La misteriosa ausencia de una firma deja a una decena de cient¨ªficos sin financiaci¨®n p¨²blica
Algunos investigadores afectados culpan a un supuesto error inform¨¢tico, que el Ministerio de Ciencia niega
La cient¨ªfica Elena G¨®mez D¨ªaz se siente desde el pasado 9 de enero como el protagonista de la novela El proceso, el relato de Kafka sobre la pesadilla de un hombre ante un delirante laberinto burocr¨¢tico. La investigadora es experta en el par¨¢sito de la malaria, una enfermedad que mata cada a?o a casi medio mill¨®n de personas, la mayor¨ªa ni?os del ?frica subsahariana. Aquel 9 de enero, recibi¨® un mensaje de la Agencia Estatal de Investigaci¨®n, el principal organismo financiador de la ciencia en Espa?a. G¨®mez D¨ªaz hab¨ªa pedido una ayuda de 200.000 euros para proseguir su trabajo en el laboratorio, pero hab¨ªa un problema.
Su solicitud de dinero, seg¨²n advert¨ªa la agencia, estaba escrita con el tipo de letra Times New Roman, tama?o 11, como mandaban las normas, pero hab¨ªa utilizado una dimensi¨®n inferior en algunos pies de foto y en las referencias bibliogr¨¢ficas. El error deb¨ªa ser subsanado para que su proyecto pudiera ser evaluado para su posible financiaci¨®n.
"La visi¨®n que nos deja esto es de una ciencia tremendamente burocr¨¢tica y desalmada", lamenta la investigadora Elena G¨®mez
El 14 de enero, G¨®mez D¨ªaz volvi¨® a enviar su dosier corregido al programa inform¨¢tico del Ministerio de Ciencia, esta vez con todas las palabras escritas en Times New Roman, tama?o 11. Sin embargo, el 12 de febrero recibi¨® otro mensaje: su petici¨®n hab¨ªa sido rechazada sin llegar a ser estudiada, porque faltaba la firma electr¨®nica del director de su centro, el Instituto de Parasitolog¨ªa y Biomedicina L¨®pez Neyra del CSIC, en Granada. La firma, imprescindible, s¨ª estaba en la primera solicitud. El equipo de G¨®mez D¨ªaz se quedaba sin financiaci¨®n.
¡°Nos encontramos en una situaci¨®n dram¨¢tica por las consecuencias que implica: despedir a personas y ver interrumpida tu actividad¡±, lamenta la cient¨ªfica. ¡°La visi¨®n que nos deja esto es de una ciencia tremendamente burocr¨¢tica y desalmada que deja a investigadores del m¨¢s alto nivel en la cuneta¡±, sentencia. El 18 de febrero, el director de su centro, Mario Delgado, present¨® un recurso alegando que no firm¨® porque no le apareci¨® ning¨²n documento pendiente de firma en la aplicaci¨®n inform¨¢tica del Ministerio de Ciencia, seg¨²n los documentos a los que ha tenido acceso EL PA?S.
Nueve investigadores del CSIC se han quedado sin financiaci¨®n por una misteriosa falta de firma similar, seg¨²n fuentes del organismo, que ha presentado recursos en todos los casos. Para el CSIC, podr¨ªa tratarse de un error inform¨¢tico. Pero el director de la Agencia Estatal de Investigaci¨®n, Enrique Play¨¢n, sugiere posibles despistes. ¡°Para un investigador que se queda fuera, es una situaci¨®n devastadora. Lo entiendo perfectamente¡±, subraya. ¡°Pero nuestros inform¨¢ticos pueden verificar si un documento estuvo [en la aplicaci¨®n inform¨¢tica] para ser firmado y, por las circunstancias que fueran, el representante legal no lo firm¨®¡±, se?ala.
"Si pueden demostrar que hubo un error por parte de la agencia, les daremos la oportunidad de ser evaluados", afirma el director
Play¨¢n, un experto en regad¨ªos que hasta hace medio a?o era un investigador m¨¢s, detalla que la agencia ha recibido unas 6.400 solicitudes de toda Espa?a para optar a estas ayudas, las m¨¢s importantes para la ciencia espa?ola. Son los llamados proyectos de Generaci¨®n de Conocimiento y de Retos de Investigaci¨®n, con una inversi¨®n de 359 millones de euros. Casi la mitad de los solicitantes recibir¨¢n financiaci¨®n. Y solo 16 investigadores han presentado recursos, seg¨²n recalca Play¨¢n, incluyendo a la decena de afectados por la enigm¨¢tica ausencia de la firma electr¨®nica. ¡°Si pueden demostrar que hubo un error por parte de la agencia, les daremos la oportunidad de ser evaluados¡±, apunta.
