Axel Vervoordt: de organizar meriendas para las amigas de su madre a decorar la casa de Bill Gates
Ha decorado casas de figuras tan dispares como Bill Gates o Kanye West. Su reto es ¡°captar el alma de cada cliente¡±. Empez¨® organizando meriendas para las amigas de su madre y hoy encabeza un negocio internacional basado en el amor al estilo.
AUNQUE EL BELGA Axel Ver?voordt (1947) es uno de los interioristas m¨¢s influyentes de la actualidad, resulta poco preciso unir su apellido a un momento: ¨¦l dise?a para quedar fuera del tiempo. Precursor de una idea de negocio basada en la confianza en el gusto propio, el decorador de las viviendas de Bill Gates, Robert de Niro o Kanye West y Kim Kardashian vive en un castillo a las afueras de Amberes. Pero es un profesional hecho a s¨ª mismo a partir de las intuiciones acumuladas a lo largo de una infancia amable. De talante cercano y natural, ha venido a Madrid a recoger el Premio AD al mejor dise?ador, que concede la redacci¨®n de la revista. La noche de la celebraci¨®n, aparece para retratarse con siete puntos de sutura junto a una ceja. Le resta importancia: no ha sido el dise?o del hotel ni la ubicaci¨®n de la mesilla de noche. Ha sido su torpeza, aclara sonriente.
Galerista, coleccionista, restaurador¡ ?Su curiosidad le empuja a ser muchas cosas a la vez? Es cuesti¨®n de dedicarle tiempo, ?no? Lo que est¨¢ detr¨¢s es siempre lo mismo: darle v¨ªa a la creatividad que todos llevamos dentro, convertirla en algo.
Para m¨ª lo esencial es coger del pasado lo que no deber¨ªamos perder y con eso construir el futuro.
?Actualizar m¨¢s que renovar? No defiendo el cambio por el cambio, pero tampoco defiendo la momificaci¨®n. Si negamos el pasado, nos perdemos lo que somos. Uno ha de ir m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismo y su propio ego y ponerse al servicio de la evoluci¨®n, que es la permanencia de las grandes ideas. No soy revolucionario, soy evolucionario.
Ha seguido siempre su intuici¨®n. Lo que uno puede aportar es lo que le sale de dentro. No tengo receta o estrategia sobre nada en la vida ni sobre el trabajo. La creatividad nace de atreverse a mantener la mente abierta. Aunque eso te haga vulnerable, es la ¨²nica v¨ªa para ver por uno mismo. De joven lo haces por intuici¨®n, sin saber bien por qu¨¦ eliges las cosas. De mayor te influye lo que has visto y lo que has le¨ªdo: eres consciente de tus decisiones. Y te puede costar m¨¢s rescatar las intuiciones propias.
Su primera vocaci¨®n, la de coleccionista, le lleg¨® de su madre, que no coleccionaba¡ Pero estaba siempre pendiente de que todo en casa fuera bonito. Poco y bonito: unas flores, un frutero, un forro para el sof¨¢. Cambiaba las cosas continuamente. Mi idea de casa es un lugar vivo.
?Le dejaba jugar entre tantas cosas bonitas o le ped¨ªa que no las tocara? Defend¨ªa que los ni?os ten¨ªan que educarse con la familia, y no con el servicio como hab¨ªa visto toda su vida. La casa era mi campo de juegos.
Axel Vervoordt se crio en una peque?a vivienda, cerca de Amberes, construida en el jard¨ªn de la gran casona en la que viv¨ªan sus abuelos. Su padre era un tratante de caballos que se pasaba el d¨ªa viajando, ¡°un apasionado de los caballos que solo hablaba de caballos¡±. Al contrario de su madre, lo describe como un hombre estricto. Y recuerda que los caballos corr¨ªan por el jard¨ªn. ¡°Mi madre ten¨ªa amigos artistas y mi padre amigos granjeros. Conoc¨ª a gente muy distinta y nunca vi esnobismo en mi casa. Tuve una infancia feliz¡±. Estudi¨® en los jesuitas. Y fue su madre quien lo apunt¨® a clases de pintura extraescolares. A los 14 a?os comenz¨® a comprar. E inmediatamente, a despachar. ¡°Adquir¨ªa velas, candelabros y cajas en mercadillos y los pon¨ªa en mi habitaci¨®n. Como les gustaban a los amigos de mi madre, se los vend¨ªa. As¨ª empec¨¦. Con el dinero compraba otras cosas y manten¨ªa vivo el negocio¡±.
