El comit¨¦ del ¡®martini¡¯
El menor de los males es el trabajo. Integra, por m¨¢s que aliene
No, viajar no cura nada. No cura ni el nacionalismo, ni la estupidez, ni el resfriado. Pero puede estimular un poco el cerebro. Hace a?os visit¨¦ Jap¨®n y me sorprendi¨® que un pa¨ªs tan avanzado tecnol¨®gicamente mostrara algunos rasgos que yo, entonces, identificaba con el atraso. En los peajes de las autopistas, por ejemplo, hab¨ªa una persona que cobraba, no una m¨¢quina. Lo mismo ocurr¨ªa en los aparcamientos. Y en las estaciones de metro una brigada de empleados se desplegaba en el and¨¦n para ayudar a embutir pasajeros en los vagones. En su edici¨®n de la pasada semana, la revista The Economist hablaba de un caso extremo en Tokio: un bar en el que tres camareros aunaban esfuerzos para mezclar un martini. Por principio soy contrario a algo as¨ª, porque una obra de arte (un buen martini lo es) no deber¨ªa ser creada por un comit¨¦. Pero el ejemplo vale. Jap¨®n mantiene millones de empleos mal pagados y aparentemente redundantes. A cambio, durante los ¨²ltimos 50 a?os su nivel de desempleo se ha mantenido en una media del 3%.
La ya citada The Economist dedicaba varias p¨¢ginas a un fen¨®meno ins¨®lito. En las econom¨ªas m¨¢s avanzadas, y en el conjunto de los pa¨ªses de la OCDE, el ritmo de creaci¨®n de empleo es muy alto. Inesperadamente alto. Durante la ¨²ltima d¨¦cada se ha debatido en ambientes acad¨¦micos, pol¨ªticos y period¨ªsticos la hip¨®tesis del fin del trabajo. Las m¨¢quinas se ocupan cada d¨ªa de m¨¢s cosas y de ello puede deducirse que una buena parte de la poblaci¨®n laboral va a quedarse progresivamente sin nada que hacer. De ese fen¨®meno se deriva la propuesta de una renta universal. Es decir, de un sueldo p¨²blico abonado a cada ciudadano para que dedique su vida a lo que le apetezca y se mantenga entretenido.
La renta universal plantea una pregunta obvia: ?qui¨¦n paga? Antes de hablar de renta universal, sin embargo, aparece otra pregunta: si siguen cre¨¢ndose empleos y si las m¨¢quinas destruyen unas actividades pero generan otras, ?por qu¨¦ hablamos de renta universal? Abordemos una tercera pregunta, la m¨¢s crucial y sangrante: ?tiene sentido que alguien trabaje a cambio de un sueldo que no le permite cubrir sus necesidades b¨¢sicas? Eso es lo que est¨¢ ocurriendo a muchos millones de personas. Se llama explotaci¨®n.
Existen mecanismos para corregir o al menos atenuar la explotaci¨®n. El principal, el establecimiento de un salario m¨ªnimo. Los banqueros y los empresarios sostienen que el salario m¨ªnimo reduce la competitividad de las empresas y destruye empleo, pero la realidad demuestra que, en general, no es as¨ª. Salvo cuando el salario m¨ªnimo se fija en 50.000 euros mensuales, cosa que, hasta donde se sabe, no ha ocurrido en ning¨²n sitio.
Al margen de esos mecanismos correctivos, lo que debemos decidir es si es mejor un empleo con un salario indignamente bajo o un subsidio tambi¨¦n (no nos enga?emos) indignamente bajo. La vida consiste, en general, en elegir el menor de los males. Y el menor de los males es el trabajo. Porque integra, por m¨¢s que aliene. Porque permite mantener expectativas. Y porque la inactividad subsidiada resulta destructiva. Personalmente, creo que preferir¨ªa formar parte de un comit¨¦ mezclador de martinis (cosa que me horroriza) a beberme ese martini con cargo al contribuyente.
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