Palomo, el hombre al que adoran de Beyonc¨¦ a Almod¨®var

Que Alejandro G¨®mez Palomo es una rara avis dentro del peculiar ecosistema de la moda espa?ola dej¨® de ser novedad hace un par de a?os. La pista la dio que, siendo dise?ador, hab¨ªa logrado convertirse en cara conocida. En una celebridad. Sin embargo, eso no es suficiente para el creador cordob¨¦s, que sigue poniendo cimientos para construir su propia figura. Ahora, con 26 a?os, lo hace con un libro, Palomo Spain, que repasa su trayectoria, corta pero ancha, y que constituye otra ilusionante piedra para la ampliaci¨®n de lo que va camino de convertirse en leyenda.

¡°He roto con muchas cosas¡±, dice ¨¦l mismo por tel¨¦fono. No le falta raz¨®n. Apenas rebasa el cuarto de siglo, pero ha vestido a algunas de las mayores musas que podr¨ªa haber imaginado. Y eso que tiene mucha imaginaci¨®n, esa que le hace llenar sus colecciones de plumas y brillos y que ¨¦l no piensa necesariamente para mujeres; de hecho, sus modelos son hombres. Colecciones que fascinan al star system espa?ol (y a compradores de Francia, EE UU, Oriente Medio¡­) y que han hecho que para ¨¦l desfilen desde Rossy de Palma a Loles Le¨®n y Samantha Vallejo-N¨¢gera y que a sus shows acudan desde Lindsay Lohan o Pedro Almod¨®var, fan confeso del cordob¨¦s y que no falta a ninguna cita desde sus inicios.

Ambos creadores se profesan mutua admiraci¨®n. De hecho, el propio Almod¨®var pudo disfrutar, por invitaci¨®n del costurero, de una visita a su taller. M¨¢s que taller, casa, centro de operaciones, refugio. Lejos de tocar la fama y asentarse en la capital, Alejandro sigue manteniendo su base en Posadas (C¨®rdoba), su pueblo natal. Desde all¨ª habla sobre este libro, que reconoce como improvisado regalo del destino. Conoci¨® a su editora en uno de sus desfiles y, en un principio, pens¨® que crear¨ªan juntos ¡°un libro de mesa¡±, uno de esos decorativos coffee table books que atesoran vestidos y retratos. Pero el proyecto fue mucho m¨¢s all¨¢. ¡°Est¨¢ repleto de im¨¢genes, porque tenemos mucho contenido, pero tambi¨¦n cuenta una etapa determinante en mi historia¡±, explica. Ese momento en el que un grupo de amigos, t¨ªas y paisanos empiezan a coser y a montar un proyecto peque?o e ilusionante que se convierte en la empresa que es hoy, una de las principales marcas de moda de Espa?a y de las de mayor proyecci¨®n internacional. A¨²n as¨ª, no faltan en la obra ¡°los cl¨¢sicos Palomo, nuestros c¨®digos: el encaje, los flecos de seda, los bordados, las batas¡­ El ADN de la casa¡±.

¡°Es una historia rom¨¢ntica, entre amigos. Engancha, es f¨¢cil. Es como una tertulia m¨ªa en primera persona cont¨¢ndolo todo, los momentos m¨¢s medi¨¢ticos¡±, relata el dise?ador. Unos momentos que le han llevado a vestir a Beyonc¨¦ para la presentaci¨®n de sus mellizos en una foto que bati¨® r¨¦cords. ?l confeccion¨® esa bata por encargo de la estilista de la cantante y con sus medidas, pero no sab¨ªa si ella llegar¨ªa a pon¨¦rsela, y mucho menos que lo har¨ªa para un momento tan especial. Tambi¨¦n ha vestido a Rosal¨ªa para su gira, a Madonna en su ¨²ltimo videoclip con Maluma o a Rita Ora con un albornoz en los premios MTV. Los logros no quedan ah¨ª: ha desfilado en el Teatro Real o en el hotel Wellington de Madrid, en Par¨ªs y Nueva York, ha optado a los premios internacionales m¨¢s prestigiosos y ha ganado los nacionales. Ello le ha llevado a ser jurado del programa de televisi¨®n Maestros de la Costura, el mayor escaparate de la moda en televisi¨®n hoy d¨ªa. El pr¨®ximo lunes cumplir¨¢ otro sue?o y tocar¨¢ con sus dise?os la exposici¨®n de moda m¨¢s famosa del mundo, la del Museo Metropolitano de Nueva York, bajo la bendici¨®n de la todopoderosa Anna Wintour, la editora de moda por excelencia.

Nada de eso le hace perder el norte, pero quer¨ªa que en su libro se mostraran sus ra¨ªces, la influencia de las mujeres de su familia, de los de Posadas, siempre presentes en primera fila en sus desfiles. ¡°Creo que a veces se me ha mitificado¡­ Quiero que se vea que no es nada divino, que es algo humano, que naci¨® de una familia humilde¡±, dice de su proyecto. Para la edici¨®n de la publicaci¨®n ha contado con ayuda de su pareja, el catal¨¢n Pol Roig, de 19 a?os, modelo y m¨¢ximo exponente del concepto chico Palomo.

Quienes conocen al cordob¨¦s aseguran que nada es pose: que lo local y la esencia est¨¢n muy presentes en sus dise?os y en su vida. Que es perfeccionista y est¨¢ atento a todo el proceso, desde la elecci¨®n de telas hasta el ¨²ltimo detalle de la coreograf¨ªa de cada desfile. Y ven claro que las dos temporadas de Maestros de la Costura le han ayudado a madurar por completo y a aprender a gestionar "su complicad¨ªsima agenda", m¨¢s apretada si cabe por las grabaciones.

Es una ¨¦poca buena para la casa Palomo. ¡°Es un momento dulce pero tambi¨¦n duro¡±, reflexiona el joven. ¡°Al principio no trabajaba con tanta presi¨®n, ten¨ªa un equipo con tres o cuatro personas, y mi ¨²nica preocupaci¨®n era c¨®mo hacer una colecci¨®n m¨¢s especial. Ahora estoy poniendo los cimientos de una empresa, dando de comer a 15 o 20 personas, pagando sueldos¡­ Estamos al nivel de marcas grandes, desfilamos junto a Dior o Yves Saint Laurent. Llevamos unos a?os tratando de asentarnos en la realidad, pero es dif¨ªcil¡±, reconoce, asegurando que ¡°no se puede luchar a ese nivel¡±, el de los gigantes. Y luego est¨¢ su doble papel al frente de la empresa, poniendo el coraz¨®n en lo creativo y la cabeza como director general. ¡°Siempre tengo miedo de que esa faceta me emborrone¡±, concede.

No le faltan metas y visi¨®n. Reconoce sin pudor que le gustar¨ªa que un gran conglomerado de moda se hiciera con su firma. ¡°No puedes negarte a que tu marca tenga esa proyecci¨®n¡±, asegura. Tambi¨¦n que le encantar¨ªa dirigir una gran casa de moda internacional. ¡°Ser director creativo de Jean Paul Gaultier o reabrir Lacroix...¡±, fantasea en voz alta. ¡°Los sue?os peque?os ya est¨¢n. Ahora vamos a por los grandes¡±, se lanza. El del libro ya est¨¢ hecho: ¡°Hay que confiar en las ideas y la energ¨ªa de las generaciones nuevas. No hace falta que tengas 50 a?os para que pase¡±.