La moda migratoria, en cuatro tendencias
Las crisis fronterizas han provocado respuestas pol¨ªticas inquietantes. Algunas est¨¢n aqu¨ª para quedarse
A medida que el polvo de las recientes crisis fronterizas comienza a depositarse, el panorama es uno en el que las migraciones determinan el debate p¨²blico m¨¢s de lo que lo han hecho en el ¨²ltimo medio siglo. Sus implicaciones directas ¨Cpara los derechos humanos, la econom¨ªa y la seguridad¨C e indirectas ¨Ccomo palanca de intereses m¨¢s amplios¨C encumbran y derriban gobiernos, definen carreras pol¨ªticas y moldean las sociedades que seremos en los pr¨®ximos a?os.
Estas son cuatro tendencias que se han desencadenado durante este tiempo, que en cierto modo se retroalimentan, y de las que costar¨¢ zafarse:
1. Se impone lo reactivo. Para algunos, la llegada de migrantes es una amenaza a la seguridad y la identidad de quienes los reciben. Para otros, se trata de una emergencia humanitaria, magnificada por la rapidez con la que se diluyen las l¨ªneas rojas. La mayor¨ªa de los comentaristas han elegido limitarse a responder a la realidad extrema de unos pocos en las fronteras m¨¢s calientes y publicitadas (Sur de Estados Unidos, Venezuela, Mediterr¨¢neo), antes que considerar la realidad amplia de 260 millones de migrantes cuyo potencial sigue atrapado en un modelo de movilidad del siglo XIX. La ausencia de estrategias alternativas (cualquier idea que no reduzca a los inmigrantes a las categor¨ªas de amenaza o v¨ªctima) se traduce en un fabuloso coste de oportunidad.
2. La ventana de Overton se estrecha y se escora hacia la derecha. El populismo antinmigraci¨®n no est¨¢ ganando la partida por sus trofeos electorales, sino por su habilidad para contaminar a los grupos pol¨ªticos tradicionales y convertir en aceptable lo que antes era intolerable. La deriva xen¨®foba del victorioso partido socialdem¨®crata dan¨¦s es el ejemplo m¨¢s reciente de este fen¨®meno. Espa?a es el m¨¢s cercano: los pactos con Vox impedir¨¢n cualquier iniciativa migratoria liberal de Cs y PP. Hoy la movilidad humana es percibida como un problema que debe ser combatido o evitado. Buena parte de la comunidad del desarrollo participa en este juego cuando alimenta la l¨®gica paternalista del ¡°hay que ayudarles a no emigrar¡±.
3. Corremos el riesgo de perder la ventana de oportunidad demogr¨¢fica. Europa y, en menor medida, Estados Unidos, envejecen a zancadas. La pir¨¢mide demogr¨¢fica, cada vez m¨¢s invertida, act¨²a como un aspirador de atracci¨®n de migrantes, por encima de la robotizaci¨®n de los mercados de trabajo. El otro im¨¢n es la desigualdad (real y percibida), que espolea las aspiraciones de prosperidad m¨¢s all¨¢ de cualquier valla. La incapacidad de gobernar los flujos (en vez de detenerlos) puede impedir a Europa aprovechar una ventana de oportunidad demogr¨¢fica que se mantiene abierta en ?frica pero que empieza a cerrarse en Am¨¦rica Latina y Asia. Las oportunidades de migraci¨®n segura y ordenada reducen eficazmente el atractivo de la irregularidad y multiplican los beneficios para los pa¨ªses de origen y destino.
4. En medio de este erial pol¨ªtico, los brotes de creatividad se producen en los m¨¢rgenes. El Pacto Mundial por las Migraciones es una de las escas¨ªsimas buenas noticias de estos ¨²ltimos a?os. Pero su verdadero valor no es el de un acuerdo global capaz de imponerse a los Estados miembros, sino el de un terreno de juego que los participantes pueden utilizar y en el que las mejores jugadas son replicadas. Algunos de estos partidos ya se est¨¢n desarrollando con ¨¦xito (y de manera discreta) en los m¨¢rgenes del tablero global: el programa de migraci¨®n temporal de Nueva Zelanda, los esfuerzos de Uganda por garantizar condiciones laborales dignas a los refugiados, la Iniciativa para el Fomento de la Movilidad Laboral del Centre for Global Development o la iniciativa de integraci¨®n y acogida Welcoming America.
Experiencias relevantes en donde lo mejor que han hecho los gobiernos es no ponerse en medio con sus aspavientos hist¨¦ricos. Tal vez por eso no salen en las noticias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.