Con 14 a?os, ?en lugar de comprarse una pelota compraba velas? ?Tambi¨¦n me gustaba la m¨²sica cl¨¢sica, cuando a mis amigos les gustaban los Beatles! Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo del arte quer¨ªa empezar de cero. A m¨ª me interesaba m¨¢s reconstruir. El reciclaje y la reparaci¨®n son actitudes muy actuales, pero mi madre ya era as¨ª. Cog¨ªa un trozo de madera de los establos, lo lijaba, lo enceraba y lo convert¨ªa en una mesa.
Con una vocaci¨®n tan clara, ?por qu¨¦ estudi¨® Econ¨®micas? Deb¨ªa continuar el negocio de mi padre. Me gustan los caballos. Todav¨ªa monto a diario. Pero no tengo ni la pasi¨®n ni el conocimiento que ¨¦l ten¨ªa: escuchaba relinchar a uno y sab¨ªa lo que le pasaba. Por eso decid¨ª que mi negocio ser¨ªa otro.
?C¨®mo se hace uno anticuario con 21 a?os? Acompa?aba a mi padre a Inglaterra a ver caballos y all¨ª compraba objetos. Luego los vend¨ªa en B¨¦lgica. Lo mismo que de ni?o, pero a otra escala.
?Por qu¨¦ vendemos las cosas? Porque queremos probar otras sensaciones. O cuando necesitamos dinero.
?Usted pod¨ªa comprar porque su familia era rica? Mi padre era muy estricto. Con 18 a?os le ped¨ª el primer pr¨¦stamo y me exigi¨® los mismos intereses que el banco. Eso me entren¨® para la vida porque mi naturaleza es comprar lo que me gusta y me gustan muchas cosas. Con 21 a?os me hart¨¦ de vender porque todo lo que compraba me gustaba y me lo quer¨ªa quedar. Decid¨ª que lo que no vendiera en un a?o ser¨ªa para m¨ª. Y as¨ª constru¨ª mi colecci¨®n.
?Vende cosas que no se quedar¨ªa? Nunca. Lo intent¨¦ para atender a los gustos de la gente. Pero fue un error: no sab¨ªa c¨®mo defenderlo y rectifiqu¨¦.
?Cu¨¢ndo empez¨® a dise?ar espacios? Con 14 a?os, mi madre organizaba meriendas y yo la ayudaba. Est¨¢ claro que, aunque entonces no me diera cuenta, era un ni?o at¨ªpico, pero mi madre estaba orgullosa de m¨ª y eso me alimentaba. Con 22 a?os, el negocio de anticuario funcionaba y dej¨¦ la universidad. Mi madre se dedicaba a comprar casas que sus amigos artistas restauraban. En Amberes encontr¨® un grupo de viviendas junto a la catedral que pertenec¨ªa a dos ancianas de 85 y 92 a?os. Ellas quer¨ªan venderlas, pero exig¨ªan que permanecieran juntas, sin demoliciones ni rupturas. Las compr¨¦. Como no ten¨ªa dinero para contratar a nadie, las restaur¨¦ yo mismo. Gustaron y empec¨¦ a recibir encargos.
?Volvi¨® a pedir dinero a su padre? Y a devolverlo con intereses. Durante los 10 primeros a?os de profesi¨®n no entr¨¦ en un banco. Para cuando tuve que ir, ya sab¨ªa organizarme. Con todo, no soy una persona arriesgada.
