Leonard Cohen, el arte y la elegancia no entienden de edades
Tras a?os de excesos, fracasos y traiciones, el autor de 'Hallelujah' sigue seduciendo
![Leonard Cohen en Par¨ªs el pasado agosto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TH3H6CXSBTDSJRVB6XWSBBO7MU.jpg?auth=840e3c8b67292096a9ca12a0d5d42656354dfc489a89861cc98a9879494de8d8&width=414)
Hay una an¨¦cdota que puede ayudar a ilustrar al actual Leonard Cohen. En uno de sus muchos conciertos, dos chicas se subieron al escenario para ofrecerle unas flores y Cohen, contempl¨¢ndolas sereno, con algo de condescendencia, tanto a las flores como a las muchachas, dijo, con media sonrisa: ¡°Ah, qui¨¦n tuviera dos a?os menos¡±. Y se quit¨® el sombrero, llev¨¢ndoselo al coraz¨®n, en se?al de gratitud.
Dos a?os menos. El m¨²sico seductor, el mismo que comparti¨® cama con Janis Joplin y muchas m¨¢s, por el que han suspirado miles de mujeres durante d¨¦cadas, y el poeta, autor de Hallelujah, que fue escritor antes que cantante, no s¨®lo conserva su humor inteligente, sino que, despu¨¦s de a?os vagando por desiertos, excesos y traiciones, se ha reconciliado consigo mismo. A punto de cumplir 80 a?os, Cohen sabe qui¨¦n es y lo que representa. Y se le ve orgulloso.
Figura de culto desde que debut¨® como un maravilloso bardo folk a finales de los sesenta, con canciones como Suzanne o Sisters of Mercy, este canadiense, maestro del susurro, se presenta al mundo como un hombre feliz, templado, que est¨¢ recogiendo el reconocimiento y el cari?o, sobre todo, el cari?o de todos aquellos que, entre desasosiegos y asuntos pendientes, acudieron a ¨¦l como su gran guardi¨¢n sentimental, de todos aquellos que, entre m¨²sicos clich¨¦s y productos de medio a?o, aprendieron a valorar la belleza en pocos acordes.
Pero para llegar a este puerto antes ha tenido que pasar su propia traves¨ªa. No fue f¨¢cil. A los enormes fracasos comerciales que han acompa?ado algunas de sus mejores obras y una vida con fuertes episodios de p¨¢nico y agitada por el alcohol, las drogas y su dependencia a los antidepresivos, se sum¨® en 2004, tras abandonar el monasterio budista de Mount Baldy, una gran traici¨®n, la de Kelly Lynch, su representante y examante, que se embols¨® millones de d¨®lares dej¨¢ndole en la ruina. Tuvo que vender hasta su casa para salir adelante. Nunca se ha sabido bien qu¨¦ hubo detr¨¢s de esa sonada estafa, que llev¨® al m¨²sico a vender los derechos de sus canciones, en la que se malgastaron millones y se cruzaron buitres de las finanzas con posibles evasiones de impuestos, pero fue el detonante para que regresara a la carretera con m¨¢s fuerza que nunca, con conciertos magn¨ªficos.
Ah¨ª sigue. Sin detenerse pero a su propio ritmo y confiando su alma a la religi¨®n. Ahora, publica Popular problems, cuando todav¨ªa resuenan las excelentes vibraciones que dej¨® hace dos a?os Old ideas, un ¨¢lbum de baladas y medios tiempos que, en su voz de c¨¢lido invierno, reivindicaba la madurez, el sosiego, cuando la vida ya te ha ense?ado a reconciliar el pasado con el presente, a disfrutar sin tormentos.
Dos a?os menos, dec¨ªa Cohen, fino como un estilete de otra ¨¦poca, al recoger ese ramo de flores de esas dos chicas mucho m¨¢s j¨®venes que ¨¦l. Dos a?os menos, cuando cualquier otro, a su edad, hubiese dicho, como m¨ªnimo, dos d¨¦cadas menos. Pero Cohen, que nunca fue un rockero desmelenado ni un cantautor de relumbr¨®n y grandes audiencias, es due?o de su propio territorio. Porque Cohen, Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, ahora, como siempre, apela a la inteligencia. Porque, con su sombrero Fedora y su mirada felina, seduce con estilo. A la pregunta de c¨®mo piensa celebrar sus 80 a?os, respondi¨® ayer: ¡°Fumando un cigarro¡±. Seguramente, pensando en esos dos a?os menos, pero tambi¨¦n contemplando, entre el humo del pitillo, todo lo logrado, mientras su nombre nos recuerda que el arte y la elegancia no entienden de edades, incluso se podr¨ªa afirmar que mejoran con los a?os.
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