos seguir¨¢n hablando del pat¨ªn.
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