Francisca Mart¨ªnez, investigadora del CSIC en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, se encuentra en la misma situaci¨®n. Solicit¨® financiaci¨®n para continuar sus investigaciones sobre el impacto del cambio clim¨¢tico a trav¨¦s del estudio de sedimentos marinos. ¡°Mi proyecto tambi¨¦n fue excluido por el tama?o de letra del pie de las figuras y, una vez presentada la subsanaci¨®n, por no haberla firmado el representante legal¡±, explica. ¡°Creemos que es una situaci¨®n tremendamente injusta que no deber¨ªa repetirse. Al menos, que nuestro caso sirva para tomar medidas y que la evaluaci¨®n de la ciencia en nuestro pa¨ªs no se base en criterios tan absurdos y rid¨ªculos como el tama?o de letra de un pie de una figura¡±, critica.
Javier Oroz se incorpor¨® el a?o pasado al Instituto de Qu¨ªmica-F¨ªsica Rocasolano, en Madrid, procedente del Instituto Max Planck de Biof¨ªsica Qu¨ªmica, en Gotinga (Alemania). Investiga los mecanismos moleculares del alzh¨¦imer. ¡°Se me pidi¨® subsanar mi solicitud de proyecto por el tama?o de letra de dos pies de figura y, si no recuerdo mal, de la bibliograf¨ªa¡±, expone. El relato coincide de nuevo. ¡°El director de mi centro no recibi¨® alarma alguna de requerimiento de firma¡±, asegura Oroz.
La agencia estudia caso por caso para ver si la culpa es de un error inform¨¢tico o de un despiste de los directores de los centros
La qu¨ªmica Aitana Tamayo cometi¨® el error de utilizar el tipo de letra Calibri, en lugar de los permitidos Arial o Times New Roman, aunque respet¨® el tama?o 11. ¡°Al realizar la subsanaci¨®n de la memoria, el representante legal no firm¨®. Por lo tanto, se consider¨® que hab¨ªa desistido de realizar la subsanaci¨®n requerida¡±, explica. Tamayo, del Instituto de Cer¨¢mica y Vidrio del CSIC, en Madrid, ped¨ªa financiaci¨®n para intentar desarrollar dispositivos de liberaci¨®n sostenida de f¨¢rmacos a trav¨¦s de la piel.
El director de la Agencia Estatal de Investigaci¨®n defiende las normas. ¡°Si no pides un tama?o, todo el mundo pone una letra diminuta para meter m¨¢s informaci¨®n que el vecino. Y eso no es justo¡±, advierte Play¨¢n. ¡°En muchos aspectos de nuestra vida tenemos que rellenar formularios en los que caben unos determinados caracteres. Un tuit son 280 caracteres, ni uno m¨¢s. Eso es lo que estamos buscando: que todo el mundo tenga la oportunidad de poner la misma informaci¨®n¡±, argumenta.
El ge¨®logo Antonio Acosta ve demasiada rigidez en el sistema. ?l pertenece al CSIC y pidi¨® dinero para estudiar los elementos que componen la capa m¨¢s superficial de la Tierra. A la hora de presentar su curr¨ªculum, mezcl¨® dos tipos de letra con el tama?o especificado por la agencia, pero una de las tipograf¨ªas no estaba permitida. ¡°Yo present¨¦ un curr¨ªculum con tres p¨¢ginas y media¡±, explica. El l¨ªmite legal eran cuatro p¨¢ginas. ¡°Al solventar el problema y presentar un curr¨ªculum con un solo tipo de letra, el curr¨ªculum final ten¨ªa la misma longitud: tres p¨¢ginas y media. Nada cambi¨®. Esto es un exceso de celo profesional del funcionario de turno, que no entend¨ªa el fin ¨²ltimo de las normas de la convocatoria¡±, lamenta.
¡°Es como pegarte un tiro en el pie y, un segundo m¨¢s tarde, caer redondo al suelo, pero seguir convencido del deber realizado porque apretaste el gatillo seg¨²n viene descrito en un documento oficial de referencia¡±, opina.
Como en los dem¨¢s casos, Acosta subsan¨® los errores, pero se qued¨® fuera porque faltaba la firma electr¨®nica del representante legal de su centro, de nuevo el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra. Sobre esta misteriosa ausencia de firmas en una decena de expedientes, el director de la agencia es tajante. ¡°No podemos fiarnos de la palabra de nadie, porque si lo hici¨¦ramos estar¨ªamos, con la mejor de nuestras voluntades, siendo arbitrarios¡±. Su organismo publicar¨¢ de manera ¡°inminente¡± su resoluci¨®n definitiva, tras estudiar caso por caso para ver si la falta de firma fue un error inform¨¢tico o un despiste de los directores de los centros. El pasado viernes, Play¨¢n vio el resultado del primer expediente analizado por la agencia. No hubo error inform¨¢tico.
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