Un vergel renacentista en Toledo
Andr¨¦s G¨®mez cuida desde hace 12 a?os el jard¨ªn del Cigarral de Menores, propiedad de la familia de Gregorio Mara?¨®n
DESDE EL Cigarral de Menores las vistas de Toledo no han cambiado en 500 a?os. La panor¨¢mica aparece y desaparece mientras se pasea por los delgados senderos de la finca bordeados de lilos. Entre olmos y rosales emergen fuentes y esculturas de Chillida, Manolo Paz o Cristina Iglesias. Junto al banco en el que se cuenta que a B¨¦cquer le gustaba sentarse a contemplar la ciudad imperial se yergue un busto de don Gregorio Mara?¨®n, obra del artista Emiliano Barral. El insigne doctor y humanista adquiri¨® en los a?os veinte esta finca toledana que hoy d¨ªa pertenece a su nieto Gregorio Mara?¨®n y Bertr¨¢n de Lis y a la esposa de este, Pilar Sol¨ªs Mart¨ªnez-Campos. ¡°Es un lugar incre¨ªble. No hay en Toledo nada igual, tan exuberante, con estos ¨¢rboles tan tremendos¡±, asegura Andr¨¦s G¨®mez, de 41 a?os, quien lleva 12 cuidando de este vergel de estilo renacentista. El jard¨ªn ocupa un terreno de unos tres kil¨®metros dispuesto en terrazas y rodeado de un olivar con m¨¢s de 800 ejemplares. Con los frutos de la ¨²ltima recogida se obtuvieron m¨¢s de 4.000 litros de aceite.
Los cigarrales son casas de recreo con vistas a Toledo y huertas. ¡°Hay granados, membrillos, manzanos, almendros, higueras¡¡±, enumera con orgullo Pilar Sol¨ªs, volcada desde hace a?os en la vegetaci¨®n del suyo. Quedan en la zona una veintena de ellos, muchos dedicados hoy d¨ªa a celebraciones como bodas. Gregorio Mara?¨®n, actual presidente del Patronato del Teatro Real, explica que el origen m¨¢s plausible de su denominaci¨®n es el constante cantar de las cigarras en verano. Su abuelo conoci¨® Toledo gracias al escritor Benito P¨¦rez Gald¨®s y compr¨® el Cigarral de Menores en 1921. Lo apod¨® Los dolores en honor a su esposa, Lola Moya. La finca se convirti¨® durante a?os en punto de encuentro de grandes intelectuales de la ¨¦poca: Valle-Incl¨¢n, Unamuno, Ortega y Gasset, Azor¨ªn, Lorca¡ Cuando muri¨® su abuela, Mara?¨®n nieto adquiri¨® el cigarral en 1977. Tras casi 17 a?os de abandono, el primer paso fue remodelar la vivienda que en su d¨ªa hab¨ªa sido un convento. Despu¨¦s le lleg¨® el turno al jard¨ªn. ¡°Estaba muy envejecido, se hab¨ªan perdido muchas plantas¡±, recuerda Sol¨ªs.
En aquella ¨¦poca los cuidados de la flora del lugar estaban en manos del jardinero Jos¨¦ Mart¨ªn. Pero el proyecto comenz¨® a crecer y se decidi¨® contratar la ayuda de un vivero de Toledo. En esa empresa trabajaba por entonces Andr¨¦s G¨®mez, y as¨ª es como con el tiempo acab¨® siendo a tiempo completo jardinero del Cigarral. El toledano, que desconoc¨ªa la existencia de un lugar as¨ª en la zona, qued¨® maravillado desde el primer momento, y con la ayuda de Mart¨ªn fue descifrando las complicaciones del terreno. ¡°Andr¨¦s tiene much¨ªsima capacidad de ver y entender qu¨¦ les sucede a las plantas. Yo no hab¨ªa visto que en ning¨²n lugar se acostumbrase a las plantas a beber poco. Y sin embargo funciona¡±, alaba Sol¨ªs.
El clima y el suelo de este pedazo de La Mancha son complejos. Normalmente llueve poco y este a?o ha estado por debajo de la media. ¡°Por aqu¨ª pasan las nubes, pero no llega el agua¡±, lamenta G¨®mez. El jardinero ha descubierto con los a?os que es mejor que las plantas se acostumbren ¡°a pasar un poquito de sed¡±. En verano el riego ligero sirve sobre todo para refrescar. Las especias, al ser de secano, no necesitan m¨¢s. ¡°Un par de veces por semana para humedecer y bajar la temperatura¡±. Lleva a?os experimentando distintos sistemas para tratar que el suelo mantenga la humedad unos d¨ªas. Hay sitios que todav¨ªa se resisten. ¡°Seguramente esto no tenga fundamento en otros lugares. Pero yo he trabajado siempre aqu¨ª. Son tantos a?os de mirar solo esto¡¡±, reconoce. La poluci¨®n es otro de los problemas a los que se enfrenta. A Toledo llega el llamado ozono troposf¨¦rico, que se forma por la acci¨®n de los rayos del sol sobre los gases producidos por los combustibles f¨®siles. Viene de la zona industrial al norte de la ciudad y tambi¨¦n de Madrid. ¡°En verano muchas veces las plantas se quedan feas y se agostan por la contaminaci¨®n¡±, explica G¨®mez apenado.
En el Cigarral crecen olmos centenarios, una especie casi desaparecida en Espa?a
A pesar de los factores adversos, en el Cigarral de Menores los gigantescos ¨¢rboles han generado un microclima que favorece la frondosidad. ¡°Esto no ha hecho m¨¢s que crecer con los a?os. Yo no conozco en Toledo otro lugar con tanta vegetaci¨®n¡±, asegura Sol¨ªs. Entre las especies aut¨®ctonas se cuentan los enebros, la retama, la cornicabra, el azufaifo o el almez, cuyas hojas son un goloso manjar para el burro zamorano que vive en la finca, Bruno. Tambi¨¦n crecen floridos los rosales. Y con los a?os han descubierto que las plantas propias de la Provenza francesa resultan adecuadas para las condiciones de Toledo. As¨ª han llegado la lavanda, las adelfas o el romero. Uno de los grandes tesoros que custodia el Cigarral son sus olmos. La mayor¨ªa de ¨¢rboles de esta especie desaparecieron en Espa?a en los a?os ochenta, cuando la terrible plaga de la grafiosis alcanz¨® la Pen¨ªnsula. En la finca se conservan ejemplares centenarios que no cesan de multiplicarse. Cuenta Mara?¨®n que han comenzado a regalar reto?os a amigos de Toledo, Galicia y Ciudad Real. ¡°Se les da muy bien reproducirse. Se han mantenido y cada vez est¨¢n mejor. Una aut¨¦ntica reliquia¡±, asegura G¨®mez mirando con satisfacci¨®n el cielo cubierto de hojas de su jard¨ªn.?
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