Doris Day, un espejismo colectivo
DORIS DAY represent¨® la ilusi¨®n ¨®ptica de una Am¨¦rica feliz y confiada. Viv¨ªa en un pa¨ªs en el que hasta los perros viajaban en Cadillac. No recuerdo que en sus pel¨ªculas salieran hombres negros o mujeres negras, a menos que trabajaran de criados o criadas, pero s¨ª que, en diciembre de 1955, el mismo a?o de la foto, Rosa Parks acabar¨ªa en la c¨¢rcel por ocupar en el autob¨²s el asiento de un blanco.
¡ªEstaba cansada ¡ªme parece que le dijo al juez.
No se refer¨ªa al cansancio normal de una jornada de trabajo, sino al de d¨¦cadas de violencia por parte de la mayor¨ªa blanca. Significa que la realidad y el cine no siempre se encuentran en la misma onda.
La mascota de Day se sentaba donde le daba la gana. Ah¨ª la tienen, recibiendo el cari?o de las multitudes. Observen la dentadura de la actriz, la perfecci¨®n de los bucles y las ondas de su cabello, el n¨²mero exacto de los dedos de su mano derecha, sus cejas, sus ojos, sus dos fosas nasales. No le falta ni le sobra nada. El guiso est¨¢ en su punto. Su Qu¨¦ ser¨¢, ser¨¢, por otra parte, jam¨¢s son¨® a incertidumbre existencial. Se trataba de una pregunta ret¨®rica, pues d¨¢bamos por supuesto que todo ir¨ªa bien, incluso que ir¨ªa mejor. Le fue bien al perrito, le fue bien a ella, les fue bien a sus productores y a la marca de autom¨®viles. Muri¨® ayer, como el que dice, a los 97 a?os, quiz¨¢ un poco harta de su complicidad con el espejismo colectivo que lleg¨® a representar. Tal vez unos segundos antes de extinguirse, al venirle a la memoria todos aquellos momentos que hab¨ªan colmado su existencia, se dijo: ?Qu¨¦ descanso!?
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