El perro de Martin Rees
Toda predicci¨®n se puede convertir en una apuesta, y sobre el futuro inmediato se hacen muchas que no lo parecen
Preocupado por los riesgos de la biotecnolog¨ªa, Martin Rees, astr¨®nomo real del Reino Unido, calcul¨® en 2003 que la probabilidad de que un ataque bioterrorista, o un mero error de seguridad biol¨®gica, causara unos cuantos millones de muertos alcanzar¨ªa el 50% en 2020. Eso se puede convertir en una apuesta, como toda predicci¨®n, y otro cient¨ªfico de gama alta, el psic¨®logo de Harvard Steven Pinker, se anim¨® a aceptarla hace unos a?os y se jug¨® con Rees 200 d¨®lares a que no habr¨ªa tal cat¨¢strofe. El a?o que viene conoceremos el ganador, a menos que el astr¨®nomo gane con tal claridad que palmemos todos.
¡°Es una apuesta que espero fervientemente perder¡±, asegura Rees en su ¨²ltimo libro, En el futuro; perspectivas para la humanidad (Cr¨ªtica). Sin embargo, el Astronomer Royal sigue habitando en el sector m¨¢s pesimista del abanico de la futurolog¨ªa cient¨ªfica, y Pinker es un conocido caudillo del sector contrario. El psic¨®logo ha dedicado grandes esfuerzos a mostrar que nuestra impresi¨®n cotidiana de que el mundo se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s violento es err¨®nea. Los n¨²meros le dan la raz¨®n en muchos aspectos, pues la violencia y los conflictos van a la baja (en relaci¨®n a la poblaci¨®n mundial), y el psic¨®logo achaca nuestra percepci¨®n err¨®nea a los medios y las redes que amplifican hasta una pelea de gatos. Pero Rees sigue siendo pesimista porque cree que, en biotecnolog¨ªa, ¡°el riesgo est¨¢ dominado por acontecimientos raros pero extremos¡±, el tipo de suceso extraordinario que no aparece en las estad¨ªsticas de Pinker. La apuesta es interesante.
Sobre el futuro inmediato se hacen muchas apuestas que no lo parecen. Spacex, la empresa de cohetes de Elon Musk, y otras firmas tienen planes de ofrecer viajes de una semana que orbiten sobre la cara oculta de la Luna, que ser¨¢ lo m¨¢s lejos de casa que haya llegado nunca una persona. Seg¨²n Rees, un millonario ya ha comprado un billete, pero no para el primer viaje, sino para el segundo. Esto es sin duda una apuesta sobre las probabilidades de estamparse contra la Luna en el primer intento. A finales del siglo XIX la gente estaba tan segura de que hab¨ªa vida en otros planetas que un mecenas ofreci¨® 100.000 francos a quien estableciera contacto, pero excluy¨® expl¨ªcitamente a Marte, que era demasiado f¨¢cil. Otra apuesta.
Al astronauta John Glenn, el primer americano que entr¨® en ¨®rbita, le preguntaron qu¨¦ hab¨ªa sentido al sentarse en la mism¨ªsima punta de un cohete que estaba a punto de generar una explosi¨®n de mil demonios para despegar. ¡°Pens¨¦ que en aquel cohete hab¨ªa 20.000 partes, y que cada una la hab¨ªa fabricado el que hab¨ªa hecho la oferta m¨¢s baja¡±.
Rees tiene cierta tendencia a verse enredado en apuestas de naturaleza cient¨ªfica. Hace unos a?os form¨® parte de un comit¨¦ de la Universidad de Stanford, y el presidente del comit¨¦ pregunt¨® a sus miembros: ¡°En la escala ¡®se jugar¨ªa usted su pez de colores, su perro o su vida¡¯, ?cu¨¢n seguros est¨¢n ustedes del concepto de multiverso?¡±. Rees respondi¨® que ¨¦l andaba por la escala del perro. El cosm¨®logo ruso Andrei Linde, cuya teor¨ªa de la inflaci¨®n c¨®smica eterna tiene mucho que ver con el multiverso, dijo que ¨¦l casi se apostar¨ªa la vida. Cuando al premio Nobel Steven Weinberg le preguntaron su opini¨®n despu¨¦s, ¨¦l dijo: ¡°Con mucho gusto me jugar¨ªa el perro de Martin Rees y la vida de Andrei Linde¡±.
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