Discriminaci¨®n por antonomasia
Si nos preguntan qui¨¦n ganar¨¢ la Liga, sin m¨¢s, entenderemos que se trata de la Liga masculina
Decimos a menudo ¡°por antonomasia¡±. Y nos referimos con esa locuci¨®n a una persona o cosa a la que concedemos el privilegio de apoderarse de un sustantivo. Es decir, le damos a su nombre com¨²n el valor de nombre propio, debido a que la consideramos, entre todas las de su clase, la m¨¢s importante, conocida o caracter¨ªstica, como indica el Diccionario en la entrada ¡°antonomasia¡±.
As¨ª sucede cuando al pe?¨®n de Gibraltar lo denominamos ¡°el Pe?¨®n¡± (¡°naufragio cerca del Pe?¨®n¡±), o cuando decimos ¡°el Golfo¡± para referirnos al golfo P¨¦rsico (¡°ya hace mucho tiempo de la guerra del Golfo¡±), o cuando los de Burgos hablamos de ¡°la Catedral¡±, que no puede ser otra que la nuestra.
O sea: hay muchos pe?ones en el mundo, hay muchos golfos en las costas, hay muchas catedrales en las plazas, pero cuando a esos nombres comunes les damos el valor de nombres propios, los estamos considerando como los m¨¢s conocidos o caracter¨ªsticos de su clase, desde la perspectiva del hablante.
Y vivimos rodeados de antonomasias: la Vuelta, el Parlament, una pel¨ªcula del Oeste¡ Del mismo modo, en el f¨²tbol, se ha venido hablando de ¡°la selecci¨®n¡±, ¡°la Liga¡± o ¡°el Mundial¡± para referirse al equipo nacional masculino, al principal campeonato masculino y al m¨¢s importante torneo internacional masculino. Si nos preguntan ¡°?d¨®nde viste la victoria de Espa?a en el Mundial?¡±, pensaremos en el gol de Iniesta y no en el Mundial de baloncesto ni en el Mundial de balonmano. Y si hablamos de qui¨¦n ganar¨¢ la Liga, sin m¨¢s, se entender¨¢ por antonomasia la Liga masculina.
?Estamos ante unas injustas discriminaciones? Visto con la perspectiva del funcionamiento del lenguaje, no; visto desde la lucha contra cualquier tipo de desigualdad, s¨ª.
El fen¨®meno ling¨¹¨ªstico de la antonomasia se puede relacionar con la m¨¢xima de relevancia descrita por Paul Grice en 1975. Aquello que es relevante (o m¨¢s cercano, m¨¢s presente) recibe un trato especial, a veces antonom¨¢stico. Sin que eso haga desaparecer lo dem¨¢s (los de Burgos sabemos que hay m¨¢s catedrales).
Como el f¨²tbol masculino ocupa hoy un lugar m¨¢s relevante que el femenino (en afici¨®n, ingresos, historia¡), no convendr¨ªa acusar de machista un titular como ¡°La selecci¨®n juega hoy contra Suecia¡±, en el que no se precisa que se enfrentar¨¢n los equipos masculinos: Es s¨®lo una inocente antonomasia.
Al decir ¡°voy a ver un partido de f¨²tbol¡±, la mayor¨ªa de los hablantes pensar¨¢n en f¨²tbol masculino de la misma manera que al o¨ªr ¡°hemos ganado en sincronizada¡± visualizar¨¢n solamente nadadoras. He ah¨ª la fuerza de los contextos, a menudo injustos.
Para que una antonomasia decaiga (algo que no ocurre cada d¨ªa), hace falta que los hablantes ya no aprecien en la persona o cosa ese valor especial y distintivo. Por ejemplo, si nos ofrecen una copa de cava pensaremos en el de Catalu?a, por antonomasia. Y por ello percibir¨ªamos como redundante "cava catal¨¢n". Pero si el cava extreme?o, el aragon¨¦s o el riojano se le acercaran en relevancia, deber¨ªamos pedir ¡°cava catal¨¢n¡±. Y la visibilidad de su gentilicio le quitar¨ªa la importancia que le daba su ocultaci¨®n.
Espa?a ha ganado el oro en el Eurobasket femenino; y ¨¦ste y otros ¨¦xitos quiz¨¢s hagan que en septiembre hablemos ya del "Mundial masculino" de ese deporte (y no del ¡°Mundial de baloncesto¡±). Porque la realidad tiene una gran capacidad de modificar el lenguaje. El lenguaje, en cambio, puede disfrazar o esconder la realidad; pero dif¨ªcilmente alterarla.
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