Leonard Cohen y Marianne: la historia de dos p¨¢jaros libres y en armon¨ªa
Un documental recupera la relaci¨®n del m¨²sico y su musa en una isla griega
Hay historias que, por mucho que se hayan contado, nunca se desgastan. La de Leonard Cohen y Marianne Ihlen es una de ellas. No porque sea la historia de una tragedia griega, aunque sucedi¨® en una islita del pa¨ªs heleno, sino porque permanece viva como el cuento de dos j¨®venes libres y en armon¨ªa en el transcurso de su amor cotidiano, como ¡°p¨¢jaros sobre la alambrada¡±, tal y como cantaba el m¨²sico canadiense en Bird on a Wire.
Bird on a Wire es la canci¨®n inspirada en el cuento que Leonard Cohen y Marianne vivieron en la isla de Hydra a principios de los primeros sesenta, pero no la ¨²nica. El m¨²sico tambi¨¦n compuso So Long, Marianne, esa dulce eleg¨ªa a una relaci¨®n que marc¨® al que por entonces era un poeta sin un euro en el bolsillo, pero maravillado por esa atractiva mujer noruega y el radiante sol mediterr¨¢neo. Una historia que ahora vuelve a ser contada en el documental Marianne & Leonard: Words of Love, dirigido por Nick Broomfield, cineasta brit¨¢nico que ya tiene experiencia en otros filmes musicales sobre Whitney Houston (Whitney: Can I Be Me) y Kurt Cobain (Kurt & Courtney). Seg¨²n palabras de su creador al peri¨®dico The Times, la cinta ¡°est¨¢ intoxicada de la belleza de la relaci¨®n¡±, mostrando el calidoscopio de dos seres que, incluso en el fin de su amor, guardaron un carisma rom¨¢ntico.
Cohen lleg¨® a Hydra en 1960. El poeta hab¨ªa o¨ªdo hablar de la existencia de una colonia de artistas procedentes de todos los rincones del mundo. Al desembarcar, se encontr¨® con un viejo puerto de pescadores, un par de tabernas en el paseo mar¨ªtimo y una imponente monta?a que acog¨ªa un paisaje de casas encaladas. Los coches ten¨ªan prohibido el acceso y los burros y las mulas eran el ¨²nico medio de transporte. Hab¨ªa gatos por todas partes y la m¨²sica sonaba todo el d¨ªa en las terrazas. Qued¨® fascinado hasta de sus penurias. ¡°No hab¨ªa agua corriente. Ten¨ªas que recogerla gota a gota, conoc¨ªas las gotas una a una. Todo cuanto utilizabas era rico¡±, dijo en una entrevista el m¨²sico, que pas¨® las primeras dos semanas estirado sobre una roca tomando el sol. ¡°Grecia fue donde sent¨ª el calor en mi interior por primera vez¡±, a?adi¨®.
En Grecia tambi¨¦n fue donde conoci¨® un amor distinto a todos los dem¨¢s. Lleg¨® acompa?ado de su guitarra, su caracter¨ªstica gabardina azul y su Olivetti verde: la misma en la que se ve escribiendo a Marianne en la contraportada de su disco, Songs From a Room. Fue en la terraza de la tienda de comestibles del muelle donde el poeta invit¨® a Marianne por primera vez a compartir su mesa. Hac¨ªa tres a?os que la joven hab¨ªa llegado a Hydra, en compa?¨ªa de Axel Jensen, un escritor noruego, con quien se cas¨® y tuvo un hijo, Axel. Pero ¨¦l se fug¨® con otra mujer, y Cohen aprovech¨® la oportunidad.
Marianne y su hijo se fueron a vivir con el poeta, que hered¨® de su abuela 1.500 d¨®lares y se compr¨® en Hydra una casa encalada de tres pisos, cuatro habitaciones, una cocina con comedor y una gran terraza. En una isla donde reinaba el sol y la paz y las noches se iluminaban con l¨¢mparas de aceite de oliva o queroseno, Cohen y Marianne fueron felices. Como escribi¨® el canadiense a un amigo en una carta: ¡°La manera de vivir de Marianne en la casa es puro alimento. Cada ma?ana me pone una gardenia en la mesa de trabajo [¡] Cuando hay comida en la mesa, cuando se encienden las velas, cuando fregamos juntos los platos y acostamos juntos al ni?o. Eso es orden, es orden espiritual, y no hay otro¡±. En compa?¨ªa de Marianne, Cohen escribir¨ªa cuatro libros de poemas y la novela Los guapos perdedores.
El orden mon¨¢stico, tan propio de un Cohen que mucho despu¨¦s abrazar¨ªa el budismo zen, solo se alteraba cuando la pareja bajaba las empinadas calles de la isla en busca de la diversi¨®n del puerto. El amor libre de los hippies hab¨ªa llegado a Hydra antes de lo esperado y exist¨ªa una gran permisividad sexual. Tal y como cont¨® m¨¢s tarde Cohen, ¡°el sexo era metaf¨ªsico¡±.
La relaci¨®n de ambos dur¨® seis a?os, interrumpida en ocasiones por la necesidad del m¨²sico de atender a sus ¡°afiliaciones neur¨®ticas¡±. Afiliaciones como las mujeres. Cohen era incapaz de atarse a nadie. ¡°Nadie puede poseer a Leonard¡±, declarar¨ªa su amiga canadiense Nancy Bacal. Tambi¨¦n la afiliaci¨®n a su arte. En Hydra dio su primer concierto formal. Fue en una taberna. Lo hizo porque, como reconocer¨ªa, ¡°necesitaba dinero¡±. ¡°Vi que llevaba diez a?os escribiendo y no pod¨ªa pagar la factura del tendero, as¨ª que pens¨¦ en cantar¡±.
Cuando Cohen lleg¨® a Nueva York, gracias al dinero prestado por un amigo, ten¨ªa 32 a?os y seis libros publicados. En 1967, public¨® su primer disco, Songs of Leonard Cohen, y, un par de a?os despu¨¦s, el segundo, Songs from a Room. En el primero incluy¨® la canci¨®n So Long, Marianne mientras que en el siguiente Bird on a Wire. Para entonces, llegaba a su fin su relaci¨®n con Marianne, que le acompa?¨® alg¨²n tiempo en su nueva vida en el hotel Chelsea de Nueva York y que reconoci¨® que decir adi¨®s a Cohen le doli¨® mucho: ¡°Me destruy¨® un tiempo¡±. En el ¨²ltimo momento antes de grabarla, Cohen cambi¨® la letra de la canci¨®n So Long, Marianne que iba a llamarse Come On Marianne. A?adi¨® ese so long?¡ªhasta pronto¡ª. Un ¡°hasta pronto, Marianne¡± que termin¨® convirti¨¦ndose en un hasta siempre para la historia de estos dos p¨¢jaros libres, que vivieron el cuento de su amor en una remota isla griega en plena armon¨ªa.
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