Pirotecnia de La Paz
Bolivia es como la cumbre del Illimani: o todo, o nada
Habr¨ªa bastado con agacharme ante la mirada imponente del Illimani, con acatar su reino nevado desde cualquier punto de la hoyada; si les ocurre a los cruce?os cuando llevan unos meses en La Paz, c¨®mo no iba a bastar con que yo me rindiera el primer d¨ªa. Habr¨ªa bastado con ser capaz de imaginar, a principios del siglo XX, esa ciudad hundida en la tierra y levantada a los cielos, motor intelectual de Bolivia, donde escribieron y publicaron mujeres como Hilda Mundy, que lleg¨® de Oruro para afilar la mirada de un pa¨ªs en una guerra desastrosa, la del Chaco, y dar el ¨¢cido y l¨²cido punto de vista de la mujer en movimiento, la extraordinaria y moderna, la palabra brillante de una cultura que romp¨ªa con su vanguardia. Habr¨ªa bastado con encontrar El occiso, el ¨²nico libro que public¨® Mar¨ªa Virginia Estenssoro en 1937, ahora reeditado, una joya difamada por la censura y la mojigater¨ªa de la ¨¦poca que hoy deslumbra de nuevo en medio del colosal paisaje de miseria y tr¨¢gico valor que es Bolivia. Habr¨ªa bastado con ver la construcci¨®n del mundo que supon¨ªan la existencia y la escritura de estas mujeres, reventando la configuraci¨®n social de un pueblo, silenciadas despu¨¦s, pero rescatadas hoy, editadas de nuevo, le¨ªdas y nombradas por esas otras que escriben desde la Bolivia actual, contra sus muros que son universales, Liliana Colanzi, Paola Senseve, Giovanna Rivero; por ejemplo ellas. Habr¨ªa bastado con caminar cuesta abajo las calles de esa ciudad, con mirar a sus mujeres que trabajan: la que canta la edici¨®n diaria del peri¨®dico desde un quiosco junto a la v¨ªa, oscurecida su voz por la poluci¨®n del tr¨¢fico, coloridos los caramelos que tambi¨¦n vende, los jugos, las empanadas; la que trajina con el martillo neum¨¢tico, la boca y la nariz tapadas, reventando una acera junto a otra, que cava la zanja; la chola que carga en su espalda todo lo que se puede cargar, del ni?o a la mercanc¨ªa, los pies inagotables bajo la pollera; la que asa al fuego el coraz¨®n de res en los puestos de la feria. Habr¨ªa bastado con temer como ellas la sequ¨ªa que ya regresa, o el resultado de sus pr¨®ximas elecciones, o que se detenga ese s¨ªmbolo futurista que es el telef¨¦rico que todo lo sobrevuela, con la carita sonriente de Evo pegada en cada cabina suspendida en el imposible vac¨ªo que es La Paz, en el precipicio que es. Habr¨ªa bastado con una sola de esas cosas. Pero Bolivia es como la cumbre del Illimani: o todo, o nada.
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