S¨¢nchez e Iglesias, hacia el precipicio

Pen¨²ltimo episodio a dos martes de la investidura, y de momento PSOE y Unidas Podemos est¨¢n lejos de casarse o embarcarse en un proyecto de coalici¨®n o de cooperaci¨®n. El pulso se prolonga, y con m¨¢s tensi¨®n previsible a medida que se agota el tiempo. No es raro que en este escenario se use recurrentemente la referencia del chicken game por su fuerza gr¨¢fica: el ¡®juego del gallina¡¯, como en Rebelde sin causa, consist¨ªa en dos coches que aceleraban hacia el precipicio ret¨¢ndose a ser el ¨²ltimo en frenar. Se da por hecho que S¨¢nchez no va a frenar puesto que el precipicio lleva a la repetici¨®n electoral que ¨¦l no teme, e incluso ha descartado una segunda oportunidad en septiembre, asumiendo que esto har¨¢ que Iglesias se arrugue al final.

En Unidas Podemos parecen tener clara su estrategia, y se sit¨²a en lo que se conoce como ¡®equilibrio de Nash¡¯: todas las partes han adoptado ya su mejor opci¨®n conociendo las estrategias de todos. El PP, dar una imagen institucional mientras se centra en fortalecer su poder regional; Cs, para no perder su posici¨®n, se amarra al palo del no es no aunque oiga cantos de sirena; el PSOE quiere gobernar en solitario con un socio preferente pero manos libres en la geometr¨ªa variable; y Podemos quiere entrar en el Gabinete y tener poder real. Iglesias no va a ceder f¨¢cilmente a S¨¢nchez, por m¨¢s que el chicken game sea una expresi¨®n gr¨¢fica de la teor¨ªa de los juegos sobre un m¨¦todo de negociaci¨®n: no hacer concesiones mientras haya margen, de modo que al final tenga que reaccionar la parte m¨¢s d¨¦bil. Eso es algo que puede no ocurrir. De hecho, Iglesias se ha mostrado persuadido al terminar la reuni¨®n de que ser¨¢ al rev¨¦s: "M¨¢s tarde o m¨¢s temprano rectificar¨¢n". Sigue la carrera hacia el precipicio.

El PSOE est¨¢ usando la posici¨®n dominante que le proporcionaron las urnas, y la ventaja de la Moncloa. S¨¢nchez, con el a?adido de su agenda internacional, usa el marco de que no hay m¨¢s presidente que ¨¦l. Y de momento su estrategia pasa, ante todo, por repartir culpas ante la hip¨®tesis del fracaso de la investidura: Ciudadanos, por no abstenerse; y Podemos, por no plegarse. Claro que el paso del tiempo va haciendo cada vez m¨¢s evidente que S¨¢nchez no quiere una negociaci¨®n sino una imposici¨®n. Por eso ayer su Ejecutiva aprob¨® por unanimidad que S¨¢nchez forme un Gobierno monocolor; algo que, con 123 esca?os, es como si la Ejecutiva aprobase que la tierra es plana. No sirve para nada. Con 123 esca?os hay demasiadas limitaciones; en cambio, con UP suma 165 y esa s¨ª es una mayor¨ªa solvente. Despreciar el 25% de esa mayor¨ªa es peligroso, como insiste en hacer el PSOE ¨CAdriana Lastra de nuevo con el argumento de los nombres¨C probablemente convencidos de que Iglesias s¨ª que frenar¨¢ antes que volver a las urnas.

Desde luego las diferencias entre PSOE y Podemos no son el alquiler, la factura de la luz, la reforma laboral y ni siquiera Catalu?a. Es m¨¢s, Iglesias ha comprometido lealtad. En realidad, el PSOE hizo llegar sus propuestas a los medios antes que a UP, porque en definitiva no negocian sino que tratan de doblar la mu?eca en el pulso a su socio preferente. Parad¨®jicamente es la clase de estrategia que ellos reprochaban a Podemos en 2016. La cosa se reduce a un punto: S¨¢nchez quiere un Gobierno en solitario, y por la v¨ªa de las lentejas: o lo tomas o lo dejas. E Iglesias, al menos de momento, no cede. Es un duelo hacia el abismo de la repetici¨®n electoral y cada vez con menos margen para frenar.