La puerta a un nuevo mundo
En 2019, sabemos que la tecnolog¨ªa tiene un uso de doble filo. Pero poder reproducir casi todas las piezas de m¨²sica escritas me parece un hito de una belleza asombrosa
NO SON pocos quienes insisten en convencernos de que ¡ªmegabyte a megabyte, tuit a tuit¡ª la tecnolog¨ªa corrompe la mente, reduce el cociente intelectual y merma la capacidad de concentraci¨®n. Nos horroriza ver a esos beb¨¦s pegados a un iphone, sentados en las mesas de restaurantes de todo el mundo, pero pasamos por alto el hecho de que, con frecuencia, sus padres hacen justamente lo mismo.
Propongo, pues, un ejercicio de abstracci¨®n. Dejemos a un lado tanto las repercusiones nocivas de la tecnolog¨ªa para la salud como sus indiscutiblemente positivas aportaciones a la medicina, le gesti¨®n de cat¨¢strofes y la ciencia. As¨ª, sostener en la palma de la mano un dispositivo min¨²sculo, capaz de reproducir pr¨¢cticamente todas las piezas compuestas en la historia de la m¨²sica, me parece un hito de una belleza asombrosa.
Durante mucho tiempo, el mundo de la m¨²sica cl¨¢sica ha intentado permanecer al margen del resto de corrientes. Se ha enorgullecido de levantar barreras a su acceso y ha restringido su p¨²blico a una selecta y acaudalada minor¨ªa: ese 1% que viste como Dios manda y sabe lo que es la cadenza y cu¨¢ntos movimientos tiene una sinfon¨ªa de Brahms. Una audiencia que solo puede sentirse a gusto en los m¨¢s reverenciados auditorios del planeta cuando est¨¢ acompa?ada de otros asistentes de su misma cuerda.
Esta ¨¦lite arroja al 99% restante migajas en forma de recopilaciones al estilo de Los 50 mejores cl¨¢sicos para relajarse. Creen equivocadamente que los aficionados a otras m¨²sicas son capaces de aguantar un tema de 3 minutos en un anuncio de televisi¨®n, pero no un concierto de 20. Vaya sarta de sandeces. Preferir¨ªa comerme una paella de pollo con k¨¦tchup que alentar este tipo de gilipolleces.
Evidentemente, si seguimos disfrutando de m¨²sica creada hace 200 o 300 a?os ha de ser por buenas razones. Pero ?c¨®mo demonios vamos a saber qu¨¦ escuchar si no hemos sido iniciados en este exclusivo universo? Cuando escribo ¡°Quinta sinfon¨ªa de Beethoven¡± en la barra de b¨²squedas de amazon.com, obtengo m¨¢s de 20.000 resultados. Si consulto la p¨¢gina web del Teatro Real y soy un ne¨®fito, no tendr¨¦ la menor idea de en qu¨¦ se diferencian Capriccio e Il trovatore.
Pues bien, hace poco elabor¨¦ una lista de reproducci¨®n en Spotify. Se puede encontrar en http://bit.do/classica y voy a ir ampli¨¢ndola con regularidad. Imag¨ªnense tener la Mona Lisa o las Pinturas negras en la pared de su casa solo para su disfrute personal. Esta lista es algo as¨ª como su equivalente musical. A lo mejor le acaba encantando Prok¨®fiev y aborrece a Rameau, o al rev¨¦s. Sea como fuere, contiene algunas composiciones inmortales y abre una puerta de entrada a lo que para algunos de ustedes ser¨¢ un mundo nuevo.
Este empleo de la tecnolog¨ªa mejora la vida y ofrece un refugio y un espacio para sentir. Facilita una feliz evasi¨®n. En 2019, nadie puede decirme que esto sea algo malo. Si tiene la suerte de tener vacaciones este mes, o incluso si est¨¢ lidiando con el viaje diario de casa al trabajo y vuelta y los plazos de entrega, ll¨¦vela con usted y esc¨²chela un rato. Har¨¢ que las cosas se transformen en algo un poco mejor.?
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