La m¨²sica del federalismo
En ocasiones, se olvida la igualdad de los ciudadanos como personas concretas, no como territorios
En 1787, el colectivo Publius (Alexander Hamilton, James Madison y John Jay) public¨® en Nueva York una serie de art¨ªculos para convencer a sus conciudadanos de ratificar la Constituci¨®n aprobada poco antes por la Convenci¨®n en Filadelfia. Los escritos fueron reunidos despu¨¦s bajo el t¨ªtulo de El federalista (The Federalist Papers) y constituyen hoy todav¨ªa uno de los m¨¢s perspicaces an¨¢lisis del fundamento y el esqueleto de una rep¨²blica moderna y espec¨ªficamente de una de naturaleza federal. L¨²cidos, realistas y discutibles, como lo prueba que sigan siendo debatidos en la actualidad.
Otros art¨ªculos del autor
Pues bien, no parece sino que en nuestra actualidad hispana todo el que es alguien en el mundo progresista ha decidido emular a Publius en lo de titularse ¡°federalista¡±. Tr¨¢tese de practicones o de te¨®ricos, todo el espectro pol¨ªtico de izquierdas coincide en que lo suyo es ser y defender el federalismo como futuro inevitable de organizaci¨®n del pa¨ªs. La diferencia, ?ay!, es que entre nosotros nadie explica nada, nadie concreta en que consistir¨¢ ese federalismo (m¨¢s all¨¢ de una huera palabrer¨ªa sobre plurinacionalidad y asimetr¨ªa), nadie propone un texto articulado: lo de federalista suena tan bien que coloca al que tal se declara m¨¢s all¨¢ de la necesidad de elaborar su pensamiento. Un eslogan o tuit pasa por ello.
Dec¨ªa el profesor Francisco Sosa Wagner, en su intervenci¨®n ante aquella mesa del Congreso que trat¨® de la reforma constitucional hace un par de a?os, que lo m¨ªnimo que se puede hoy pedir a quien proponga una reforma en la Constituci¨®n es que presente para poder hablar un texto concreto alternativo. Que ponga en un texto a doble columna la redacci¨®n actual y la que propone. Es la ¨²nica forma de saber de qu¨¦ hablamos. Como hicieron los fundadores, se trata de defender un texto, no de tararear una m¨²sica.
?Ser¨¢ el mismo el estatus de ciudadan¨ªa en toda Espa?a? ?A qu¨¦ aspectos alcanzar¨¢ la igualdad y a cu¨¢les la diferencia?
Por ejemplo, se trata de concretar (y concretar quiere decir descender a las cifras) qu¨¦ va a ser de la igualdad en ese federalismo reclamado. S¨ª, ya sabemos que este se funda sobre el respeto a la diferencia de las partes federadas, es decir, en la desigualdad del r¨¦gimen de inserci¨®n de los territorios en lo com¨²n. Pero hay otro ¨¢mbito de la igualdad que se olvida en esa m¨²sica, y es la igualdad de los ciudadanos como personas concretas, no como territorios. ?Ser¨¢ el mismo el estatus de ciudadan¨ªa en toda Espa?a? ?A qu¨¦ aspectos alcanzar¨¢ esa igualdad y a cu¨¢les la diferencia? ?Ser¨¢n los derechos relativos a los servicios del Estado de bienestar iguales? ?Gozar¨¢n de la misma financiaci¨®n por parte de la Administraci¨®n? Hoy en Espa?a la brecha de la financiaci¨®n foral respecto a la com¨²n es ya del 100%; el ciudadano foral es el doble de ciudadano que el corriente. Pero incluso entre las comunidades aut¨®nomas del r¨¦gimen com¨²n la dispersi¨®n en la financiaci¨®n llega tambi¨¦n al 100%: Cantabria recibe el doble de financiaci¨®n por habitante ponderado que Valencia. La redistribuci¨®n de rentas ?funcionar¨¢ a nivel de Estado o solo de territorios? ?Y con qu¨¦ intensidad? ?Qu¨¦ propones en concreto, Publius?
Se trata de plasmar (y tambi¨¦n bajando a la realidad del d¨ªa a d¨ªa) qu¨¦ va a ser de la libertad personal en ese federalismo que se silba tan bonito. De nuevo, anticipamos que cada territorio, naci¨®n, Estado o regi¨®n regular¨¢ la ense?anza, la cultura, la identidad y la lengua. Claro, pero ?c¨®mo se proteger¨¢ a las personas concretas de la discriminaci¨®n o de la imposici¨®n, del af¨¢n por educarlas y hablarlas a gusto de la mayor¨ªa local? Porque la regla democr¨¢tica de la mayor¨ªa no basta para proteger a los ciudadanos de, precisamente, las mayor¨ªas democr¨¢ticas; para eso hacen falta reglas y contrapoderes. ?Cu¨¢les propones, Publius moderno? ?O lo abandonas¡ a lo que salga?
Y no dejemos de lado algo que muy sensatamente advirti¨® Juan Jos¨¦ Linz hace ya a?os (el profesor de Yale debe ser colocado en el linaje de los emp¨ªricos, lejos de los m¨²sicos): aunque suene sorprendente a algunos, por ejemplo a nuestro Publius, resulta que el federalismo y sus instituciones trabajan directamente en contra de la uni¨®n, es decir, a favor de la disgregaci¨®n de un Estado, si y cuando las ¨¦lites gobernantes en las subunidades federadas no hacen un uso de ¨¦l deliberadamente dirigido a promover la uni¨®n en un clima de concordia nacional. Si usan los poderes federativos para crear un clima de hostilidad, el Estado ser¨¢ inviable a corto plazo. Pron¨®stico cuyo acierto ha quedado ya demostrado por estos lares, ?no?
El Publius original propon¨ªa el federalismo para unir a unas colonias hasta entonces separadas en una laxa confederaci¨®n inconexa (to go together). Nuestro Publius redivivo propone el federalismo para ver si as¨ª el invento no se rompe del todo, para ver de pegar lo que los separatistas desean romper y van rompiendo desde hace a?os (to keep together). Pero ?es que vale el federalismo para eso cuando no se queda en mera m¨²sica y se propone con detalle y precisi¨®n? Haga nuestro Publius el esfuerzo de concretar, y entonces veremos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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