Inversores chinos a la conquista del campo franc¨¦s
Los agricultores franceses recelan de la compra de tierras cultivables por parte de inversores chinos atra¨ªdos por la fama de sus productos
EN PLENO coraz¨®n de Francia, donde los extensos campos de trigo se confunden con la inmensidad del cielo galo, una transformaci¨®n silenciosa est¨¢ en marcha. Desde hace ya unos a?os y de forma paulatina, cientos de hect¨¢reas de tierras cultivables est¨¢n pasando a manos chinas. Los agricultores franceses gritaron basta cuando el empresario multimillonario Hu Keqin se hizo con 900 hect¨¢reas en el Allier en 2017. Esto se sumaba a las 1.700 hect¨¢reas que el magnate ya hab¨ªa comprado en 2014 en la zona de Indre. Su objetivo era exportar trigo franc¨¦s directamente a China para abrir una cadena de 1.500 panader¨ªas especializadas en la baguette francesa. El made in France ofrece un prestigio atractivo a la creciente poblaci¨®n china cuyo nivel de vida mejora, cambiando sus h¨¢bitos alimentarios.
Estas adquisiciones forman parte de la marea de compras de tierras agr¨ªcolas por parte de China en el mundo. Desde 2010 lleva invertidos 97.000 millones de d¨®lares en agricultura. En parte es por necesidad; posee el 20% de la poblaci¨®n mundial, pero cuenta con menos del 10% de tierras cultivables del planeta. A diferencia de otros pa¨ªses, el caso galo tiene la particularidad de que los franceses sienten su patrimonio y savoir-faire amenazados. Nos referimos al trigo que se transforma en sus baguettes y a los vi?edos de donde salen sus aclamados vinos. M¨¢s de un agricultor lo equipara a que los franceses comprasen una parte de la Gran Muralla de China.
Algo parecido ocurre con los vi?edos centenarios de Burdeos. Los chinos adoran el vino bordel¨¦s y su voracidad los ha llevado a adquirir m¨¢s de 150 ch?teaux en los ¨²ltimos 10 a?os. Por el contrario, los belgas tardaron m¨¢s de 70 a?os en hacerse con 100 ch?teaux. Se estima que en 2021 China ser¨¢ el segundo mercado m¨¢s importante de vino y los chinos se lanzan a comprar bodegas para aprovechar este crecimiento implacable del sector.
A los franceses no les hace gracia que se les cambie el nombre a las bodegas hist¨®ricas, como ha decidido el empresario Chi Tong con sus ch?teaux: Larteau es ahora Conejo Imperial, Tour Saint-Pierre se rebautiz¨® Ch?teau Conejo Dorado, Clos Bel-Air se denomina Gran Ant¨ªlope y S¨¦nilhac lleva ahora el llamativo nombre de Ant¨ªlope Tibetano. Tambi¨¦n temen que algunos propietarios cambien el sabor de sus vinos para adaptarse a los gustos de los consumidores chinos.
Pero a pesar de lo que pueda pensar la opini¨®n p¨²blica francesa, los chinos solo poseen el 2% de los vi?edos de Burdeos, y en cuanto a tierras agr¨ªcolas adquiridas, solo representa el 1% de lo que China invierte en el mundo. La amenaza real no viene de fuera, sino que est¨¢ en casa, dentro de las fronteras del hex¨¢gono. Lo que realmente est¨¢ cambiando el panorama agr¨ªcola franc¨¦s es su industrializaci¨®n y el acaparamiento de tierras por parte de empresas, que aument¨® un 20% entre 2006 y 2016. Los campos franceses pasaron de ser terrenos labrados por familias a ser explotaciones industriales cada vez m¨¢s concentradas. El joven agricultor queda fuera de juego al no poder competir con los precios desorbitados que ofrecen los inversores de peso por una hect¨¢rea. Esto merma la econom¨ªa local, su medio ambiente y el tejido social de los pueblos que poco a poco se est¨¢n vaciando. Los grandes industriales se aprovechan adem¨¢s de una falla en la regulaci¨®n y los organismos defensores del medio rural piden a voces que el Gobierno regule mejor las tierras agr¨ªcolas. ?Qu¨¦ pas¨® con Hu Keqin, que so?aba con ser el Marco Polo chino de la baguette? Consigui¨® abrir tres panader¨ªas en Pek¨ªn, pero en mayo su filial china se declar¨® en quiebra.
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