La huida de la princesa Haya rompe la imagen liberal del emir de Dub¨¢i
Con una veintena de hijos de diferentes esposas, el jeque Mohamed hab¨ªa cultivado un perfil de gobernante cosmopolita que queda ahora en entredicho por su conflicto familiar
A punto de cumplir 70 a?os, el emir de Dub¨¢i, el jeque Mohamed Bin Rashid al Maktum, se enfrenta a una crisis personal que pone en peligro su legado. Las noticias de la huida y petici¨®n de divorcio de su ¨²ltima esposa, Haya Bint Husein, ensombrecen el cuidado perfil que ha cultivado toda su vida del l¨ªder m¨¢s liberal y con mayor visi¨®n de futuro del mundo ¨¢rabe. Aunque ambos siguen sin confirmar ni desmentir la informaci¨®n, el gobernante ya ha reclamado la custodia de los dos hijos comunes ante un tribunal de Londres, donde la princesa jordana se ha refugiado.
Que toda una princesa tenga que escapar de palacio dice mucho m¨¢s de las leyes y costumbres locales que todos los rutilantes golpes publicitarios del hombre que puso a Dub¨¢i en el mapa. Bajo su mandato, el que era uno m¨¢s de los puertos ¨¢rabes de la orilla occidental del golfo P¨¦rsico se transform¨® en una ciudad Estado de proyecci¨®n universal: del edificio m¨¢s alto del mundo, el Burj Jalifa, hasta la aerol¨ªnea Emirates, pasando por las islas en forma de palmera.
Al acceder al Gobierno de Dub¨¢i (uno de los siete territorios que forman la federaci¨®n de Emiratos ?rabes Unidos, EAU) en 2006, a la muerte de su hermano Maktum, Mohamed se convirti¨® tambi¨¦n en vicepresidente y primer ministro de EAU, adem¨¢s de mantener la cartera de Defensa desde la independencia del pa¨ªs en 1971. Ahora, su apuesta por abrir el emirato al comercio y el turismo est¨¢ siendo copiada por sus vecinos, a los que una mayor disponibilidad de petr¨®leo hizo m¨¢s remisos a las reformas.
En el camino, el jeque Mohamed ha conseguido adem¨¢s ejercer su poder absoluto como si fuera el director ejecutivo de una gran empresa, Dubai Inc, m¨¢s que como un aut¨®crata al frente de un Gobierno no elegido. Impecable tanto con la t¨²nica tradicional como con el chaqu¨¦ que viste en Ascot para asistir a las carreras de caballos ¨Cla pasi¨®n que le uni¨® a Haya¨C, ha logrado codearse con los l¨ªderes mundiales y atraer a Dub¨¢i a figuras del deporte, la m¨²sica y espect¨¢culo.
Sin embargo, la fuga de la m¨¢s joven de sus esposas revela que Emiratos es un pa¨ªs que, al igual que Arabia Saud¨ª, trata a sus mujeres como eternas menores de edad. No es el primer caso. El a?o pasado, en un oscuro incidente sobre el que el jeque ha intentado echar tierra, una de sus hijas, Latifa, de 33 a?os, fue devuelta por la fuerza a Dub¨¢i cuando hu¨ªa a bordo de un velero.
Ah¨ª parece estar la clave de la ruptura entre la princesa y el emir. Tras aceptar la versi¨®n de su marido de que hab¨ªa rescatado a Latifa de un intento de extorsi¨®n, Haya recurri¨® a su amiga Mary Robinson para que se reuniera con la joven e intentar acallar los rumores de que estaba retenida en palacio. El resultado no fue el esperado. A la antigua presidenta de Irlanda y excomisionada de la ONU para los derechos humanos le llovieron las cr¨ªticas por prestarse a la pantomima. Seg¨²n diversas fuentes, la princesa descubri¨® entonces la realidad: que el jeque hab¨ªa secuestrado y maltratado a su propia hija, que intentaba emprender una nueva vida lejos de ¨¦l.
Aunque el emir no ha reaccionado oficialmente al abandono de Haya, su malestar se desprende de un poema colgado en su cuenta de Instagram: "Algunos errores se llaman traici¨®n / Ya no hay lugar para ti en mi vida / Me da igual si vives o mueres". Poeta vocacional, el jeque Mohamed suele marcar las grandes ocasiones familiares y de Estado con sus versos. Y seg¨²n afirma en su web personal, nunca ha escrito uno ¡°sin que sea una realidad en [su] vida¡±.
Forbes le ha catalogado como el quinto monarca m¨¢s rico del mundo. En su ¨²ltimo ranking, publicado en 2011, le atribu¨ªa una fortuna de 4.000 millones de d¨®lares (unos 3.500 millones de euros), aunque medios brit¨¢nicos triplican esa cifra en la actualidad. Nada sorprendente en una regi¨®n del mundo donde resulta indistinguible el patrimonio de los gobernantes del tesoro p¨²blico. Aun as¨ª no est¨¢ mal para un hombre que naci¨® en una casa con el suelo de tierra.
Seg¨²n la biograf¨ªa oficial, tras cursar primaria y secundaria en Dub¨¢i, fue enviado a un internado en el Reino Unido, que ejerc¨ªa entonces un protectorado sobre el emirato, y a una escuela de cadetes en el mismo pa¨ªs; luego se form¨® como piloto en Italia. Pero m¨¢s all¨¢ de su pasi¨®n por los caballos y la poes¨ªa, nada se menciona sobre su vida privada. La web The Royal Forums, sobre familias reales, enumera 23 hijos reconocidos de seis mujeres distintas; otras fuentes identifican a una s¨¦ptima pareja y elevan los v¨¢stagos hasta casi la treintena.
Como es costumbre, Mohamed contrajo primeras nupcias con una prima, la jequesa Hind Bint Maktum Bin Juma al Maktum, a la que los medios locales dan tratamiento de ¡°primera dama¡±. Con ella ha tenido siete hijas y cinco hijos, entre ellos el heredero, el jeque Hamdan, quien el mes pasado se cas¨® junto a dos de sus hermanos; el primog¨¦nito, Rashid, falleci¨® en 2015 de un ataque al coraz¨®n, a los 33 a?os. La existencia de dos hijos nacidos con anterioridad, Manal (de madre libanesa) y Marwan (de madre posiblemente alemana), apunta a la existencia de dos concubinas.
Antes de unirse a la princesa Haya en 2004, el jeque tuvo durante los a?os ochenta varios hijos, entre ellos la mencionada Latifa cuya huida frustr¨®, con una esposa argelina, Huriah Alimarah, y otros, cuyo n¨²mero concreto tampoco se conoce, con la libanesa Delila Alula; adem¨¢s de una hija de la relaci¨®n que mantuvo a mediados de los noventa con la griega Zoe Grigorakos, aunque no hay constancia de matrimonio.
Pero si el resto de las esposas aceptaron la invisibilidad que era la norma entre las mujeres de las familias gobernantes de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, la princesa jordana, educada en el Reino Unido y acostumbrada a una vida m¨¢s cosmopolita, se mostr¨® desde el principio en p¨²blico y a cara descubierta. No solo acompa?aba al emir en actos institucionales y privados (sobre todo, en el extranjero), sino que ten¨ªa agenda propia como patrona de diversas ONG y colaboradora de la ONU. El jeque Mohamed capitaliz¨® ese estilo para potenciar su imagen de modernidad. Una vez acabado el idilio, queda por ver qu¨¦ precio tendr¨¢ que pagar para asegurarse la discreci¨®n de Haya, a quien las organizaciones de derechos humanos piden que revele lo que sabe sobre Latifa.
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