?Cu¨¢l es la clave de su estilo? La comodidad. Yo limpio, elijo lo que debe quedarse, quito todo lo que puedo y busco c¨®mo hacerlo c¨®modo. No me gusta lo que se ve muy dise?ado. Me gusta lo que no puedes asociar a una ¨¦poca. Y lo que se puede tocar. Lo que envejece bien, no lo que se arruina con un ara?azo.
?Prefiere lo artesanal a lo industrial? No necesariamente. La arquitectura industrial es s¨®lida. Est¨¢ hecha para ser usada. Lo que no me gusta es lo superficial, me gustan las cosas de verdad.
?Qu¨¦ es de verdad? ?Qu¨¦ es aut¨¦ntico en el mundo de la decoraci¨®n? Lo que se puede tocar. En decoraci¨®n hay modas. Y el mercado es muy astuto identificando la moda con la libertad, pero uno ha de saber lo que le gusta. O seguir buscando.
?Dir¨ªa que lleva 50 a?os haciendo lo mismo? Creo que he evolucionado. A veces busco m¨¢s confort y otras m¨¢s pureza. Pero, vamos, no soy un revolucionario.
?No le interesa el riesgo? Nada pasa tan r¨¢pido de moda como la moda. Lo que me interesa en un espacio es que te haga sentir bien. Que no moleste y deje vivir. Me gusta ir a una casa que dise?¨¦ hace 30 a?os y sentir que cambiar¨ªa pocas cosas.
¡°Muchos sue?an con una casa donde tener todo. Yo defiendo que ese todo sea poco pero importante para ti¡±
Su estilo, un lujo austero, puede parecerle un ox¨ªmoron a mucha gente. Para la mayor¨ªa de la gente la casa so?ada es un lugar en el que lo tienes todo. Y yo defiendo que ese todo sea poco pero importante para ti. No me gustan los dogmas ni los estilos que lo uniformizan todo. Mis cocinas son un lugar donde los invitados pueden entrar y abrir la nevera, pero necesito paredes blancas o un rinc¨®n para estar solo. Para m¨ª la casa ideal tiene varias atm¨®sferas. Es agradable poder cambiar, viajar en tu propia casa.
Eso necesita mucho espacio. Incluso en una casa peque?a se pueden hacer tres ambientes distintos. No me gusta el dise?o que uniformiza: todo blanco o todo barroco¡ Una estanter¨ªa puede estar llena de libros y de recuerdos, y una habitaci¨®n puede funcionar mejor casi vac¨ªa. Mi dormitorio es muy sencillo. Pero hay gente que necesita un lugar que lo arrope y no soporta los espacios vac¨ªos. Uno ha de conocerse antes de decidir c¨®mo quiere que sea su casa. Y el dise?ador debe ser capaz de capturar el alma de cada cliente.
?C¨®mo hacer eso sin perder su punto de vista? ?C¨®mo dise?ar¨ªa un lugar que arrope? Pondr¨ªa m¨¢s cosas. Mezclar¨ªa alguna obra de arte con objetos cotidianos sencillos pero bien hechos. Un dise?ador debe respetar tres cosas: la arquitectura, el entorno y al cliente.
Viaja mucho. ?D¨®nde se vive mejor? No creo que dependa de un lugar, depende de las personas. A mi madre le gustaba que los japoneses se quiten los zapatos antes de entrar en la casa. Se mantiene la limpieza y el silencio, pero resulta muy forzado tratar de hacerlo donde no existe esa cultura.
?D¨®nde aprendi¨® a mezclar? En Inglaterra. Me fascinaba un gainsborough encima de la chimenea y las botas Wellington junto a la puerta para salir a trabajar en el jard¨ªn. Hay algo real en esa mezcla entre lo est¨¦tico y lo pr¨¢ctico. En Asia aprend¨ª a conectar la decoraci¨®n con la naturaleza y el espacio con uno mismo. Lo que m¨¢s me gusta de Jap¨®n es el respeto: hacia la gente, la comida o los rituales. Por eso hacen arte de lo imperfecto: el wabi-sabi. En Francia, el sentido de la proporci¨®n va de la mano de lo superficial: un ba?o de oro, en lugar de oro macizo. Prefiero la Francia de los hugonotes que la de Luis XIV. Pero no busco tener raz¨®n. Respeto otros puntos de vista.
