Falta de ambici¨®n

Todos los informes cient¨ªficos realizados al amparo de Naciones Unidas advierten de que el tiempo disponible para tomar medidas eficaces que eviten los peores efectos del cambio clim¨¢tico se agota. La pr¨®xima d¨¦cada ser¨¢ decisiva. Desde esta perspectiva, la evaluaci¨®n de los planes de energ¨ªa y clima presentados por los 28 pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea resulta preocupante. Aunque se trata de planes preliminares, los compromisos que figuran en ellos no garantizan, en conjunto, el cumplimiento de los objetivos fijados por la UE seg¨²n lo establecido en el Acuerdo de Par¨ªs para combatir el calentamiento global.

La UE se ha fijado como objetivo que en 2030 se hayan reducido un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto de los niveles de 1990; que el consumo final de energ¨ªa procedente de fuentes renovables alcance el 32%, y que la eficiencia energ¨¦tica mejore en otro 32%. Ninguno de ellos se alcanzar¨¢ si los miembros m¨¢s rezagados y renuentes, la mayor¨ªa de ellos pa¨ªses del Este, no hacen el esfuerzo necesario y asumen su parte al¨ªcuota de compromiso en los planes definitivos que han de presentarse en diciembre. Lamentablemente, no parecen muy dispuestos a ello. El incumplimiento de los objetivos es claramente un problema de voluntad pol¨ªtica.

Resulta tambi¨¦n decepcionante que, por culpa de algunos pa¨ªses encabezados por Polonia, la cumbre de jefes de Estado no haya podido alumbrar el compromiso de alcanzar en 2050 la neutralidad clim¨¢tica, es decir, no producir m¨¢s gases de efecto invernadero de los que la naturaleza es capaz de absorber. De nuevo la oposici¨®n de varios pa¨ªses del Este ha dejado esta propuesta, que apoyaban con ¨¦nfasis Espa?a y Francia, en una mera declaraci¨®n de intenciones. Los opositores exigen compensaciones financieras por el esfuerzo adicional que deben hacer. La UE deber¨¢ tomarlo en consideraci¨®n, pero hay que recordarles que la pertenencia a la Uni¨®n implica ventajas y derechos, pero tambi¨¦n costes y deberes. Tampoco en la agenda de supresi¨®n del carb¨®n se avanza adecuadamente: solo ocho pa¨ªses, entre ellos Espa?a, incluyen en sus planes un calendario concreto para prescindir de este combustible altamente contaminante.

La descarbonizaci¨®n de la econom¨ªa es un paso imprescindible para evitar que las temperaturas se eleven a final de siglo por encima de dos grados cent¨ªgrados respecto de la ¨¦poca preindustrial, teniendo en cuenta que ya ha subido alrededor de un grado. Pero tambi¨¦n para reducir la dependencia energ¨¦tica que Europa tiene ahora respecto de los suministros de gas y petr¨®leo.

Debemos congratularnos, en cambio, de que Espa?a haya pasado de ser uno de los pa¨ªses m¨¢s atrasados y m¨¢s remisos a asumir la agenda clim¨¢tica a ser considerado un modelo a seguir en cuanto a propuestas de intervenci¨®n y buenas pr¨¢cticas ambientales. Tras a?os de par¨¢lisis, nuestro pa¨ªs se ha colocado entre los l¨ªderes europeos en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, con objetivos que superan incluso los fijados por la UE. Espa?a se propone, por ejemplo, que la energ¨ªa procedente de fuentes renovables alcance dentro de 10 a?os el 40%. En estos momentos es el 17,5% y, aunque estamos lejos de los niveles que ya han logrado pa¨ªses como Suecia (54,5%) o Finlandia (41%), el plan presentado por el Gobierno supone un cambio de paradigma y ha sido elogiado por la Comisi¨®n Europea como uno de los m¨¢s cre¨ªbles y ambiciosos.