Men¨² de fiesta: cordero para desayunar, comer y cenar
La comunidad musulmana celebra desde este lunes una de sus mayores festividades, el A?d-el-K¨¦bir o sacrificio del carnero. Una cr¨®nica desde la vivienda de una familia de Saint Louis
Moustapha Dieye (39 a?os) mece en sus brazos a su hijo Bashir mientras observa lo que acontece a las puertas de su casa, en la ciudad senegalesa de Saint Louis. La vivienda comparte una calle de arena con otras cinco familias. En la v¨ªa, media docena de adultos y unos cuantos ni?os m¨¢s se disponen a sacrificar 14 carneros machos ignorantes de su inminente final. Se trata de uno de los momentos m¨¢s destacados del Eid-El Kabir, una de las festividades del islam m¨¢s importantes y que com¨²nmente se conoce como Tabaski. En Senegal comenz¨® este lunes 12 de agosto y se prolongar¨¢ durante tres d¨ªas con un protagonista: el cordero. Este a?o, las autoridades de Saint Louis ha calculado la existencia de hasta 250.000 cabezas de ganado que compran los hombres de cada familia bien de manera individual (como m¨ªnimo uno por cada casado) o bien entre varios parientes, poniendo el dinero entre todos. Un ejemplar medio cuesta alrededor de unos 120.000 francos CFA o 180 euros, mientras que el codiciado ladoum, la raza m¨¢s cara, puede llegar hasta el mill¨®n de francos o 1.500 euros.
Hoy se celebra en #Senegal el #tabaski o fiesta del cordero, una de los acontecimientos religiosos m¨¢s importantes del a?o. Se van a sacrificar miles de carneros. Os lo vamos contando desdd #SaintLouis pic.twitter.com/AnwwnxMfKN
— ELPA?S PlanetaFuturo (@Planeta_Futuro) August 12, 2019
El Tabaski es una fiesta que conmemora un episodio compartido de forma similar por musulmanes y cristianos en el Cor¨¢n y en el Antiguo Testamento: aquel en el que Dios orden¨® a Ibrahim (Abraham) que sacrificara a su hijo primog¨¦nito para probar su fe y, cuando este se dispon¨ªa a obedecer, un ¨¢ngel cambi¨® al ni?o por un cordero. La comunidad musulmana celebra este d¨ªa matando a este animal en agradecimiento a Dios por salvar la vida de Ismail, el hijo del profeta Ibrahim.
Por simplificar, se dice que el Tabaski es como la Navidad de los cristianos, y en muchas cosas se asemeja. Es un d¨ªa de celebraci¨®n, de espiritualidad, de compa?¨ªa y de vida en familia. Se llama a la oraci¨®n las mismas cinco veces de costumbre y una extra, a las nueve de la ma?ana. A esa hora, el generalmente bullicioso barrio de Guet Ndar hace gala de una calma inusual. A las puertas de las mezquitas, largas hileras de hombres de todas las edades vestidos con boubous de brillantes colores se postran y se levantan sobre sus alfombras, concentrados en su rezo. Por su parte, las tur¨ªsticas calles del centro hist¨®rico de la ciudad est¨¢n absolutamente desiertas.
"A primera hora visitamos a los vecinos para saludar y pedirles perd¨®n si durante el a?o les ofendimos de alguna manera", describe Dieye mientras arrulla a su beb¨¦. Bashir naci¨® hace apenas dos meses, y su padre, residente en Espa?a desde 2006, lleg¨® a casa con el tiempo justo para verlo nacer. Gracias a que ha unido su permiso de paternidad con su mes de vacaciones, Dieye se queda a pasar el Tabaski con su familia. "No ven¨ªa desde hace 10 a?os a esta fiesta", comenta.
La familia reside en una casa de una sola planta en las afueras del barrio de Guet Ndar, en una zona donde las humildes y apretujadas chozas de los pescadores han desaparecido para dejar paso a viviendas unifamiliares m¨¢s espaciosas y de mejor calidad. Donde absolutamente todas las calles son de arena, donde se escuchan las olas del cercano Atl¨¢ntico y donde se est¨¢ lo suficientemente a gusto como para que algunos empresarios hayan hecho funcionar hotelitos con encanto y hostales para bolsillos mochileros.
