Armas silenciosas
El uso de armas biol¨®gicas es un procedimiento tan antiguo como lo puede ser la guerra

El escritor Stephen King, en su novela titulada Apocalipsis, nos relata los efectos de la propagaci¨®n de un arma biol¨®gica que se ha venido a bautizar como ¡°El Capit¨¢n Trotamundos¡±.
Se trata de una gripe infecciosa que aniquila a la poblaci¨®n y cuya causa primera se debe a un experimento militar. La novela, de un terror contagioso, fue publicada a finales de los a?os 70. Tal vez, por su efecto anticipatorio, ha resultado ser una de las m¨¢s le¨ªdas del autor hasta la fecha.
Por desgracia, el uso de las armas biol¨®gicas no se limita al campo de la ficci¨®n, sino que es un procedimiento b¨¦lico tan antiguo como lo puede ser la guerra. En la anterior entrega hicimos menci¨®n al sitio de Caffa por parte de los t¨¢rtaros cuando, ayudados por catapultas, arrojaron al interior de la ciudad cad¨¢veres consumidos por la peste. Que se sepa, fue el primer hecho hist¨®rico donde se utiliz¨® la enfermedad como arma arrojadiza contra el enemigo.
De igual manera, durante la II Guerra Mundial, los japoneses castigaron a las ciudades chinas arrojando g¨¦rmenes de la misma bacteria (Yersinia pestis); cargando sus bombas con pulgas vivas infectadas con el virus de la peste que asolar¨ªa Europa durante el siglo XIV. Los hechos cometidos por las fuerzas de invasi¨®n japonesas fueron atroces. En agosto de 1942, un avi¨®n japon¨¦s lanz¨® su carga letal sobre los arrozales de Congshan, al sureste de China. A los quince d¨ªas, las pulgas empezaron a saltar desde los cad¨¢veres de las ratas que sembraban los campos.
Llegados aqu¨ª, podemos apuntar que la II Guerra Mundial fue un conflicto que se libr¨® con ayuda de la ciencia. Por lo mismo, en ambos bandos se reclut¨® a cient¨ªficos para luchar desde sus laboratorios con el fin de conseguir la victoria sobre el mapa del mundo. Las bombas at¨®micas arrojadas en Hiroshima y Nagasaki son el ejemplo m¨¢s criminal de esto ¨²ltimo. El empleo de pat¨®genos se queda corto ante tan devastador modelo.

Ahora volvamos a armas m¨¢s silenciosas, porque durante la I Guerra Mundial el uso del Bacillus anthracis fue habitual entre los miembros de los servicios de espionaje alemanes para boicotear los suministros a las tropas aliadas. Dicho bacilo es el causante del carbunco, una enfermedad infecciosa que conocemos como ¨¢ntrax o enfermedad de los traperos, y que cuando se agarra a los pulmones resulta letal.
A?os m¨¢s tarde, ya en los albores de este siglo, tras el ataque terrorista a las Torres Gemelas, en occidente se desat¨® el p¨¢nico. Nadie estaba a salvo de acabar sin respiraci¨®n por culpa del env¨ªo indiscriminado de cartas de contenido mortal. Corr¨ªa el a?o 2001. Desde el 18 de septiembre hasta el 9 de octubre, varios medios de comunicaci¨®n norteamericanos, as¨ª como dos senadores, recibieron cartas que conten¨ªan esporas de carbunco.
El resultado dio un balance de m¨¢s de una veintena de personas infectadas, de las cuales cinco fallecieron. Por otro lado, muchos fueron los edificios de correos que sufrieron la contaminaci¨®n. Con el tiempo, se encontrar¨ªa al culpable, o eso dijeron los medios. Se trataba de Bruce Ivins, empleado del Comando M¨¦dico del Ej¨¦rcito de Estados Unidos que acabar¨ªa suicid¨¢ndose, llev¨¢ndose el secreto a la tumba.
Sin duda alguna, despu¨¦s de repasar el historial destructivo del ser humano en su aspecto m¨¢s p¨¦rfido, podemos afirmar que Stephen King es un escritor dotado con una peculiar capacidad para anticiparse a los hechos macabros; un hombre provisto del arma m¨¢s silenciosa y efectiva inventada hasta la fecha: la escritura.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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