Donde dije digo
La autor¨ªa de los proyectos puede no ser definitiva para considerar su utilidad
Lleg¨® el momento en que los partidos pol¨ªticos, por boca de sus dirigentes, empiecen a repetir la cantinela del ¡°donde dije digo, digo Diego¡±. Por suerte, porque eso quiere decir que se avienen a pactar. Hay una (una m¨¢s) faceta tremendista en la cultura pol¨ªtica de los espa?oles que tiende a ver los pactos como algo vergonzoso. Y salen, de nuevo, los principios marxianos, de los que hemos hablado ya mucho.
Pero eso sucede porque se tiende a convertir en principios cuestiones que pueden ser insustanciales, o sea, que no son trascendentales. Mejor dicho, que la autor¨ªa de los proyectos puede no ser definitiva para considerar su utilidad. Se puede poner como ejemplo el gran proyecto de Manuel Carmena para Madrid, Madrid Central. Si la cosa sobrevive a la v¨ªscera que ha movido a la derecha pol¨ªtica, dentro de unos pocos a?os nadie sabr¨¢ distinguir si se trat¨® de un proyecto de derechas o de izquierdas. Y no se podr¨¢ saber o distinguir porque en Europa se est¨¢n fraguando muchos proyectos as¨ª.
Ir contra Madrid Central era facil¨®n desde la oposici¨®n. El argumento mejor lo proporcionaba la genialidad de un hombre como Aznar, que podr¨ªa decir algo as¨ª: ¡°Si yo quiero vivir en una ciudad inc¨®moda y contaminada, ?qui¨¦n me lo va a impedir?¡±.
Es, desgraciadamente, posible que a la derecha madrile?a le caiga encima el horror de triunfar para tener que deshacer la idea. Genios como Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez Almeida, Isabel D¨ªaz Ayuso o Javier Ortega Smith lo han apostado ya todo a desarbolar la idea. ?Saben de verdad lo que hacen?
El invento pol¨ªtico de Albert Rivera, Ciudadanos, est¨¢ a punto de conseguir su sue?o de ser decisivo en muchos sitios, en los que puede permitir, apoy¨¢ndose en una verborrea cada vez m¨¢s propia de gente como Donald Trump, que la derecha m¨¢s est¨²pida de este pa¨ªs pueda dar al traste con proyectos que, sin ser revolucionarios, ayudan a que los ciudadanos vivan en condiciones dignas.
El viaje urgente de S¨¢nchez a Par¨ªs, donde ha tejido con el presidente franc¨¦s alg¨²n acuerdo pol¨ªtico de altura, quiz¨¢ sirva para disuadir a los que se pretenden liberales espa?oles de que dejen las manos libres a los conservadores en cosas como esa.
Alguien tiene que contarles a los representantes de nuestra derecha que estar¨ªa bien que se apuntaran a la llamada, tan f¨¢cil como imprescindible, de hacer la vida mejor a los ciudadanos.
Y si hay que decir Diego, pues ya est¨¢.
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