Julia Shaw: ¡°Todos somos capaces de cometer un asesinato¡±
En su libro Hacer el mal, esta psic¨®loga ahonda en un concepto tan complejo como la maldad. Propone no rechazarlo en t¨¦rminos absolutos, sino intentar comprenderlo como algo muy humano y procurar ser capaces de controlarlo. Desde el terrorismo hasta los asesinos en serie pasan bajo su an¨¢lisis
EL MAL ¡ªy todos sus derivados¡ª es una de las palabras que m¨¢s escribimos y pronunciamos. Pero este sustantivo, lejos de arrojar luz sobre el concepto que nombra, parece limitarse a estigmatizarlo. As¨ª lo cree al menos Julia Shaw (Colonia, 32 a?os), doctora en Psicolog¨ªa por la Universidad de British Columbia, en Canad¨¢, y autora de Hacer el mal, un libro que aborda tan complejo concepto y que publica en espa?ol el sello Temas de Hoy. Shaw explica las conclusiones de su trabajo con convicci¨®n, sentada en una salita del agradable piso que ocupa la agencia que gestiona sus derechos editoriales, en Londres. La ma?ana es suave y primaveral, y la zona parece relativamente libre de turistas. Shaw, de ojos casta?os, como sus cejas, viste vaqueros negros y chaqueta del mismo color, que contrasta con su larga melena rubia. Nacida en Alemania, ha pasado largas etapas de su vida en Canad¨¢, y ahora reside en la capital inglesa, donde trabaja como investigadora en la Universidad London College. Pese a su juventud, lleva a?os explorando los rincones m¨¢s oscuros de la mente humana. Ha publicado un libro en el que desentra?a los mecanismos de la falsa memoria, y ahora se atreve con las conductas que calificamos de inhumanas.
Dice usted que para entender temas complejos como el de la maldad hay que hablar de ellos. ?No es un tema constante en nuestras vidas que se ha abordado desde la literatura a la religi¨®n? S¨ª, es verdad. Hablamos mucho del tema, consumimos prensa y cultura en general (cine, literatura, etc¨¦tera) en donde se habla much¨ªsimo del mal, pero de una forma superficial. Normalmente esas conversaciones, especialmente en los medios, se limitan a usar argumentos en contra de lo humano que hay en el mal. M¨¢s bien se trata de se?alar a los monstruos que hay por el mundo y alertarnos de que debemos cuidarnos de ellos. Todas esas noticias sobre asesinos mal¨ªsimos no son m¨¢s que un intento de simplificar al m¨¢ximo un asunto muy complejo, con lo que me parece que se pretende dar por terminada una conversaci¨®n en lugar de iniciarla.
Su libro est¨¢ lleno de citas de Nietzsche. ?Le admira usted? Me gusta lo que hay detr¨¢s de su an¨¢lisis del mal, pero no tengo ninguna simpat¨ªa por la persona. Era profundamente sexista, y est¨¢ tambi¨¦n su antisemitismo. Ten¨ªa una personalidad muy compleja y una mente incre¨ªblemente brillante, desde luego. Pero ya sabemos que todos tenemos un lado oscuro. Y es importante tener en cuenta que nadie es completamente bueno o malo. Y hay que aceptar que somos complejos y que pueden gustarnos determinadas cosas de una persona y otras no.
Pero coincide con ¨¦l en considerar el mal una experiencia subjetiva. ?No hay un consenso bastante general respecto a lo que llamamos malo? No. No lo creo. Desde que publiqu¨¦ mi libro he viajado mucho y he dado muchas charlas sobre el mal en diferentes pa¨ªses. Por ejemplo, en Irlanda del Norte, donde los Troubles [Los Problemas, los tres decenios de terrorismo] est¨¢n todav¨ªa muy presentes y hay muchas familias afectadas por el conflicto de una u otra forma¡
Tambi¨¦n en Espa?a tenemos muy presente todav¨ªa el terrorismo de ETA. Ah, cierto, cierto. Pues precisamente en pa¨ªses donde se han vivido conflictos recientes se nota mayor comprensi¨®n ante el hecho cierto de que gente normal, buenas personas, puedan ser capaces de cometer actos terribles contra sus vecinos, verdaderas atrocidades. En cambio, en otros sitios, como Canad¨¢, ese enfoque no se entiende para nada y tienes que convencer a la gente de que esto es as¨ª. De que en un plano hipot¨¦tico todos somos capaces de hacer mucho da?o. De que es f¨¢cil incluso asumir el asesinato, y debemos aceptar que todos somos capaces de cometerlo. Y una vez que lo asumes, se hace m¨¢s dif¨ªcil llamar malo, sin m¨¢s, al que lo ha cometido. No es que una apruebe ese acto, que le parezca bien, pero identificar a esa persona como esencialmente mala es m¨¢s dif¨ªcil.
