La revuelta de los pobres contra el viaje a la Luna
Los defensores de los derechos de los negros se manifestaron contra los viajes espaciales porque millones de estadounidenses viv¨ªan en la miseria en 1969
El 21 de julio de 1969, el presidente estadounidense, Richard Nixon, levant¨® el auricular para felicitar a los dos hombres que acababan de poner el pie por primera vez en la Luna. ¡°Hola, Neil y Buzz, os hablo por tel¨¦fono desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. Y esta debe de ser sin duda la llamada telef¨®nica m¨¢s hist¨®rica que jam¨¢s se ha hecho. No puedo expresar lo orgullosos que estamos todos de lo que hab¨¦is hecho. Para todos los estadounidenses, este debe de ser el d¨ªa de m¨¢s orgullo de nuestras vidas¡±, asegur¨® Nixon.
No era cierto. El d¨ªa previo al lanzamiento de la misi¨®n Apolo 11, medio millar de activistas de la llamada Campa?a de los pobres se hab¨ªan plantado en las puertas del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Ca?averal, con dos carros tirado por mulas, para protestar contra la brutal desigualdad en EE UU. En cabeza iba el reverendo Ralph Abernathy, l¨ªder de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano, dedicada a pelear por los derechos civiles de las personas negras. Un a?o antes, su antecesor, Martin Luther King, hab¨ªa sido asesinado en Memphis con un tiro en la garganta por un hombre blanco partidario de la segregaci¨®n racial.
"El dinero del programa espacial deber¨ªa gastarse en alimentar a los hambrientos", afirm¨® el reverendo Ralph Abernathy
¡°Una quinta parte de la poblaci¨®n [estadounidense] carece de alimentos adecuados, ropa, vivienda y atenci¨®n m¨¦dica¡±, le espet¨® Abernathy al administrador de la NASA, Thomas Paine, seg¨²n el nuevo libro El legado de Apolo (Smithsonian Books), del historiador Roger Launius. ¡°El dinero del programa espacial, dijo [Abernathy], deber¨ªa gastarse en alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, atender a los enfermos y albergar a los que no tienen refugio¡±, inform¨® m¨¢s tarde Paine.
Una parte de la humanidad no quer¨ªa ir a la Luna. En EE UU, en plena guerra de Vietnam, el 40% de la poblaci¨®n apoyaba un recorte en el presupuesto de la NASA en los a?os inmediatamente anteriores al lanzamiento del Apolo 11, seg¨²n las encuestas recopiladas por Launius. En la vanguardia del rechazo estaban los negros de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano. ¡°No nos oponemos al viaje a la Luna. Queremos protestar contra la incapacidad de Estados Unidos para elegir sus prioridades humanas¡±, resumi¨® Hosea Williams, otro l¨ªder hist¨®rico del movimiento.
Aquel 15 de julio de 1969 previo al lanzamiento, el m¨¢ximo responsable de la NASA se enfrentaba a una de las mayores crisis de imagen de la agencia espacial, rodeado de mulas. ¡°Si pudi¨¦semos resolver los problemas de pobreza en EE UU no apretando ma?ana el bot¨®n para lanzar hombres a la Luna, no presionar¨ªamos ese bot¨®n¡±, le coment¨® Paine a Abernathy.
"No puedo pagar ni una factura del m¨¦dico, pero los blanquitos est¨¢n en la Luna", escribi¨® el poeta Gil Scott-Heron
En la televisi¨®n se suced¨ªan las opiniones enfrentadas, seg¨²n documenta el historiador Andrew Chaikin en el libro El impacto social de los vuelos espaciales, editado por la NASA en 2007. El d¨ªa del despegue, un hombre de Harlem ¡ªn¨²cleo de la comunidad negra en Nueva York¡ª afirmaba en antena: ¡°En lo que a m¨ª respecta, el dinero que han gastado para llegar a la Luna se podr¨ªa haber utilizado para alimentar a los pobres de Harlem y de todo el pa¨ªs. Qu¨¦ m¨¢s da la Luna, consigamos algo de ese dinero para Harlem¡±.
