Previsible Draghi
El BCE confirma su alerta econ¨®mica a la eurozona por factores externos
El Banco Central Europeo (BCE) mostr¨® en su ¨²ltimo Consejo de Gobierno un acrecentado pesimismo sobre la econom¨ªa internacional, y por ende, sobre la eurozona. Y ratific¨® su intenci¨®n de adoptar pr¨®ximamente nuevas medidas para estimularla. ¡°Las perspectivas son peores y peores¡±, describi¨® gr¨¢ficamente su presidente, Mario Draghi, refiri¨¦ndose sobre todo a la industria manufacturera y a la baja inflaci¨®n (1,4% en junio, lejos del 2% de referencia). Aunque en la coyuntura de los servicios y la construccci¨®n, y en el alza de las rentas salariales, las cosas vayan mejor.
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As¨ª que la c¨²pula del banco concret¨® las medidas de est¨ªmulo necesarias, con m¨¢s precisi¨®n que en el encuentro de junio. Los tipos de inter¨¦s seguir¨¢n en sus niveles actuales ¡°o inferiores¡± hasta final de a?o; las compras de activos ex novo podr¨¢n reanudarse y se reformular¨¢ el objetivo de inflaci¨®n. Aunque no lo detall¨®, la intenci¨®n es referirse al 2% y no cerca ¡°pero por debajo¡± de esa cifra, lo que lleva un sesgo deflacionario: sugiere mayor rapidez para emprender los giros de rigidez (cuando crecen los precios) que para los expansivos (cuando caen). El recetario se complet¨® con la cl¨¢sica apelaci¨®n (poco escuchada por los Gobiernos) a la necesidad ¡°esencial¡± de que una pol¨ªtica fiscal m¨¢s activa acompa?e a la monetaria, en aras a evitar la japonizaci¨®n de la eurozona.
Nada de eso constituye una noticia estricta. Se apunt¨® en el Consejo de junio y luego en el F¨®rum de Sintra. Si acaso, la novedad estriba en la mayor intensidad de la alerta y en su reiteraci¨®n. As¨ª que la cuesti¨®n a plantear es pues, por qu¨¦ no se han adoptado ya esas medidas.
Todo apunta a que Draghi persigue el momento m¨¢s adecuado, pues la mayor oportunidad temporal de las decisiones es susceptible de incrementar su eficiencia. Y algunos de los riesgos externos a la eurozona aumentar¨¢n probablemente a la vuelta de la pausa veraniega, a principios de oto?o. Para entonces se sabr¨¢ con mayor exactitud si el Brexit manejado por el peculiar Boris Johnson deriva o no en una retirada de la Uni¨®n Europea (UE) por las bravas, incluso de modo salvaje: si ser¨¢ de consecuencias negativas, o fatales, o catastr¨®ficas.
Tambi¨¦n es probable que la Administraci¨®n Trump, una vez afirmada en los pasillos del ¨²ltimo G-20 una tregua en su guerra comercial con China, aclare si quiere seguir igual pauta con la UE. O si opta, precisamente, por lo contrario, destinar a este tradicional socio la antipat¨ªa que ven¨ªa dispensando a su rival asi¨¢tico.
Tambi¨¦n para entonces el horizonte sobre la estabilidad y empuje de la nueva Comisi¨®n deber¨ªa estar m¨¢s definido. La crisis de la automoci¨®n alemana habr¨¢ cumplido un a?o y ser¨¢ un buen momento para calibrar qu¨¦ de estructural y qu¨¦ de coyuntural hay en la misma. Y ganar algo de tiempo facilita que la Reserva Federal siga siendo pionera en la adopci¨®n de medidas novedosas: dispone de mayor margen (tipos sobre cero) para ello.
En cualquier caso, la fragua de este paquete es un ejemplo de manual de la gu¨ªa de futuro (forward guidance) que se ha elevado a catecismo de los grandes bancos centrales: para ser previsibles. Buscan comunicar al p¨²blico con antelaci¨®n, si conviene reiterada, los pr¨®ximos pasos de la pol¨ªtica monetaria, para que los agentes econ¨®micos vayan tomando sus decisiones en consonancia con ellos y evitar as¨ª vaivenes excesivos en la inversi¨®n, el ahorro o el consumo. Draghi, pues, en estado puro.
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