¡°Deber¨ªamos ser cautelosos a la hora de hablar de un mal con may¨²sculas, de usar cualquier palabra que pretenda situar el mal fuera del nivel de lo humano¡±
Ese subjetivismo, dice usted que no equivale en su caso a relativismo moral, ya que tiene muy claro lo que son conductas objetivamente correctas y las que no lo son. ?Propone usted que al mal lo llamemos ¡°conducta incorrecta¡±? Desde luego, yo no soy una relativista moral. Yo tengo mi moral y, como todo el mundo, creo que es la correcta, y reconocerlo es una forma de aceptar el subjetivismo que hay detr¨¢s de lo que llamamos bien y mal. Que est¨¢ profundamente influenciado por mi cultura, por mi ¨¦poca y hasta por las circunstancias de mi nacimiento. Yo evitar¨ªa en cualquier circunstancia el uso de la palabra evil. Porque en ingl¨¦s tenemos dos palabras para designar el mal: bad (malo) y evil (malo, pero tambi¨¦n malvado o la maldad). Pues esa palabra evil es como un mal con may¨²sculas que lo cambia todo y adem¨¢s se usa en el lenguaje cotidiano. Cualquier palabra que pretenda situar el mal con may¨²sculas en ese nivel fuera de lo humano, creo que deber¨ªamos ser muy cautelosos a la hora de usarla. Porque me parece que es una forma general de deshumanizar a esas personas. Y a partir de ah¨ª es f¨¢cil justificar el da?o que les hacemos, porque dejamos de considerarlos humanos, los calificamos de mal, de peligro, como algo que despierta miedo.
Pero si no tiene sentido el t¨¦rmino ¡°maldad¡±, obviamente tampoco lo tiene el t¨¦rmino ¡°bondad¡±. Cierto. No creo en el bien ni en el mal. Me parece que ser¨ªa mejor utilizar palabras con una subjetividad impl¨ªcita. Me gustan m¨¢s expresiones como atrocidad, o esto es un desastre, o una conducta lamentable, para dejar constancia de que no es algo que est¨¦ fuera de lo humano. Es preferible usar expresiones que representan un juicio subjetivo. Tambi¨¦n se puede hablar de conductas prosociales, conductas que promueven armon¨ªa social.
Su tesis es que los malos no son los otros. Todos somos capaces de hacer mucho da?o, todos somos asesinos potenciales. Lo cierto es que hay pocos asesinos. S¨ª. Todos somos capaces de hacer el mayor da?o posible, pero eso no significa que sea probable que lo hagamos. Y si he elegido este enfoque es porque es m¨¢s ¨²til para despertar empat¨ªa. Infravaloramos nuestra capacidad de hacer da?o. Por eso, si aceptamos esa capacidad nuestra para hacer cosas terribles, entenderemos mejor los factores que pueden desembocar en esas actuaciones, y quiz¨¢s eso nos permita estar m¨¢s atentos y hacerles frente mejor.
M¨¢s raros son los asesinos en serie. Menciona usted el caso de ?Jef?frey Dahmer, El Can¨ªbal de Mil?waukee, que mat¨® a 17 j¨®venes, a los que descuartiz¨®. No me negar¨¢ que esa conducta no est¨¢ al alcance de cualquiera. Desde luego es bastante improbable que haya gente capaz de seguir una conducta como la suya, por eso he abordado su caso, porque quer¨ªa ponerme las cosas dif¨ªciles. Hay varios momentos en el libro en los que he querido escoger los casos m¨¢s graves solo para hacerme la misma pregunta: ?podemos decir que estas personas, estos hechos, encarnan realmente el mal? Y en el caso de Dahmer, quer¨ªa ver si hab¨ªa destellos de humanidad en ¨¦l. Pero, la verdad, es extraordinariamente dif¨ªcil pronunciarse.
