Revitalizar el proyecto socialdem¨®crata
Redistribuir la renta y la riqueza es uno de los principales objetivos de las pol¨ªticas integradoras. Se puede hacer en el terreno de la educaci¨®n y la sanidad, pero tambi¨¦n en la regulaci¨®n de los mercados
El proyecto socialdem¨®crata ha realizado sucesivas reformulaciones para intentar adaptarse a los tiempos cambiantes, aunque algunas fueron tan poco afortunadas como la tercera v¨ªa de Blair y Giddens, que supon¨ªa una negaci¨®n de algunas de las esencias de la socialdemocracia. Dos personas de background tan diferente como Borja Barragu¨¦ (Larga vida a la socialdemocracia; 2019) y el profesor franc¨¦s de Harvard Philippe Aghion (Repenser l¡¯?tat;2012) descalifican con similares argumentos la tercera v¨ªa de los laboristas brit¨¢nicos.
En la actualidad un proyecto socialdem¨®crata remozado debe mantener como uno de sus objetivos principales redistribuir la renta y la riqueza. El objetivo se justifica al constatar que la posici¨®n que un individuo ocupa en la distribuci¨®n de la renta est¨¢ determinada en un porcentaje muy elevado por el azar (el medio en el que nace y avatares fuera del control del afectado). En Espa?a ese porcentaje podr¨ªa superar el 50%. Consideraciones de justicia equitativa legitiman, pues, intervenir. Pero, adem¨¢s, la desigual distribuci¨®n est¨¢ muy afectada por el mal funcionamiento de los mercados (ineficazmente regulados y supervisados) de trabajo y de productos. Estos defectos empeoran tambi¨¦n la eficiencia productiva y la innovaci¨®n. La narrativa de Stiglitz en su Rewriting the Rules of the American Economy (2015), por ejemplo, ilustra con enorme fuerza c¨®mo el estancamiento de la inversi¨®n y de la productividad es un subproducto de las mismas distorsiones que han conducido al aumento de la desigualdad.
Es necesario redefinir los derechos laborales en un marco productivo configurado por las tecnolog¨ªas digitales
Por ello, el proyecto socialdem¨®crata, junto a avances en los mecanismos y programas de redistribuci¨®n ex post, se plantea influir en factores que promueven la generaci¨®n de la desigualdad. Se pod¨ªa hablar, como hace Barragu¨¦, de un planteamiento predistributivo que acompa?a a las pol¨ªticas distributivas. Se pueden hacer en el terreno de la educaci¨®n (y de la sanidad), pero tambi¨¦n en el de la regulaci¨®n de los mercados y en otras ¨¢reas.
Una educaci¨®n de la infancia (0-12 a?os) que dote a todos los ni?os de conocimientos y, adem¨¢s, que les lleve a desarrollar habilidades sociocognitivas (disposici¨®n para aprender, pero tambi¨¦n para comunicar; capacidad de adaptaci¨®n; capacidad de identificar problemas y obst¨¢culos y de dise?ar estrategias de soluci¨®n; trabajo en equipo, etc¨¦tera) igualar¨ªa algo las condiciones iniciales de los j¨®venes y reducir¨ªa la probabilidad de exclusi¨®n de muchos.
La predistribuci¨®n supone tambi¨¦n regular y supervisar los mercados de bienes y servicios para evitar situaciones de poder de mercado, en las que se producen abusos sobre competidores, proveedores, clientes y empleados. Ello supone revisar las regulaciones y potenciar los ¨®rganos supervisores. En este sentido, tambi¨¦n implica revisar las normas de los mercados y del gobierno corporativo que incentivan el cortoplacismo de los gestores (desconfiar del mantra de la creaci¨®n de valor para el accionista, que tantas aberraciones alberga) y permiten la consolidaci¨®n de grupos de poder dentro de las empresas que condicionan las decisiones en su solo beneficio.
