Fantas¨ªas catalanas Fishman

COMO SOY UN elitista feroz, y como adem¨¢s me interesa la pol¨ªtica, que es lo que nos ata?e a todos (pol¨ªtica viene de polis, y polis en griego significa ciudad), me gusta mucho leer a los polit¨®logos, que son la ¨¦lite del pensamiento pol¨ªtico, porque dedican sus mejores esfuerzos a ¨¦l. Pero, como procuro no chuparme el dedo, s¨¦ que hay polit¨®logos buenos, malos y regulares, y que incluso los buenos cometen errores; faltar¨ªa m¨¢s: al fin y al cabo, Shakespeare y Cervantes son la ¨¦lite de la ¨¦lite de la literatura y el primero escribi¨® Tito Andr¨®nico y el segundo el Persiles. Quandoque bonus dormitat Homerus: hasta el mism¨ªsimo Homero da una cabezadita de vez en cuando.

El distinguido polit¨®logo Robert M. Fishman public¨® no hace mucho en este peri¨®dico un art¨ªculo titulado Preguntas para superar desencuentros (16-5-2019). En ¨¦l afirma que ¡°uno de cada dos independentistas [catalanes] se considera espa?ol¡±. En teor¨ªa, esto podr¨ªa ser cierto, porque m¨¢s o menos uno de cada dos votantes catalanes actuales vota separatista y, seg¨²n casi todas las encuestas, m¨¢s o menos tres de cada cuatro catalanes dicen sentirse a la vez catalanes y espa?oles. Hasta aqu¨ª, la teor¨ªa; la pr¨¢ctica es otra cosa. Me encantar¨ªa que Fishman me presentara a un solo separatista catal¨¢n que se siente espa?ol. No dudo de que alguno exista ¡ªhay de todo en la vi?a del Se?or¡ª, pero yo, que soy catal¨¢n y llevo toda mi vida residiendo en Catalu?a ¡ªsobre todo, en la Catalu?a m¨¢s separatista¡ª, todav¨ªa no me he cruzado con ninguno. Es cierto que los separatistas y las encuestas se refieren con frecuencia a esta clase de unicornios, pero eso no es una raz¨®n para creer que existan ¡ªno digamos para creer que lo sean nada menos que la mitad de los separatistas¡ª, sino otra raz¨®n para ser prudente con las encuestas (y con los separatistas). Mucho me temo, en definitiva, que los separatistas que se consideran espa?oles son como los fantasmas: se habla mucho de ellos, pero nadie los ha visto. Por otra parte, Fishman niega la influencia de la escuela catalana en el reciente incremento del separatismo (lo que algunos denominan ¡°adoctrinamiento¡±); la afirmaci¨®n es igualmente falsa, pero en esta ocasi¨®n no es preciso recurrir a la m¨¢s elemental experiencia personal de cualquier catal¨¢n para refutarla. En 1996 se present¨® en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona una tesis doctoral titulada L¡¯impacte dels partits en la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica de la Generalitat de Catalunya en l¡¯ensenyament obligatori, donde se analizaba con detalle la pol¨ªtica escolar de los a?os centrales del pujolismo (1984-1995); la conclusi¨®n era la siguiente: ¡°Se puede afirmar que la socializaci¨®n pol¨ªtica que han sufrido los m¨¢s j¨®venes los ha llevado a incrementar el conocimiento y el dominio de la lengua catalana, a sentirse m¨¢s catalanes, a ubicarse en posiciones m¨¢s nacionalistas catalanas y a votar sobre todo a los partidos nacionalistas catalanes¡±. Yo no s¨¦ si a eso hay que llamarlo ¡°adoctrinamiento¡± o no ¡ªque Fishman elija: a m¨ª me da igual¡ª, pero el resultado es el mismo. Por si acaso a?adir¨¦ que el autor de la mencionada tesis no era un temible nacionalista espa?ol, sino un nacionalista catal¨¢n convencido: Jordi Argelaguet, exmilitante del Moviment de Defensa de la Terra ¡ªvinculado a la desa?pa?recida organizaci¨®n terrorista Terra Lliure¡ª, luego de ERC y de CDC y, desde 2011, responsable del Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨® de la Generalitat.

No hay duda de que el art¨ªculo de Fishman estaba animado por las mejores intenciones; m¨¢s a¨²n, no es dif¨ªcil estar de acuerdo con alguno de sus juicios: es verdad, por ejemplo, que Espa?a no acepta su diversidad tan bien como debiera (aunque es igualmente verdad que la acepta mucho mejor que Catalu?a, o al menos que los nacionalistas catalanes, aunque Fishman olvide decirlo). Es una verdadera l¨¢stima, sin embargo, que est¨¦ basado en algunas de las incontables fantas¨ªas difundidas por el separatismo catal¨¢n y sus compa?eros de viaje, y no en la realidad. Cuando esto ocurre, lo que escriben los polit¨®logos, por distinguidos que sean, resulta tan t¨®xico (o tan inane) como lo que escriben los propagandistas.?