Los asesinos en serie son un fen¨®meno casi exclusivo de los pa¨ªses anglosajones. Especialmente de Estados Unidos, aunque es muy raro. Pero cuando se produce alg¨²n caso hay un gigantesco despliegue medi¨¢tico. El problema es la publicidad que reciben. Pero gente que mata a m¨¢s de dos personas creo que debe de haber en todos los rincones del mundo. De todos modos hay que entender que Estados Unidos es una excepci¨®n en el mundo occidental por la enorme cifra de asesinatos, en general, que se producen. En parte puede que el fen¨®meno de los asesinos en serie se nutra de ese ambiente de gran prevalencia de asesinatos, y con toda seguridad en las muchas armas que hay en el pa¨ªs y en los muchos problemas raciales, y de todo tipo, de esa sociedad.
¡°Existe un fen¨®meno interesante de fascinaci¨®n por los asesinos en serie. Ejercen una atracci¨®n enorme. Detr¨¢s est¨¢ la idea de que son capaces de romper tab¨²es¡±
Un factor importante es el inter¨¦s de los medios en este tipo de cr¨ªmenes, que se contagia a las masas. Usted se refiere a lo que llama murderabilia, a esa pasi¨®n de la gente por coleccionar objetos de asesinos famosos o de ir a visitar sus casas. Murderabilia, s¨ª. Es un fen¨®meno muy interesante, porque se produce una especie de fascinaci¨®n por estos asesinos, ejercen una atracci¨®n enorme que les confiere una especie de inmortalidad. Pero todav¨ªa es peor la conducta de los medios de comunicaci¨®n en lo referente a los actos de terrorismo. Porque consiguen amplificarlos de una manera disparatada cuando ese es precisamente el objetivo de los terroristas.
Aborda usted el tema del terrorismo y el del nazismo. Al analizar este ¨²ltimo, los psic¨®logos que cita apuntan a un doble fen¨®meno: la p¨¦rdida de la propia individualidad en favor del grupo y la deshumanizaci¨®n del supuesto enemigo. ?Se da esto mismo en los grupos terroristas? Creo que s¨ª. En realidad, la consideraci¨®n del enemigo a destruir como no humano y la renuncia a la propia individualidad est¨¢n detr¨¢s de todas las atrocidades que se cometen. Porque la responsabilidad se diluye en el grupo. Adem¨¢s, la deshumanizaci¨®n puede ocurrir de dos formas: no viendo como humano al otro, sino como cucarachas, lo que desafortunadamente ocurre tambi¨¦n en la pol¨ªtica ¡ªsolo hay que o¨ªr las cosas que dice Trump de los inmigrantes¡ª, o simplemente viendo a los otros como ejemplos del mal a secas, como amenazas nada m¨¢s, para mi grupo o para m¨ª.
?No es algo fr¨ªvolo incluir en un libro sobre el mal a los que comemos carne? Mi idea era relacionar cosas que a primera vista no tienen nada que ver con el mal con otras que obviamente lo tienen, como el asesinato. Por eso voy de casos extremos de lo que llamamos el mal a otros que est¨¢n relacionados con el mal pero no lo parecen. Adem¨¢s, pretend¨ªa rebajar un poco la tensi¨®n general del libro, que puede hacerse insoportable. ?Algunos de los temas son tan dif¨ªciles!
S¨ª. Por ejemplo, el de los ped¨®filos. Defiende usted que lo son de nacimiento y que, pese a ser perseguidos por la sociedad, no son los culpables de la mayor¨ªa de los abusos sexuales a menores que se producen. ?De verdad no hay que temer a los ped¨®filos? Me cost¨® mucho escribirlo, es un asunto tan delicado¡ Me gustar¨ªa que se entendiera bien lo que digo. Pero al mismo tiempo creo que es un tema que conozco, que hemos estudiado a fondo. Y el objeto del cap¨ªtulo que les dedico es el de desmitificar una imagen que se nutre de muchas concepciones err¨®neas, que provoca enorme rechazo y odio en casi todos nosotros. La realidad es que siempre habr¨¢ ped¨®filos en nuestras sociedades, personas que se sienten atra¨ªdas por los menores. En el Reino Unido hay un porcentaje de entre el 2% y el 6% de los hombres con esas tendencias, pero la inmensa mayor¨ªa no delinque jam¨¢s. Necesitamos entender que son personas de carne y hueso; que son nuestros padres, t¨ªos, hermanos; que no son extra?os, y que, si no les atendemos en sus problemas, si les aislamos y no les damos algo de apoyo, es m¨¢s probable que cometan delitos. Si los adultos no somos capaces de hablar claramente de este problema y afrontarlo, estamos poniendo en peligro a nuestros hijos.
