Por amor a Morse
El c¨®digo telegr¨¢fico por excelencia cumple 175 a?os y sigue enamorando
Lee en Materia un elogio al c¨®digo Morse, que cumple en estos d¨ªas 175 a?os. El autor del art¨ªculo, el ingeniero el¨¦ctrico, aviador y radioaficionado Eddie King, de la Universidad de Carolina del Sur, cuenta una bonita historia del Morse y defiende su utilidad presente y futura en la aviaci¨®n, la navegaci¨®n y la radioafici¨®n, y ello pese a la tozudez de los datos que ¨¦l mismo cita: tras el naufragio del Titanic, un convenio internacional oblig¨® a los barcos a llevar un telegrafista atento a las se?ales de socorro (SOS, que se dice en Morse ¡¤¡¤¡¤ --- ¡¤¡¤¡¤), pero la Guardia Costera de Estados Unidos suspendi¨® esas escuchas en 1995, como la mayor¨ªa de los pa¨ªses. Los radioaficionados ten¨ªan que dominar el Morse para obtener la autorizaci¨®n, pero esa obligaci¨®n se suprimi¨® en 2007 por la Comisi¨®n Federal de Comunicaciones norteamericana y luego por la mayor¨ªa de los pa¨ªses.
La motivaci¨®n profunda de King para vindicar el c¨®digo Morse es seguramente el amor. ¡°El c¨®digo tiene algo de art¨ªstico, un ritmo y una fluidez musical en el sonido¡±, dice King. ¡°Enviarlo y recibirlo puede proporcionar una sensaci¨®n relajante y meditativa mientras la persona se concentra en el flujo de caracteres, palabras y frases¡±. King no escribe con la raz¨®n. Escribe por amor a Morse.
Quiz¨¢ la simplicidad no est¨¢ en el origen, sino que evoluciona a partir de la irregularidad. Como nuestros verbos auxiliares
?Se puede amar a un c¨®digo? Mi genetista japon¨¦s favorito, Susumo Ohno, muerto en enero del 2000, viajaba en los a?os ochenta dando seminarios con un reproductor de casetes muy de la ¨¦poca. Lo que se llamaba un loro. Proyectaba, por ejemplo, la secuencia del gen de la piruvato quinasa (gatacca¡) y pon¨ªa el audio de su traducci¨®n musical. Por supuesto, no hay una forma ¨²nica de convertir en m¨²sica un texto gen¨¦tico. Siendo estrictos, no hay ninguna. Pero Ohno usaba un diccionario honrado, uno que no impon¨ªa su estructura sobre la secuencia de ADN, sino que la absorb¨ªa de ella. El objetivo de Ohno era mostrarnos que el gen no hac¨ªa ruido, sino que generaba m¨²sica. La m¨²sica consiste enteramente en repeticiones de un tema con variaciones, y esa era justo la teor¨ªa de Ohno sobre la evoluci¨®n: que los genes tambi¨¦n consisten en repeticiones con variaciones. Por eso los genes cantan. S¨¦ de varias experiencias, algunas en Madrid, que han explorado esta conexi¨®n entre la gen¨¦tica y la m¨²sica, y tambi¨¦n con los colores y sus armon¨ªas crom¨¢ticas. S¨ª. Se puede amar a un c¨®digo.
Bajando el tono po¨¦tico, hay otra conexi¨®n anecd¨®tica entre el c¨®digo Morse y el c¨®digo gen¨¦tico. El Morse empez¨® siendo un lenguaje sin elegancia matem¨¢tica. Ya sabemos que SOS se dice ¡¤¡¤¡¤ --- ¡¤¡¤¡¤, lo que parece apuntar a que cada letra se compone de tres signos, como por ejemplo S (¡¤¡¤¡¤) y O (---), pero el c¨®digo original de Samuel Morse no funcionaba as¨ª. Por ejemplo, E (¡¤) y Z (¡¤¡¤¡¤ ¡¤). Morse hab¨ªa favorecido a las letras m¨¢s usuales del ingl¨¦s, como la E, y hab¨ªa arrojado al pantano de la excepcionalidad a las m¨¢s infrecuentes, como la Z. Las modificaciones posteriores que internacionalizaron el Morse tendieron a un c¨®digo de tripletes. Como el c¨®digo gen¨¦tico. Quiz¨¢ la simplicidad no est¨¢ en el origen, sino que evoluciona a partir de la irregularidad. Como nuestros verbos auxiliares.
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