?Hay un Errej¨®n en Ciudadanos?
La incomodidad del sector m¨¢s liberal del partido de Albert Rivera con la ultraderecha parece evidente
Albert Rivera tiene ante s¨ª una decisi¨®n que va a marcar de forma casi definitiva el papel de Ciudadanos en el mapa pol¨ªtico de Espa?a. La gran decisi¨®n. El giro estrat¨¦gico a la derecha que dio para intentar el fallido sorpasso al PP ha alejado a Rivera de la centralidad que quer¨ªa desempe?ar en el sistema pol¨ªtico, un espacio que ha ocupado de nuevo el PSOE tras la arriesgada operaci¨®n de la moci¨®n de censura a Rajoy.
Los resultados de las elecciones del 26-M dejan a Cs en la disyuntiva de elegir entre un acuerdo global con el PP y, aunque sea de tapadillo, con Vox o alcanzar acuerdos de geometr¨ªa variable, negociando y pactando a izquierda y derecha.
Un acuerdo general con PP y Vox tendr¨¢ unas consecuencias internas que Rivera ya ha podido comprobar en Barcelona, donde Manuel Valls ha advertido de que una alianza con el partido de extrema derecha significar¨ªa su ruptura total con Cs. Presentar los pactos como en Andaluc¨ªa (acuerdo de investidura PP-Vox y acuerdo de gobierno PP-Cs) no parece que vaya a funcionar en esta ocasi¨®n ya que el partido de ultraderecha no est¨¢ dispuesto a tolerar un nuevo desplante de Rivera.
Este acuerdo, adem¨¢s, comprometer¨ªa la posici¨®n de Ciudadanos en el grupo liberal europeo, en el que Emmanuel Macron, referente de Rivera y gran adversario del populismo de derechas, ejerce una gran influencia. La incomodidad del sector m¨¢s liberal de Cs (?atenci¨®n a Luis Garicano, un europe¨ªsta convencido!) con la ultraderecha parece evidente. La alternativa de abrirse a acuerdos con el PSOE tambi¨¦n es compleja. Rivera ha recurrido en demasiadas ocasiones a la hip¨¦rbole (S¨¢nchez se ha ¡°vendido¡± al independentismo, S¨¢nchez es el ¡°candidato de los enemigos de Espa?a¡±...) pese a que la tozuda realidad no se compadec¨ªa con estas afirmaciones (las generales se precipitan tras el rechazo del secesionismo a los Presupuestos de este a?o). Pactar gobiernos municipales y auton¨®micos con el PSOE (optar por Gabilondo en lugar de D¨ªaz Ayuso en Madrid, por ejemplo), supondr¨ªa dejar de nuevo el voto m¨¢s conservador en manos de Casado, alimentar el discurso de la ¡°veleta naranja¡±, enmendar, en definitiva, la personal¨ªsima decisi¨®n de Rivera de conducir a Cs a competir solo en el terreno de la derecha.
Con sus diferencias evidentes, la trascendencia de la decisi¨®n que tiene que tomar Rivera se asemeja a la que Iglesias asumi¨® tras los comicios de 2015, cuando rehus¨® apoyar la investidura de S¨¢nchez con la idea en el horizonte de que unas nuevas elecciones le permitir¨ªan alcanzar la hegemon¨ªa de la izquierda. Tras la repetici¨®n de las elecciones, Podemos inici¨® un declive que a¨²n no ha podido amortiguar y que ahora le lleva a desempe?ar un papel subordinado. Internamente, Iglesias se distanci¨® de ??igo Errej¨®n, su amigo, su n¨²mero dos, el Pepito Grillo que dice al l¨ªder lo que no quiere o¨ªr. ?Hay un Errej¨®n en Ciudadanos?
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