Las estelas de los aviones afectan al clima m¨¢s que sus emisiones de CO<sub>2</sub>
El calentamiento inducido por estas nubes artificiales se habr¨¢ triplicado para 2050
Los aviones, con su ruido, su consumo de ingentes cantidades de combustible y sus emisiones, son una de las creaciones humanas que m¨¢s alteran el medio. Ahora un estudio ofrece datos sobre otra de sus perturbaciones: sus estelas en el cielo. El trabajo destaca que est¨¢n teniendo un impacto sobre el clima mayor que los gases de efecto invernadero que salen de las turbinas de los aparatos. Lo peor es que, seg¨²n sus c¨¢lculos, el calentamiento provocado por estas nubes artificiales se habr¨¢ triplicado en 2050.
Estas estelas de condensaci¨®n, conocidas en el ambiente de la ciencia atmosf¨¦rica como contrails (no confundir con las conspiranoicas chemtrails), se forman tras el paso de los aviones. Mediante la compleja interacci¨®n entre part¨ªculas emitidas por los motores y el aire, la humedad de este se condensa formando estas nubes. Las aeronaves generalmente vuelan a una altitud, en la parte superior de la troposfera, donde esa humedad est¨¢ en forma de cristales de hielo. Al paso del avi¨®n estos se agrupan en torno a las part¨ªculas de carbono y pasan directamente a estado gaseoso. Se forman as¨ª cirros artificiales indistinguibles de los naturales.
Ahora, dos f¨ªsicas atmosf¨¦ricas del Centro Aeroespacial Alem¨¢n (DLR, por sus siglas en alem¨¢n) han estimado el impacto en el clima de estas estelas en el momento actual y para 2050. El trabajo, publicado en la revista especializada Atmospheric Chemistry and Physics, concluye que estas nubes contribuyen al cambio clim¨¢tico m¨¢s que los propios gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por los motores de los aparatos y que su aportaci¨®n al calentamiento global se triplicar¨¢ en 2050 respecto a 2006, a?o que usan como punto de partida para su estudio.
Las estelas se forman en la interacci¨®n entre part¨ªculas de la combusti¨®n y los cristales de hielo atmosf¨¦ricos
"La contribuci¨®n de las contrails al clima actual es ligeramente mayor que la de todas las emisiones de CO2 acumuladas desde el inicio de la aviaci¨®n", asegura la investigadora del Instituto de F¨ªsica Atmosf¨¦rica del DLR y coautora del estudio Lisa Bock. Para hacerse una idea de la relevancia de estas nubes, Bock recuerda que "la aviaci¨®n aporta el 5% del forzamiento radiativo antropog¨¦nico". Es decir, en la diferencia entre la cantidad de radiaci¨®n solar que recibe el planeta y la que este devuelve al espacio por acciones humanas, los aviones son responsables de ese porcentaje. Y, entre el 40% y el 45% del total se debe a los cirros artificiales que forman a su paso.
Bock y su colega y coautora Ulrike Burkhardt estiman que el forzamiento radiativo (o clim¨¢tico) de las estelas de los aviones ser¨¢ tres veces mayor en 2050. Seg¨²n sus n¨²meros, en 2006, su impacto en el calentamiento global fue de 49 milivatios por metro cuadrado (mW m2). En tres d¨¦cadas habr¨¢ subido hasta los 159 mW m2. Este aumento ser¨¢ mucho mayor que el del impacto del CO2. Aunque hay estimaciones de que los GEI de la aviaci¨®n podr¨ªan seguir aumentando, todos los actores, desde cient¨ªficos a ingenieros, pasando por la industria y los pol¨ªticos, est¨¢n trabajando para que los motores de los aviones sean m¨¢s eficientes y cada vez m¨¢s bajos en emisiones. Pero tras cada avi¨®n, por eficiente que sea, seguir¨¢ habiendo estelas. Y seg¨²n datos recogidos por la Comisi¨®n Europea, el tr¨¢fico a¨¦reo se habr¨¢ triplicado y hasta septuplicado en 2050.
