Los turistas llenan Lisboa, pero huyen de sus museos
El turismo crece un 11% en dos a?os, pero las visitas culturales han ca¨ªdo un 12%
Si busca tranquilidad en Lisboa, esc¨®ndase en un museo. Pocas capitales europeas habr¨¢ donde no se formen largas colas para visitar su principal pinacoteca, ya sea el Louvre en Par¨ªs, El Prado en Madrid o en ?msterdam el Rijksmuseum. Lisboa es una de esas excepciones.
Seg¨²n los datos de la Direcci¨®n General de Patrimonio Cultural (DGPC), el pasado a?o los museos, monumentos y palacios portugueses que regenta perdieron m¨¢s de medio mill¨®n de visitantes, exactamente 600.000. El n¨²mero total fue de 4,6 millones, los mismos que en 2016. En estos dos a?os, mientras las entradas han ca¨ªdo un 12%, la llegada de turistas ha subido un 11%. Solo hay dos explicaciones, que los visitantes son unos burros o que los responsables del patrimonio cultural portugu¨¦s no est¨¢n haciendo bien su trabajo. Apuesto por lo segundo.
Valga la aclaraci¨®n que la DGPC, afortunadamente, no dirige todos los museos del pa¨ªs. Fuera de sus redes quedan exitosos centros culturales, en Lisboa (Fundaci¨®n Gulbenkian y?Colecci¨®n Berardo, en el CCB) y en Oporto (Fundaci¨®n Serralves), principalmente.
El fara¨®nico museo de los Coches recibe menos visitas que cuando se inaugur¨®, en mayo de 2015
Respecto a 2017, entre los museos lisboetas, el de Arte Contempor¨¢neo del Chiado perdi¨® el 37,7% de su p¨²blico, el de Etnolog¨ªa, el 36,6%, el de Arte Antiguo, el 27,6%, el de Teatro y Danza, un 24,6%, el del Traje, un 15%, y el de los Coches, un 8,6% menos de visitantes. La sorpresa, sin embargo, es que alguno de ellos no los haya perdido todos, aunque siempre quedar¨¢n las visitas escolares. Hoy, el museo del Teatro y la Danza recibe la mitad de visitas que en 2014.
Aparte de las cifras, sin duda el caso m¨¢s desastroso de todos los museos nacionales es el de los Coches. Hoy cuenta con el mismo p¨²blico que en 2015, cuando inaugur¨® su nueva sede. Fue la ¨²ltima de esas obras fara¨®nicas que los pa¨ªses del sur realizaban con fondos europeos en ¨¦pocas de vacas gordas. Un museo que cost¨® 40 millones de euros, que no se necesitaba ni se necesita ¡ªpara eso¡ª y al que nunca se deber¨ªa llevar de visita a Angela Merkel so pena de apretarnos los spreads o alguna de esas cosas que suenan a tortura. Resumiendo, una verg¨¹enza nacional.
El Museo de los Coches alberga la colecci¨®n de carrozas que estaban perfectamente colocadas a 30 metros, en el edificio de enfrente, las caballerizas reales. Durante a?os, el nuevo museo estuvo construido y cerrado, porque le pill¨® la crisis. Europa hab¨ªa dado dinero para la construcci¨®n, pero Portugal no lo ten¨ªa para su mantenimiento. En mayo de 2015, por fin, se abri¨®.
Obra del arquitecto brasile?o Paulo Mendes da Rocha (premio Pritzker 2006), el edificio es abominable, por su entorno y por su continente, unas decenas de carrozas y carruajes de los siglo XVI-XIX. La originalidad del arquitecto, seg¨²n nos explic¨® el d¨ªa de la inauguraci¨®n, estribaba en elevar el museo sobre columnas y as¨ª crear debajo una plaza p¨²blica y un espacio para pasear. La realidad es que esa plaza dura, apenas paseada, es perfecta para pillar insolaciones en verano y pulmon¨ªas en invierno, adem¨¢s de recurrente pisfactor¨ªa nocturna.
El museo de los coches dispone de un gran auditorio que casi nunca se usa (quien m¨¢s recurre a ¨¦l, por comodidad, es el vecino presidente del pa¨ªs, Marcelo Rebelo de Sousa) e inmensas instalaciones para informaci¨®n (cerradas siempre), taquilla y guardarrop¨ªa (infrautilizadas). Tambi¨¦n se congratulaba mucho el arquitecto del efecto ¡°espectacular¡± que produc¨ªa una ventana con vistas a la calle. ?Se?or m¨ªo!, si era tan espectacular haber puesto otra ventana y el efecto aumentaba un 100%.
Las previsiones para tal monstruo arquitect¨®nico eran de un mill¨®n de visitas, este a?o han ca¨ªdo a las 320.000, el n¨²mero m¨¢s bajo de su triste historia. No solo eso, su mantenimiento exige 3,3 millones de euros del escaso presupuesto de la Cultura, mientras otros museos se caen, literalmente, por falta de dinero y tienen que cerrar salas por falta de vigilantes, como ocurre con el preciado Museo Nacional de Arte Antiguo (MNAA). Como las desgracias nunca vienen solas, su directora Silvana Bessona, culpa del fracaso a la falta de aparcamiento, como si alguno lo tuviera.
El Museo del Azulejo es una de las pocas buenas noticias del anuario estad¨ªstico cultural, con un aumento de visitas del 13,4%. Instalado lejos de la ruta tur¨ªstica, va consiguiendo captar el inter¨¦s que se merece y porque adem¨¢s se encuentra en el Convento Madre de Deus (1509).
Otras buenas cifras llevan a enga?o. Es el caso del museo de Arte Popular que triplica sus visitas porque en 2017 estuvo casi siempre cerrado. Su aumento disimula una programaci¨®n pobre y de escaso inter¨¦s. Tambi¨¦n crece el museo de Arqueolog¨ªa (11,1%), pero porque all¨ª se venden las entradas para Los Jer¨®nimos y siempre hay alguien que hace un dos por uno.
El descenso de visitantes es general en los museos portugueses, unas veces por causas justificables (obras, seguridad...), otras por decisiones equivocadas (eliminaci¨®n de la venta online) y otras, simplemente por estar regentados por profesionales sin imaginaci¨®n para dinamizar lo que tienen entre manos. Tampoco ayuda una pol¨ªtica cultural con tres ministros en tres a?os, dedicados a repartir migajas a todos en lugar de barras de pan para los museos realmente importantes. Porque, a nada que sobre medio d¨ªa de estancia en Lisboa, es obligatorio visitar el Convento de Cristo, en Tomar, el Palacio de Mafra y los monasterios de Batalha y Alcoba?a.
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