Desde la calle donde vive la familia de Dieye se avistan las terrazas de uno de esos albergues para viajeros. Arriba, en el edificio, una mujer blanca en pantal¨®n corto, presumiblemente turista, tiende una toalla en su balc¨®n, ajena a lo que ocurre a sus pies. Abajo, la matanza ha comenzado, como en el resto de Saint Louis, Senegal y el mundo entero. Es r¨¢pida y silenciosa. Los carneros, postrados sobre la arena, mueren casi al instante gracias a un corte limpio en el cuello, tal y como obliga la pr¨¢ctica halal. "En el Islam est¨¢ prohibido causar sufrimiento a un animal", describe Dieye. Se quedan tan inm¨®viles los bovinos que son los propios ni?os, algunos de no m¨¢s de cinco o seis a?os, los que se quedan sujet¨¢ndolos durante los ¨²ltimos estertores. Uno, dos, tres... Hasta cuatro ejemplares son sacrificados en unos pocos minutos. Escondidos donde no puedan ver qu¨¦ est¨¢ pasando se han quedado los que se han librado de la matanza, sobre todo hembras y sementales.
"Hoy, ma?ana y pasado ma?ana vamos a desayunar cordero, almorzar cordero y cenar cordero", enumera Ouleymatou Sarr, cu?ada de Dieye. "A partir del cuarto, comeremos pescado y cenaremos... cordero", a?ade. En el interior de la vivienda, el trabajo est¨¢ muy bien repartido. Las dos mujeres que hoy trabajan Sarr y Lena Wade, esposa de Dieye, preparan en una olla el desayuno carn¨ªvoro. "Primero asamos la carne con ajos y un poco de sal", explica Wade. Los hombres, en la entrada, concentran sus fuerzas ¡ªy hacen falta muchas¡ª en cortar y despiezar correctamente los animales. Es un festival de sangre, v¨ªsceras y moscas que no impresiona a nadie porque tambi¨¦n es una tradici¨®n familiar que se vive desde la primera infancia. "Los ni?os aprenden viendo a los adultos. A partir de los 10 o 15 a?os ya pueden echar una mano", cuenta Dieye mientras despieza con ayuda de cinco de sus seis hermanos.
Los peque?os tambi¨¦n colaboran. "En muchas familias la costumbre es que los ni?os se encarguen de lavar las v¨ªsceras". A unos 200 metros, en la orilla del mar, grupos de chicos y de adolescentes cargan con barre?os repletos de tripas. Las abren, sacan los excrementos y el contenido de los est¨®magos ¡ªcon muchos pl¨¢sticos entre ellos, por cierto¡ª, y los asean a conciencia. No se van de vac¨ªo. Igual que en la tradici¨®n espa?ola, m¨¢s tarde pedir¨¢n el aguinaldo. "Se sacan hasta 10.000 francos CFA" (unos 15 euros), comenta Dieye divertido.
Tras un desayuno consistente en cordero, fruta y t¨¦ pasadas las doce del mediod¨ªa, es momento de descansar. El canal de televisi¨®n ?frica 7 emite hoy la pel¨ªcula El mensajero de Dios, de 1977, que narra los or¨ªgenes del islam con un Anthony Quinn de protagonista absoluto. Luego del almuerzo, consistente en m¨¢s cordero, es momento de realizar las visitas a las familias, vecinos y amigos. "Esta tarde pasar¨¦ a ver a mis t¨ªos y otros parientes, y luego me voy a reunir con mis amigos que est¨¢n en Francia, que hace mucho tiempo que no les veo, y tomaremos un t¨¦", planea Dieye.
El d¨ªa pasa de largo, el cordero que ha sobrado se almacena en el congelador porque "no se tira nada", como advierte Ouleymatou Sarr. Las casas quedan limpias como patenas y resulta imposible imaginar que unas horas antes esos enlosados estaban cubiertos de sangre, pelo y tripas. Los ciudadanos se engalanan y salen moment¨¢neamente a las calles para realizar sus visitas. Casi todos los comercios est¨¢n cerrados, no hay taxis libres ni ocupados por la ciudad, no hay mercado ni traj¨ªn alguno. Pero esta apariencia fantasmag¨®rica dura poco. Con la noche bien entrada, la celebraci¨®n se traslada puertas afuera con los j¨®venes en las calles: de punta en blanco y en grupitos, charlan, bromean, r¨ªen; se escucha m¨²sica, las cafeter¨ªas, restaurantes y hasta los puestos de fruta abren como si fuera pleno d¨ªa; se consumen helados y refrescos. Saint Louis vuelve a vibrar. Feliz Tabaski.
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