Hada
Si somos inequ¨ªvocamente inteligentes, se nos tilda de cerebrales, fr¨ªas, prepotentes, fr¨ªgidas y perversas
Como soy de letras, ando desincronizada y hoy hablo de un asunto que era de actualidad el 11 de febrero. No deber¨ªa ser solo tema de un 11 de febrero: ni?as, ciencia, educaci¨®n. En Espa?a solo el 7% de las chicas de 15 a?os quiere dedicarse a profesiones t¨¦cnicas. La opci¨®n no es libre: se relaciona con nuestra baja autoestima intelectual, as¨ª como con un estereotipo de cient¨ªfica entregada m¨ªsticamente a su obra. Se subraya el prejuicio de que inteligencia y belleza son incompatibles ¡ªno es por hacer sangre, pero ?se acuerdan de Hedy Lamarr?¡ª, de que somos menos inteligentes ¡ªtama?o del cerebro, peligrosos argumentos bioreaccionarios¡ª y, si somos inequ¨ªvocamente inteligentes, se nos tilda de cerebrales, fr¨ªas, prepotentes, fr¨ªgidas y perversas, aplicando par¨¢metros culturales que nos insultan en cuanto sacamos los pies del tiesto. Adem¨¢s, a¨²n funciona la creencia de que las profesiones cient¨ªficas requieren m¨¢s aptitudes, coeficiente y dedicaci¨®n que las humanidades. Este ideario tambi¨¦n alimenta la represi¨®n de los Billy Elliot del mundo. Conozco a una mujer que lleva a su hijo a clases de claqu¨¦. El ni?o goza. Que cada cual baile lo que le d¨¦ la gana, que estudie astrof¨ªsica o filolog¨ªa cl¨¢sica, desde una igualdad de oportunidades, la de la escuela p¨²blica, que demuela barreras.
Sin embargo, a veces se producen ultracorrecciones: una chica que conozco estuvo a punto de escoger la opci¨®n cient¨ªfica como estrategia de empoderamiento. A ella lo que le gusta es escribir. Otras veces, los artefactos de deconstrucci¨®n cultural resultan toscos: en una campa?a radiof¨®nica se ironizaba, con escepticismo frente a la imaginaci¨®n, a partir de la imposibilidad cient¨ªfica de que la carroza se convierta en calabaza a las doce. A m¨ª me gustan los cuentos de hadas y aprendo mil cosas de m¨ª ¡ªy de todas mis compa?eras¡ª formul¨¢ndoles preguntas a los libros. Ley¨¦ndolos y contrast¨¢ndolos con aspectos de esa naturaleza femenina que me coloniza y yo cuestiono. ?Es necesaria la agresi¨®n a la fantas¨ªa y a esa creatividad imprescindible tambi¨¦n para el desarrollo de la ciencia?, ?tenemos que seguir aplicando un paradigma binario empobrecedor, prejuicios excluyentes, la ley del p¨¦ndulo? Tal vez podamos articular campa?as que fomenten la curiosidad cient¨ªfica, art¨ªstica, y saquen partido de la contradicci¨®n que habita dentro del cuerpo de cada mujer: nos han educado en una idea del ¨¦xito que pasa por la asunci¨®n de roles masculinos, en un feminismo liberal y eficiente, que contrasta con la irrenunciable devoluci¨®n del prestigio a las demonizadas y degradadas labores dom¨¦sticas y de cuidados. Hacemos autocr¨ªtica de nuestros deseos porque a veces nuestros deseos provienen de lugares oscuros: rapto de las Sabinas, Andr¨®meda, carne robada y aprisionada, el ¨¢ngel del hogar¡ Pero nuestros deseos no se borran de un plumazo. Est¨¢n ah¨ª. No son rid¨ªculos y no basta con ridiculizar las fuentes de las que nacen para situarnos en el otro extremo. El extremo posiblemente empobrecedor de la mujer que empu?a la pistola y patea la tripa del enemigo. Laura Freixas se sumerge en estas contradicciones ¡ªel dinero y el cuarto propio, frente a la borrachera de la maternidad y la experiencia del gozo dom¨¦stico¡ª en su excelente autobiograf¨ªa A m¨ª no me iba a pasar. Yo, consciente de las desigualdades que nos lacran, lucho por que cada ni?a sea lo que quiera ser ¡ªingeniera, alpinista, nanotecn¨®loga, incluso con gran dolor de mi coraz¨®n, polic¨ªa montada de Canad¨¢¡ª y, adem¨¢s, reclamo mi derecho a ser vedette, se?ora de mi casa o hada que vive en la corola de una flor.
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