¡°El lujo es algo relativo. Coger una flor paseando por el campo puede ser un lujo. O encender una chimenea¡±
?El lujo dom¨¦stico tiene que ver con el espacio, con la ubicaci¨®n, con el dinero, con el autoconocimiento? El lujo es algo relativo. Hay gente muy rica que nunca tiene bastante y es pobre de por vida. Coger una flor bonita paseando por el campo puede ser un lujo. Encender una chimenea. El dinero puede facilitar el acceso al lujo, pero tambi¨¦n lo puede dificultar.
?Es necesaria la educaci¨®n para ?valorar la austeridad? Tienes que estar convencido. Si intentas ser austero sin serlo de verdad, siguiendo la moda de la austeridad, el resultado es terrible. No le sirve a nadie. Un monasterio tiene algo de esencial. All¨ª la proporci¨®n es la ¨²nica decoraci¨®n. Pero no todo el mundo es un monje. Una casa minimalista puede ser muy fr¨ªa, como un escenario forzado.
?Por qu¨¦ le gusta a usted la auste?ridad? A m¨ª me gusta saber que soy m¨¢s importante que mis cosas. Sentir que puedo estar bien estando solo. Cuando empec¨¦ a tener cierto reconocimiento me asust¨¦. Decid¨ª que ten¨ªa que buscar una manera de poner mi ego a raya. Lo hago yendo cada a?o una temporada a un monasterio. Desconectado de todo y conectando conmigo mismo.
?Es una terapia religiosa? Me educaron en el catolicismo. No voy a misa. Pero me qued¨® el placer de tratar de ayudar a los dem¨¢s. Dedico una hora a la semana a hacerlo.
Sus hijos trabajan con usted. S¨ª, uno lleva mi negocio. Lo hizo internacional. Me llev¨® a abrir en Hong Kong, cosa que ni se me hubiera pasado por la cabeza. Al otro le aturd¨ªa mi presencia y decidi¨® irse a vivir a Canad¨¢. Se form¨®. Trabaj¨®. Me enorgulleci¨® que supiera encontrar su camino. Pero al cabo del tiempo regres¨® y dijo que quer¨ªa trabajar con la familia. Para m¨ª fue como el regreso del hijo pr¨®digo.
Trabajar en China y multiplicar sus clientes, ?no contrasta con su manera de defender la autenticidad, la tranquilidad y la calma? Potencia mi idea de compartir. Y no, no soy otro all¨ª. Soy el mismo en una escala mayor.
Describe el confort y la verdad como claves en su manera de decorar. Pero vive en un castillo que compr¨® en 1984. ?Qu¨¦ comodidad y verdad encuentra en su casa? Es medieval, de 1108. Tiene huellas de todas las transformaciones que ha sufrido. Y lo usamos todo. Estaba en venta desde 1728. Lo hemos convertido en un lugar c¨®modo, aunque lo compramos por el paisaje y la cercan¨ªa a Amberes. Tambi¨¦n es importante que funcione muy bien para nuestro negocio. All¨ª puedo mostrarme como persona y como dise?ador.
?Qu¨¦ arquitectura le interesa? La que est¨¢ bien proporcionada y permite vivir bien. Muchos edificios del pasado son m¨¢s sostenibles que inmuebles actuales.
?Qu¨¦ aconsejar¨ªa como dise?ador? Humildad para aprender. Recuerdo que me horroriz¨® la primera exposici¨®n de Cy Twombly que vi en la galer¨ªa Whitechapel de Londres. Luego me gust¨® y me hizo preguntarme por qu¨¦ no me hab¨ªa gustado la primera vez que lo hab¨ªa visto. Pero me pasa todav¨ªa con la m¨²sica contempor¨¢nea. La encuentro interesante, pero no me gusta. Con todo, lo interesante me parece mejor que lo bonito; lo que hace preguntas, mejor que lo que las responde.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.