?frica como oportunidad
Nuestra estrategia respecto al continente debe estar inspirada en la solidaridad, en t¨¦rminos de igualdad entre socios
Somos testigos de una ¨¦poca protagonizada por un sinf¨ªn de din¨¢micas transfronterizas en un contexto m¨¢s globalizado que nunca. Esta combinaci¨®n cobr¨® particular relevancia el pasado 25 de mayo, en el que se celebr¨® el D¨ªa de ?frica. Una fecha que nos invita a reflexionar sobre lo que en Espa?a y Europa podemos hacer por mejorar y consolidar nuestras relaciones con el continente, y para potenciar la carga positiva de los v¨ªnculos transcontinentales.
Como antiguas metr¨®polis coloniales, tendemos a aferrarnos al esencialismo que nos hizo distinguir entre regiones en virtud de lo que consider¨¢bamos identidades primarias. Es as¨ª, en parte, como naci¨® la distinci¨®n binaria entre norte de ?frica y ?frica subsahariana. El Informe ?frica 2019 de la Fundaci¨®n Alternativas tiene como objetivo superar una serie de narrativas no s¨®lo err¨®neas, sino perniciosas, para lo que es imprescindible el conocimiento mutuo, y en ese sentido librarse de cualquier referencia ¡ªexpl¨ªcita o impl¨ªcita¡ª a la subalternidad del otro. ?frica es multitud de actores, pero un solo continente, as¨ª lo declara, pero no parece cumplirlo el flamante III Plan ?frica. Un continente que lleva d¨¦cadas levantando su presente y su futuro, conscientes sus protagonistas m¨¢s que nadie de los desaf¨ªos y oportunidades que se perfilan en sus respectivos horizontes.
El Magreb representa un microcosmos que en cierto modo condensa algunos de los retos para el continente. Las mal llamadas primaveras ¨¢rabes, y lo que algunos perciben como r¨¦plicas de las sacudidas, representaron un punto de inflexi¨®n, pero no la primera advertencia, del cada vez mayor abismo entre los reg¨ªmenes y sus respectivas poblaciones. T¨²nez, para alivio de todos, se perfila como t¨ªmida excepci¨®n, mientras, la sociedad en Argelia ha demostrado, y sigue demostrando, el poder de la calle para hacer temblar los pilares de un sistema que durante d¨¦cadas ha jugado con un as en la manga. Sud¨¢n representa otro ejemplo del poder de la movilizaci¨®n popular, un levantamiento que, tras meses, y a?os, de lucha multidimensional, no se ha dado a¨²n por vencido.
La situaci¨®n actual en Argelia y Sud¨¢n, al igual que en Libia, arroja, sin embargo, luz sobre una realidad inc¨®moda: la de c¨®mo ?frica se perfila como campo de batalla de futuras guerras regionales e internacionales. Evidencia de ello son las posiciones que pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo avanzan en el Cuerno de ?frica. El neocolonialismo lleva a?os perfil¨¢ndose como una realidad protagonizada por potencias del pasado, presente y futuro, con China como ejemplo. Hoy, la injerencia cobra nuevas dimensiones.<QF>
Los Estados y sociedades africanos son extremadamente diferentes. No son por ello menos conocedores de su interdependencia, tanto entre s¨ª como con otras regiones. Una interdependencia cada vez m¨¢s marcada por una serie de din¨¢micas transfronterizas: integraci¨®n regional de geometr¨ªa variable, fen¨®menos migratorios, urbanizaci¨®n a marchas forzadas, nuevas tecnolog¨ªas, crisis clim¨¢tica, profundizaci¨®n de flujos comerciales y de inversi¨®n, diplomacia religiosa y cultural. Hablamos tambi¨¦n del crecimiento demogr¨¢fico que lleva a?os ocupando portadas que advierten de una bomba a punto de estallar en la orilla norte del Mediterr¨¢neo. Sin embargo, la gran mayor¨ªa de personas migrantes no ans¨ªan cruzar el Mare Nostrum, a pesar de los estereotipos. El desaf¨ªo real lo representa la posibilidad de articular estructuras y narrativas alternativas propias que, desde otros pa¨ªses, continentes e instituciones internacionales, consigamos respetar.
?Qu¨¦ pueden hacer Espa?a y la Uni¨®n Europea? La primera lecci¨®n pendiente es no perder en ning¨²n momento de vista los valores y principios sobre los que erigen su vis atractiva. Ello significa preguntarse qu¨¦ significado le damos al concepto estabilidad como ofuscaci¨®n en nuestras canciller¨ªas. Debemos as¨ª atender a las necesidades de nuestras contrapartes, no s¨®lo los gobiernos sino en particular sus ciudadan¨ªas. Palabras clave en este sentido son sostenibilidad, justicia social y un componente esencial como es la dignidad humana. Sus necesidades pueden ¡ªy suelen¡ª no estar alineadas con nuestros objetivos y/o agendas, y s¨®lo les corresponde a ellos identificarlas.
Es nuestra obligaci¨®n colaborar codo con codo con las respectivas sociedades civiles atendiendo a la inclusividad en un contexto de marcado dinamismo social. Estos actores son garantes a la hora de alcanzar el respeto a los derechos humanos y la cimentaci¨®n de la calidad democr¨¢tica. Nuestras estrategias deben estar inspiradas por el principio de solidaridad, en funci¨®n de igualdad y horizontalidad entre socios. Deben articularse sobre la base de pol¨ªticas coherentes, justas y con la vista puesta en el contexto espec¨ªfico. No nos cansamos de subrayar la importancia del conocimiento mutuo, del intercambio constante, entre actores e instituciones, una tarea a la que el Informe ?frica aspira a contribuir.
Itxaso Dom¨ªnguez de Olaz¨¢bal es coordinadora del Panel de Oriente Pr¨®ximo y Norte de ?frica en la Fundaci¨®n Alternativas
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