Instantes
Me doy cuenta de que estoy introduciendo en la cabeza de mi nieto el pensamiento binario que tanto nos ha hecho sufrir
Leo a mi nieto un libro infantil titulado Los contrarios. A medida que avanzo, me doy cuenta de que estoy introduciendo en su cabeza el pensamiento binario que tanto nos ha hecho sufrir a lo largo de la Historia. Digamos que le parto el coraz¨®n sin que ¨¦l se d¨¦ cuenta. Yo mismo no reparo en ello hasta la p¨¢gina catorce o quince. Ah¨ª estamos los dos, en fin, cada uno en su papel, d¨®ciles y obedientes como ovejas que pastan tras la valla. Cerca?/?lejos. Dentro?/?fuera. Arriba?/?abajo. Delante?/?detr¨¢s. Grande?/?peque?o. Largo?/?corto. Ancho?/?estrecho. Seco?/?mojado. Caliente?/?fr¨ªo. Duro?/?blando. Lento?/?r¨¢pido.
Las ilustraciones no dejan lugar a dudas sobre la existencia de los contrarios, pero resulta imposible averiguar d¨®nde termina lo peque?o y comienza lo grande, por ejemplo, pues no est¨¢n dibujados sus l¨ªmites. La frontera es un lugar confuso para el pensamiento infantil, incluso para el adulto. De ah¨ª las concertinas. De ah¨ª Trump. De ah¨ª el sentimiento nacional. De ah¨ª el otro, lo otro. Cuando cerramos el cuento, el cr¨ªo salta de mis rodillas con el cors¨¦ de la cultura un poco m¨¢s ce?ido en su mente de lo que lo estaba cuando se subi¨®. M¨¢s apretado. Su capacidad de deducci¨®n le conducir¨¢ con el tiempo a la creaci¨®n de nuevas dicotom¨ªas culturales. Joven?/?viejo. Hombre?/?mujer. Nacional?/?extranjero. Blanco?/?negro. Rico?/?pobre. Sabio?/?ignorante.
Le ayudar¨¢n en la construcci¨®n de este pensamiento disociado los libros de texto, los peri¨®dicos, la tele, la radio, las revistas. El mundo, en su cabeza, se conformar¨¢ como un juego de oposiciones, no como una posibilidad de encuentros. Aunque tal vez un d¨ªa, de mayor, revisando los textos de su abuelo muerto (muerto?/?vivo), d¨¦ con esta columna y se detenga a meditar unos instantes.
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