Debilidades de la democracia
El par¨®n del ascensor social enquista el riesgo de exclusi¨®n social
El informe Foessa-C¨¢ritas sobre desigualdad y la encuesta de condiciones de vida elaborada por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) describen con gran exactitud la mala situaci¨®n econ¨®mica real de muchos espa?oles 10 a?os despu¨¦s del inicio de la crisis financiera. La evoluci¨®n de par¨¢metros macroecon¨®micos como el crecimiento ha dejado de ser una radiograf¨ªa suficientemente fiable del bienestar econ¨®mico, puesto que la crisis y la recesi¨®n han aumentado el grado de desigualdad y, como muestra el informe Foessa, ha enquistado el riesgo de exclusi¨®n social, que afecta ya, de forma directa o indirecta, a m¨¢s de 8,5 millones de personas, 1,2 millones m¨¢s que antes de la crisis. Espa?a crece m¨¢s, pero muchos ciudadanos se han quedado a la intemperie.
Los investigadores de Foessa describen, con una base estad¨ªstica dif¨ªcilmente mejorable, la precariedad en el empleo, la debilidad distributiva, la frustrante dificultad de los trabajadores para acceder a la vivienda y, como matriz de esta ¡°contrarreforma social profunda¡±, la quiebra del llamado ascensor social, el que permit¨ªa a los espa?oles procedentes de familias con rentas m¨¢s bajas, mediante estudio y trabajo, acceder a rentas medias o altas. Sin duda, no es la primera vez que un estudio alerta sobre el subempleo y el riesgo de un futuro pol¨ªticamente convulso o polarizado, pero el de Foessa cuantifica y argumenta cada una de las amenazas que se ciernen sobre el tejido pol¨ªtico y social, incluso en el extremo sobre la legitimidad de las instituciones, causadas por la crisis y por las pol¨ªticas de ajuste de rentas y de gasto aplicadas para superar la recesi¨®n.
Editoriales anteriores
El INE, en su encuesta sobre condiciones de vida, ratifica en su ¨¢mbito, aunque en un enfoque m¨¢s limitado, la evidencia de la desigualdad. Los ingresos de los hogares han mejorado, incluso llegan al nivel de 2008, y las tasas de pobreza y desigualdad disminuyen, pero a un ritmo demasiado lento. Tan leves mejoras no impiden que uno de cada tres hogares no pueda permitirse unas vacaciones o un gasto imprevisto. La factura de la recesi¨®n ha ca¨ªdo sobre las rentas m¨¢s bajas y todav¨ªa, a pesar de los t¨ªmidos repuntes salariales, persiste una brecha social en forma de desigualdad y exclusi¨®n social.
Esta brecha solo puede cerrarse mediante una redistribuci¨®n del crecimiento de rentas privadas que traslade parte de las mejoras de los beneficios a los salarios y a trav¨¦s de pol¨ªticas sociales financiadas desde el Estado. Basta con seguir el informe Foessa y la estad¨ªstica sobre la situaci¨®n de los hogares para se?alar con claridad cu¨¢les son las decisiones p¨²blicas necesarias para resta?ar el deterioro social. Hay razones, de entrada, para reclamar un Gobierno estable que aumente la cobertura del gasto social, que sea capaz de financiar ese crecimiento mediante una reforma tributaria y que est¨¦ dispuesto a aceptar debates de calado sobre la oportunidad de instaurar una renta b¨¢sica, universal o limitada. Los sindicatos y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) han ofrecido sus modelos. Las amenazas de la desigualdad y la exclusi¨®n sobre la estabilidad pol¨ªtica justifican un debate p¨²blico serio y ordenado.
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