Con Iglesias no
Toda negociaci¨®n es siempre un pulso, pero en alg¨²n momento lo de S¨¢nchez y el l¨ªder de Podemos se convirti¨® en un duelo, y eso lo cambiaba todo
El problema es Iglesias, hab¨ªa establecido La Moncloa. Toda negociaci¨®n es siempre un pulso, pero en alg¨²n momento lo de S¨¢nchez e Iglesias se convirti¨® en un duelo, y eso lo cambiaba todo. A partir de ah¨ª nada pod¨ªa funcionar con la l¨®gica del di¨¢logo racional. Desde ese momento, era ya un asunto personal, un duelo al sol de la can¨ªcula ardiente.
Ir¨®nicamente la noche electoral, frente a Ferraz, los militantes coreaban ¡°con Rivera no, con Rivera no¡¡± y S¨¢nchez replic¨®: ¡°Nosotros no vamos a poner cordones sanitarios¡±. Al final, sin embargo, era S¨¢nchez quien dec¨ªa a los suyos: ¡°Con Iglesias no, con Iglesias no¡¡±. En una inversi¨®n de papeles, vet¨® abiertamente a su socio preferente. No es que no se fiase de Iglesias, que claramente no, sino que tem¨ªa que ejerciera de presidente B; no ya vicepresidente sino directamente presidente B, con una corrosi¨®n inevitable del Gabinete desde dentro.
Por eso S¨¢nchez ha recurrido a personalizar directamente el problema en Iglesias, incluso cuestionando que defienda la democracia espa?ola. Identificar al villano simplifica el relato, que era lo necesario ahora. Y as¨ª es como este duelo al sol fue tomando ecos de ret¨®rica de w¨¦stern. S¨¢nchez enca?on¨® a Iglesias y le marc¨® territorio al modo de Eastwood en Sad Hill: ¡°El mundo se divide en dos categor¨ªas: los que tienen el rev¨®lver cargado y los que cavan. T¨² cavas¡±.
Es f¨¢cil imaginar a Iv¨¢n Redondo dando a S¨¢nchez la lecci¨®n de Simms en R¨ªo Rojo: ¡°Llena a un hombre de plomo, h¨²ndelo en la tierra y despu¨¦s lee la Biblia sobre ¨¦l¡±. S¨®lo hay que cambiar Biblia por Constituci¨®n. Eso s¨ª, la idea de hacer virtud liquidando a Iglesias, identificado como peligro para la democracia, ten¨ªa cierto riesgo: aglutinar a Podemos en torno a su l¨ªder humillado. ¡°El veto a Pablo se extiende a todo Podemos¡±, dijo Irene Montero. Es una reacci¨®n muy del orgullo carpetovet¨®nico, por m¨¢s que Iglesias en 2016 s¨ª hab¨ªa aceptado esto y adem¨¢s con 30 diputados m¨¢s que ahora: ¡°Si el obst¨¢culo soy yo, no hay ning¨²n problema. Hay compa?eros en Podemos suficientemente capacitados para ejercer esa responsabilidad¡¡±. En definitiva esto ya era un asunto personal, enredado con la dignidad y viejas cuentas pendientes, sin otra salida.
El presidente desconf¨ªa abiertamente de esa amenaza del presidente B, porque no es lo mismo la agenda de un Ayuntamiento o una autonom¨ªa que la agenda de Venezuela, de Trump, de los contratos militares con pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, de la inmigraci¨®n desde el norte de ?frica, y por supuesto Europa. S¨¢nchez, que cuida particularmente la proyecci¨®n internacional, ten¨ªa motivos. De ah¨ª la necesidad de construir el marco que excluyese singularmente a Iglesias. En definitiva, en este duelo, el relato era determinante. Parafraseando al reportero Maxwell Scott en El hombre que mat¨® a Liberty Valance: ¡°As¨ª es el oeste, se?or. Cuando la leyenda se convierte en realidad, hay que publicar la leyenda¡±. Y no solo el oeste, tambi¨¦n la pol¨ªtica. Iglesias va a tener que cavar.
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