Los cirros artificiales, que empiezan siendo compactos y rectil¨ªneos, se van expandiendo hasta mimetizarse con los naturales. Son de corta duraci¨®n, desaparecen en torno a diecisiete horas despu¨¦s de que los cristales de hielo se agolparan en torno a alguna de las part¨ªculas de holl¨ªn. Un estudio anterior estim¨® que el 0,61% del cielo est¨¢ cubierto por contrails. El porcentaje va subiendo a medida que el foco se acerca a las regiones de mayor tr¨¢fico a¨¦reo. As¨ª, de media, el 2% de los cielos europeos est¨¢n cubiertos por las estelas de los aviones, cifra que sube hasta el 10% sobre el este de EE UU o el centro de Europa. El estudio actual se?ala que ser¨¢n estas regiones, m¨¢s el este y sur de Asia, las que tendr¨¢n m¨¢s tr¨¢fico a¨¦reo, m¨¢s nubes antropog¨¦nicas y, por tanto, mayor forzamiento radiativo.
El f¨ªsico atmosf¨¦rico de la Universidad Metropolitana de Manchester (Reino Unido) Rub¨¦n de Le¨®n recuerda que, a diferencia del vapor de agua, que absorbe eficientemente el calor del planeta pero no la luz del sol, "las estelas de hielo son tambi¨¦n eficientes en absorber el calor del planeta y aunque logran reflejar la luz del sol permiten el paso de gran parte". Aqu¨ª reside su relevancia para el calentamiento: atrapan el calor saliente y dejan pasar el entrante. "Un cielo cubierto de cirros no suele producir sensaci¨®n de oscuridad, a diferencia de las nubes de agua l¨ªquida", a?ade este experto en la interacci¨®n entre radiaci¨®n y el hielo de las nubes.
"Estas estelas han causado hasta ahora m¨¢s calentamiento que el CO2 emitido por el mismo avi¨®n", reconoce William Collins, profesor de meteorolog¨ªa de la Universidad de Reading (Reino Unido). Pero hay una diferencia fundamental entre ambos calentadores: "Las estelas duran poco tiempo en el cielo mientras el CO2 persiste durante siglos, por lo que si somos capaces de reducir el tr¨¢fico a¨¦reo o reducir las estelas que produce, el beneficio clim¨¢tico aparecer¨¢ r¨¢pidamente", a?ade Collins. Con los gases de efecto invernadero la cosa no ser¨¢ tan sencilla.
Un 0,61% del cielo est¨¢ cubierto por estas nubes artificiales, porcentaje que sube hasta el 10% en zonas de mucho tr¨¢fico a¨¦reo, como Europa central
Sin embargo el impacto final en el calentamiento global no est¨¢ del todo claro, ya que hay otros factores que entran en la ecuaci¨®n. Los investigadores del Centro Nacional para la Investigaci¨®n Atmosf¨¦rica de EE UU (NCAR) Chih-Chieh Chen y Andrew Gettelman publicaron en 2016 un trabajo en el que apuntaban que, a medida que aumente el calentamiento global en la Tierra, la capa atmosf¨¦rica donde se desarrollan los cirros, tanto los naturales como los artificiales, se estrechar¨¢, complicando la formaci¨®n, extensi¨®n, profundidad y duraci¨®n de las estelas.
Adem¨¢s, hay otro fen¨®meno que habr¨¢ que tener en cuenta en la suma total: al acaparar la humedad o los cristales de hielo disponibles, las nubes artificiales reducir¨¢n la formaci¨®n de las nubes naturales. "En primera instancia, el tr¨¢fico a¨¦reo puede generar estelas antes de que las condiciones sean propicias para la formaci¨®n natural de cirros. En segunda instancia, es posible que los aerosoles generados por el tr¨¢fico a¨¦reo no generen una estela inmediatamente, pero que las caracter¨ªsticas de los cirros que se formen naturalmente se vean modificadas en concentraci¨®n y geometr¨ªa de los cristales de hielo", comenta De Le¨®n, que no ha intervenido en este estudio. Y no se sabe a¨²n qu¨¦ impacto tendr¨¢ todo esto.
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