Los s¨ªntomas iniciales
Reconozcamos que nuestro siglo naci¨® con Tiananmen, 30 a?os atr¨¢s, y empecemos a tratar al paciente como manda el oficio m¨¦dico
Desde hace tiempo hay una l¨ªnea de historiadores que sit¨²an el comienzo del siglo XXI en la represi¨®n china de los manifestantes de la plaza de Tiananmen en junio de 1989. Se oponen, por lo tanto, a quienes fijan el inicio de siglo en el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York. La controversia tiene su inter¨¦s, porque son dos formas de aproximarse a los ciclos humanos. Los que optan por el segundo sobrevaloran la capacidad del trauma para torcer las certezas. Es cierto que tras los atentados brutales nos introdujimos en una ¨¦poca en la que regresaron la tortura institucionalizada, el espionaje gubernamental, el control exacerbado y la limitaci¨®n de libertades, incluida la de expresi¨®n. Una regresi¨®n provocada por el estado de miedo que se inocul¨® en los pa¨ªses occidentales. Sin embargo, los que datan el comienzo del siglo XXI en la represi¨®n de las autoridades chinas sobre los manifestantes estudiantiles presentan un cuadro mucho m¨¢s ambicioso a la hora de retratar el tiempo en que estamos. Ampl¨ªan el foco para incluir la condici¨®n m¨¢s decisiva del momento en que vivimos. Y ese detalle no puede ser otro que el econ¨®mico.
De todos los traumas que hemos vivido en este cambio de siglo el m¨¢s sintom¨¢tico es el del modelo de mercado. La transgresi¨®n de los c¨®digos laborales, la frenopat¨ªa financiera y la llegada incontrolable de las nuevas tecnolog¨ªas a nuestro entorno tradicional son los hitos que han reescrito la forma de vivir contempor¨¢nea. Y todo ello nace, por desgracia, en la represi¨®n que tuvo lugar en la plaza de Tiananmen. All¨ª, los j¨®venes urbanitas chinos llegaron a reclamar libertades frente a los tanques y el control del partido ¨²nico. El resultado fue una represi¨®n salvaje, pero que inspir¨® la reescritura interna desde los organismos de poder comunista. Se procedi¨® a una brutal transici¨®n econ¨®mica que tuvo m¨¢s en cuenta los bolsillos que los corazones. Se toler¨® la inmensa utop¨ªa capitalista para frenar cualquier otra ambici¨®n ut¨®pica. Frente a las libertades de conocimiento y expresi¨®n se planificaron las nuevas posibilidades monetarias. El cinismo fue de tal magnitud que glorific¨® la promesa de enriquecerse frente a cualquier otra ambici¨®n humana. El triunfo del comunismo pol¨ªtico aliado al capitalismo econ¨®mico signific¨® el arranque de la triste historia del siglo XXI.
Porque lo que nos caracteriza es el poder¨ªo sin precedentes del dinero sobre todas las dem¨¢s facetas de la vida. La crisis financiera no trajo una correcci¨®n del sistema, sino la sumisi¨®n completa de los agentes pol¨ªticos y sociales bajo un poder que los superaba, los dominaba y los ha terminado por acomplejar de manera miserable. La llegada de los populismos autoritarios es tan solo la copia democr¨¢tica del milagro chino. Caminando hacia atr¨¢s es posible que veamos dictaduras personalistas elegidas en las urnas pues entre los factores econ¨®micos de m¨¢s peso se han destacado la estabilidad, el autoritarismo regulatorio y la exacerbaci¨®n nacionalista. Tres virtudes que siempre encarnar¨¢n con mayor tino las dictaduras que los reg¨ªmenes libres. Para empezar, ahora ya no se puede llamar dictadura a quien posee m¨²sculo econ¨®mico y marca tecnol¨®gica propia. Lo apreciamos con el fen¨®meno chino y las petromonarqu¨ªas del Golfo sin atisbo de cr¨ªtica reformadora. Reconozcamos, pues, que nuestro siglo naci¨® con Tiananmen, 30 a?os atr¨¢s, y empecemos a tratar al paciente como manda el oficio m¨¦dico, con la observaci¨®n de sus s¨ªntomas iniciales.
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