Gobernar en minor¨ªa
Lo que S¨¢nchez recibi¨® de las urnas fue un mandato para configurar una mayor¨ªa s¨®lida y operativa, y eso s¨®lo es posible poniendo sobre la mesa compromisos claros que apunten en alguna direcci¨®n
La democracia es el gobierno de la mayor¨ªa; no solo es eso, pero inexcusablemente es, al menos, eso. La minor¨ªa socialista, sin embargo, aspira a gobernar en solitario, seg¨²n parece. Con poco m¨¢s del 28% de los votos y una tercera parte de los esca?os que componen el Congreso de los Diputados, Pedro S¨¢nchez viene exigiendo su investidura desde la misma noche electoral. Y se lo reclama a todos, a izquierda y derecha, como si nada tuvieran que ver esos posibles apoyos con las pol¨ªticas a desarrollar durante la pr¨®xima legislatura.
Sus preferencias parecen inclinarse por el bloque que propici¨® la censura de Rajoy pero, como ha quedado demostrado en su primer a?o de gobierno, esa mayor¨ªa negativa es incapaz de construir nada. Sin unos presupuestos propios, abusando del decreto-ley y carente de una estrategia definida para hacer frente al desaf¨ªo secesionista, el gobierno m¨¢s fr¨¢gil de nuestra historia reciente ha dado muestras sobradas de su inmensa debilidad. S¨¢nchez tuvo un buen resultado electoral dadas las circunstancias, pero no consigui¨® su investidura a trav¨¦s de las urnas. En rigor, se qued¨® muy lejos de la Moncloa, bastante m¨¢s que Gonz¨¢lez en 1993, Aznar en 1996 o Rajoy en 2016. Exactamente obtuvo los mismos esca?os que resultaron insuficientes para la investidura de este ¨²ltimo en 2015.
La estrategia monclovita ha creado un trampantojo que dificulta ver lo evidente. Las urnas reflejaron la voluntad clara de una mayor¨ªa de espa?oles, la que conforman todos aquellos que reclaman una Espa?a unida, europe¨ªsta y capaz de administrar con eficacia las cuentas p¨²blicas para as¨ª garantizar el Estado de bienestar. A partir de ah¨ª, sin duda, vienen distintas preferencias y matices no menores. Esa mayor¨ªa sensata y reformista, pragm¨¢tica y ambiciosa a un tiempo, la integran los votantes de las fuerzas pol¨ªticas centrales, socialistas, populares y ciudadanos. Juntos suman m¨¢s del 70% de los esca?os, y deben constituir, pese a quien no lo quiera ver, la columna vertebral de cualquier proyecto nacional.
No hablo de abstenciones de sal¨®n, garant¨ªa de la mayor inoperancia. Ahora se trata de asumir responsabilidades y riesgos. Lo que S¨¢nchez recibi¨® de las urnas fue un mandato para configurar una mayor¨ªa s¨®lida y operativa, y eso solo es posible poniendo sobre la mesa compromisos claros que apunten en alguna direcci¨®n. Hablar de ¡°igualdad, digitalizaci¨®n, transici¨®n ecol¨®gica y fortalecimiento del proyecto europeo¡± es un sarcasmo de mal gusto cuando urge dar respuesta a la situaci¨®n en Catalu?a, a los pensionistas presentes y futuros, a la situaci¨®n de nuestro sistema educativo y a tantas otras cosas mucho m¨¢s tangibles e inmediatas. Articular una mayor¨ªa es la tarea de quien aspira a la presidencia; pavonearse en su minor¨ªa es un triste error.
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