Se calcula que el Programa Apolo cost¨® unos 25.000 millones de d¨®lares de entonces, el equivalente a unos 150.000 millones de hoy en d¨ªa. Es una cifra similar al PIB de Hungr¨ªa. El escritor brit¨¢nico Arthur C. Clarke, autor de 2001: Una odisea del espacio, sali¨® en defensa de este gasto en una entrevista en la cadena de televisi¨®n CBS el 20 de julio, d¨ªa del alunizaje. ¡°Creo que, a largo plazo, el dinero que se ha puesto en el programa espacial es una de las mejores inversiones que ha hecho este pa¨ªs. Es un pago anticipado para el futuro de la humanidad¡±, proclam¨®.
Su colega estadounidense Ray Bradbury, padre de la novela Cr¨®nicas marcianas, fue todav¨ªa m¨¢s tajante. En otro debate en la CBS en 1972, poco despu¨¦s del alunizaje de la misi¨®n Apolo 16, Bradbury estall¨® ante las cr¨ªticas al supuesto derroche del programa espacial, lanzadas por el resto de participantes, entre ellos la pol¨ªtica norirlandesa Bernadette Devlin. ¡°Este es el resultado de 6.000 millones de a?os de evoluci¨®n. [...] Hemos alcanzado las estrellas. ?Y os neg¨¢is a celebrarlo? ?Idos al infierno!¡±, clam¨® Bradbury.
¡°La Luna no es ciencia y tampoco es pan. Es circo", opin¨® el f¨ªsico Leo Szilard
Sin embargo, el rechazo al Programa Apolo lleg¨® incluso desde el coraz¨®n de la comunidad cient¨ªfica. El f¨ªsico nuclear Leo Szilard ¡ªque en 1939 hab¨ªa escrito junto a Albert Einstein una carta urgiendo al presidente Franklin D. Roosevelt a fabricar la bomba at¨®mica antes que los nazis¡ª mostr¨® su oposici¨®n a los viajes espaciales. ¡°Es inmoral competir con los rusos para llegar a la Luna y permitir que nuestros ancianos vivan con casi nada¡±, afirm¨® Szilard, seg¨²n ha documentado el historiador Roger Launius en otra publicaci¨®n de la NASA, Recordando la era espacial. ¡°La Luna no es ciencia y tampoco es pan. Es circo. Los astronautas son los gladiadores. Es de lun¨¢ticos¡±, remach¨® Szilard.
En su libro The All-American Boys, publicado en 1977, Walter Cunningham, tripulante de la misi¨®n Apolo 7, reconoc¨ªa el ¡°problema pol¨ªtico¡± que supuso ver a los 73 astronautas elegidos por la NASA entre 1959 y 1969. ¡°Era dif¨ªcil ignorar lo que ten¨ªamos tan visiblemente en com¨²n: todos ¨¦ramos blancos, anglosajones y protestantes, a excepci¨®n de un pu?ado de cat¨®licos¡±, recordaba Cunningham, que achacaba la homogeneidad a la falta de pilotos negros en la ¨¦poca.
El poeta Gil Scott-Heron, precursor del rap, plasm¨® aquel ambiente explosivo en un tema de 1970: ¡°Una rata mordi¨® a mi hermana Nell, mientras los blanquitos estaban en la Luna. Su cara y sus brazos comenzaron a hincharse, y los blanquitos en la Luna. No puedo pagar ni una factura del m¨¦dico, pero los blanquitos est¨¢n en la Luna. Dentro de 10 a?os seguir¨¦ pagando, y los blanquitos estar¨¢n en la Luna¡±.
Neil Armstrong y los salmones nadando a contracorriente
La NASA suele esgrimir los avances tecnol¨®gicos como legado del Programa Apolo: cohetes, ordenadores miniaturizados, paneles de energ¨ªa solar, materiales ign¨ªfugos, relojes ultraprecisos. El ministro de Ciencia espa?ol, el astronauta Pedro Duque, se?al¨® adem¨¢s otro sencillo motivo para explorar el espacio en un evento organizado por EL PA?S hace un par de semanas: inspirar a las nuevas generaciones. "Que todos los ni?os sientan que podr¨¢n participar en algo grande", afirm¨®. El propio Neil Armstrong lo expuso as¨ª en una rueda de prensa en 1969: "Creo que vamos a ir a la Luna porque est¨¢ en la naturaleza humana enfrentarse a los desaf¨ªos. Est¨¢ en el interior de nuestra alma. Estamos obligados a hacer estas cosas al igual que el salm¨®n nada a contracorriente".
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