¡°Si los adultos no somos capaces de hablar claramente del problema de la pedofilia y afrontarlo, estamos poniendo en peligro a nuestros hijos¡±
Dice usted que los humanos somos emp¨¢ticos, queremos ser buenos, estar a bien con la sociedad, pero lo f¨¢cil es ser malos, ?no? No, no, lo m¨¢s f¨¢cil es seguir el buen camino que marca la sociedad. Claro, hay excepciones. Por ejemplo, por alguna raz¨®n hemos construido un mundo en el que el patr¨®n de conducta m¨¢s sencillo, el que marca la sociedad, es el de ser crueles con los animales, explotar otras naciones, y la raz¨®n de que lo sigamos haciendo es porque resulta m¨¢s f¨¢cil comprar algo envuelto en pl¨¢stico que buscar una tienda de productos org¨¢nicos, m¨¢s f¨¢cil comer carne que buscar otras opciones de alimentaci¨®n, y creo que ser¨ªa crucial para cambiar el sistema dejar de seguir este patr¨®n de conducta. Pero, insisto, en t¨¦rminos generales, lo f¨¢cil es ser buenos.
?Habr¨¢ que admirar a los malos, entonces? Bueno, esa idea est¨¢ detr¨¢s de la admiraci¨®n por los asesinos en serie. Son capaces de romper las normas, de romper los tab¨²es.
La mayor¨ªa de los asesinos son hombres, y tambi¨¦n lo son la mayor¨ªa de sus v¨ªctimas. Dice usted que existe una masculinidad t¨®xica que explica comportamientos como el acoso sexual o la violaci¨®n ?Tiene alguna responsabilidad en ello la testosterona? Creo que hay demasiados ¨¢mbitos de la vida en los que las mujeres se arriesgan a sufrir ataques por el solo hecho de ser mujeres. Por fortuna, ahora hay un mayor debate en torno a esto gracias al #MeToo, pero la realidad es que las principales estructuras del mundo siguen estando dirigidas por hombres. Mientras eso no cambie, el trato a las mujeres no cambiar¨¢. Yo solo oigo excusas para justificar el comportamiento de los hombres. No creo que haya ning¨²n hombre que se sienta incapaz de controlarse, solo hay que ver sus conductas diarias. No act¨²an dej¨¢ndose llevar por los impulsos; por tanto, usarlos como excusa es absurdo. Por eso hay que rechazar esas justificaciones. Y ense?ar a los chicos y a las chicas a controlarse, y a comprenderse, y a tratarse con respeto mutuo.
Con ese planteamiento, resulta extra?o que defienda la utilidad de la pornograf¨ªa en la educaci¨®n sexual de los j¨®venes, cuando utiliza a las mujeres como meros objetos de placer sexual para los hombres. La cosa es m¨¢s compleja. Estoy de acuerdo en que hay aspectos problem¨¢ticos en la pornograf¨ªa en el sentido de que puede inculcar ideas err¨®neas en la gente sobre c¨®mo quieren las mujeres ser tratadas y cu¨¢les son los papeles de hombre y mujer en la cama, pero eso es producto de una sociedad t¨®xica que ve a las mujeres como objetos para dar placer sexual a los hombres. Hay tambi¨¦n otra pornograf¨ªa creada por mujeres con la idea de mujeres como clientes.
No parece significativa, de momento, en el conjunto de la industria pornogr¨¢fica. S¨ª, pero hay muchas diferencias dentro de la industria pornogr¨¢fica, no se puede hablar en t¨¦rminos generales.
Por si hubiera pocas cosas que temer, en su libro repasa los riesgos que entra?an las nuevas tecnolog¨ªas. Y las consecuencias devastadoras que eventuales ataques con virus inform¨¢ticos pueden tener en ¨¢mbitos tan importantes como la sanidad. ?Por qu¨¦ no nos preocupan estos riesgos? Porque los delitos cibern¨¦ticos ocurren en la realidad virtual, en un espacio distinto, y no nos parece que puedan representar un peligro real para las vidas humanas. Para que los percibi¨¦ramos como peligrosos tendr¨ªa que haber un desplazamiento de nuestros miedos, de los asesinos en serie, que es pr¨¢cticamente imposible que afecten a nuestra vida, a estos delitos que se producen en el mundo virtual pero que con toda certeza van a afectarnos.
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