Cuando la defensa es Manada
El abogado de La Manada no asume que las relaciones sexuales entre hombres y mujeres requieren consentimiento por ambas partes
La defensa de La Manada, encabezada por Agust¨ªn Mart¨ªnez, ha hecho el alegato definitivo: "Ella s¨ª quer¨ªa hacerlo". ?Y c¨®mo ha llegado a esta conclusi¨®n? Porque no le hicieron el da?o suficiente. "No hay dolor a pesar de que mantuvo relaciones sexuales anales¡±, ha asegurado la defensa. Porque: ¡°Para que sea no, hay que decir no".
Por suerte, el Tribunal Supremo tambi¨¦n ha hablado: no fue abuso sexual sino una violaci¨®n en grupo. Sin embargo, las palabras de la defensa a¨²n coinciden con el pensamiento de una buena parte de la poblaci¨®n y conecta con una idea extendida de lo que significa la palabra violaci¨®n y lo que es peor y m¨¢s grave, con la idea que tenemos de lo que es una relaci¨®n sexual entre un hombre y una mujer.
La defensa imagina al hombre como un aut¨¦ntico depredador sexual, con propensi¨®n natural a la expansi¨®n seminal e incluso, ?por qu¨¦ no? a la violaci¨®n. La defensa imagina a una mujer d¨¦bil y pasiva en el sexo responsable de frenar los deseos irrefrenables de los hombres. Las palabras de la defensa van a ser criticadas por muchas mujeres, pero son tambi¨¦n un escupitajo en la cara de todos los hombres que debieran darse tambi¨¦n (y de una vez) por aludidos. La defensa cree que los hombres necesitan ayuda para controlar sus acciones sexuales, puesto que su deseo es incontrolable. La defensa cree que los t¨ªos son como animales.
La defensa cree que habla desde la verdad, como solo lo hacen quienes basan sus ideas en creencias, cuyo poder ret¨®rico puede llegar a superar el de la verdad. Pero adem¨¢s, la defensa es culta y preparada. La defensa ha le¨ªdo. Tiene toda la historia de la cultura patriarcal para documentarse y asentar sus creencias. Seguro que conoce bien el Ars Amatoria de Ovidio, por ejemplo: ¡°Aunque diga que la has pose¨ªdo con violencia, no te importe; esa violencia gusta a las mujeres¡±. O alguna de las perlas de Lord Byron: ¡°Aunque llor¨® su imprudencia e intent¨® resistir diciendo en voz baja que no consentir¨ªa jam¨¢s¡ ?as¨ª fue como ella consinti¨®¡±.
Pero no solo es culta y segura de s¨ª misma. La defensa es tambi¨¦n emp¨¢tica y ha desarrollado con el tiempo grandes habilidades psicol¨®gicas a la hora de entender a las mujeres. La defensa habr¨¢ estudiado, seguro, a Freud cuando explicaba eso de que bajo el recatado comportamiento de una mujer se esconde a menudo ¡°una hiperactiva imaginaci¨®n sexual que a veces origina falsas acusaciones de violaci¨®n¡±.
A quien la defensa no ha le¨ªdo es a Virgine Despentes en su teor¨ªa King Kong, donde confiesa por qu¨¦ no denunci¨® su propia violaci¨®n: ¡°Mi defensa es una prueba que habla contra m¨ª¡±, explica la escritora. Y tiene raz¨®n. Porque muchas defensas en todo el mundo piensan como la defensa. Por eso creen que es importante que nos hagan da?o, que sangremos, que nos duela, que nos resistamos hasta la muerte si es preciso. De lo contrario es que nos gusta, porque hemos venido a este mundo a dejarnos hacer, a follar como perras. Despu¨¦s de todo, nuestros compa?eros sexuales son unos aut¨¦nticos animales. Y hacemos buena pareja.
A quien tampoco conocer¨¢ la defensa es a Mithu M. Sanyal, que analiza en su magn¨ªfico ensayo,?Violaci¨®n, las consecuencias jur¨ªdicas de la forma en que imaginamos la agresi¨®n sexual. Si hubiera estudiado m¨¢s all¨¢ de la creencia y el prejuicio, entonces la defensa sabr¨ªa que por mentalidades como la suya, la legislaci¨®n alemana no reconoci¨® la violaci¨®n dentro del matrimonio hasta 1997. Sabr¨ªa tambi¨¦n, siguiendo a M. Sanyal, que en Estados Unidos hac¨ªa falta un pene para violar hasta 2012, porque las mujeres se entend¨ªan como sujetos violables y los hombres como potenciales violadores. La defensa, por supuesto, no tiene ni idea de que un hombre tambi¨¦n tiene derecho a decir no. La defensa no sabe que hay libros que se titulan La palabra m¨¢s sexy es s¨ª, como el de Shaine Joy Machlus. La defensa no asume que las relaciones sexuales entre hombres y mujeres requieren consentimiento por ambas partes.
La defensa no sabe que el camino hacia la igualdad debemos construirlo imaginando el sexo de otra manera. La defensa no sabe que la sexualidad es peor para todos si consiste en hacer inferiores a las mujeres. La defensa cree que hombres y mujeres somos antag¨®nicos y complementarios, igual que (imagina) nuestros genitales. La defensa no sabe que existe el glande del cl¨ªtoris, que tambi¨¦n crece cuando una mujer se excita y se pone duro. La defensa no est¨¢ dispuesta a aceptar el sexo entre semejantes, la defensa no est¨¢ dispuesta a aceptar que somos iguales. Y as¨ª lo expresa. Por eso, la defensa es tambi¨¦n Manada. Menos mal que la defensa no puede parar lo que ya ha sucedido: millones de mujeres y hombres hemos imaginado la igualdad. Tambi¨¦n la igualdad sexual. Y nuestra imaginaci¨®n cambia el mundo. Por eso la defensa no solo ha perdido, la defensa est¨¢ perdida.
Nuria Labari es escritora y periodista, autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).
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