Habr¨ªa que considerar nuevos impuestos para impulsar una econom¨ªa m¨¢s verde y gravar las transacciones financieras
En el mercado de trabajo es necesario redefinir los derechos laborales en un marco productivo configurado por las nuevas tecnolog¨ªas, incluidos los que fomentan la agrupaci¨®n para la defensa de los intereses de los empleados en la econom¨ªa digital. Pero no encuentro razones, en cambio, para rechazar la idea del contrato ¨²nico que reduzca la dualidad contractual (indefinida y temporal). Desde luego es necesaria tambi¨¦n una respuesta activa al mal funcionamiento del mercado laboral, como desarrollar programas de FP dual que contribuyan a la incorporaci¨®n de j¨®venes (y parados) al sector productivo; potenciar las agencias (p¨²blicas) de trabajo, que deber¨ªan acompa?ar y dirigir a los buscadores de empleo. Esto supone reforzar sustancialmente estos servicios y dotarlos de personal y de metodolog¨ªas adecuadas, lo que est¨¢ justificado por la huella permanente que dejan situaciones prolongadas de paro. Una buena gobernanza de estos programas es fundamental.
Junto a este acompa?amiento activo a los m¨¢s desafortunados, complementario a los programas de sostenimiento de rentas, habr¨ªa que dise?ar acciones que acompa?en a los emprendedores mediante una pol¨ªtica industrial adecuada para una econom¨ªa digital en un mundo globalizado, tal como sugiere Aghion. Este tipo de pol¨ªticas levanta sospechas, a veces fundadas (dudas sobre su eficacia y peligro de clientelismo), que solo se pueden superar si existe una esmerada gobernanza de los programas, incluida una continua evaluaci¨®n de los mismos y si, como sugiere el propio Aghion, se ponen en marcha cuidando que no se produzca una merma de competencia en las ¨¢reas en las que se aplican. Es precisa tambi¨¦n una pol¨ªtica de investigaci¨®n bien financiada y bien gestionada, que incluya esquemas de colaboraci¨®n p¨²blica-privada.
Pero el modelo socialdem¨®crata sigue plante¨¢ndose, adem¨¢s, hacer redistribuci¨®n ex post mediante programas de sostenimiento de rentas. El impacto de la revoluci¨®n digital sobre el empleo llama a¨²n m¨¢s a acciones de este tipo. Algunas de las variantes de renta m¨ªnima ser¨ªan apropiadas, cuidando tanto su dise?o como su gesti¨®n, pues en los intentos que ha habido se ha incurrido en defectos en los dos aspectos.
Aunque algunas de las acciones predistributivas no implican gasto p¨²blico, otras s¨ª. Y las distributivas lo requieren. Por tanto, se necesitar¨ªa un sistema fiscal, que adem¨¢s de ser progresivo, generara suficientes recursos, antag¨®nico por tanto de la posici¨®n de los tres partidos de la derecha espa?ola, que postulan la bajada de impuestos como un fin en s¨ª mismo. El sistema en su conjunto necesita ser reordenado y varias de las figuras existentes sufrir algunas modificaciones, tanto en la definici¨®n de su base imponible (revisar las deducciones) como en sus tipos (?est¨¢ tan justificado como se pretende gravar con distinto tipo las rentas de capital y las del trabajo? ?Y el tipo reducido del IVA de servicios como la restauraci¨®n?). Pocas dudas respecto a defender un impuesto de sucesiones progresivo. El caso del ni?o de Rivera apunta claramente a lo mal dise?ada que est¨¢ en Espa?a esta figura impositiva, tan relevante para mejorar la igualdad de oportunidades y defendida en el influyente Informe Mirrlees (un conocido liberal, por cierto), pero no justifica su desaparici¨®n. El mejor dise?o del impuesto deber¨ªa incluir un tratamiento espec¨ªfico de la herencia de las empresas familiares, pero uno diferente a su injustificada exenci¨®n. Hay f¨®rmulas. Desde luego, por ¨²ltimo, habr¨ªa que considerar la creaci¨®n de nuevas figuras impositivas: como respuesta a la econom¨ªa digital globalizada, para contribuir a una econom¨ªa m¨¢s verde y para gravar las transacciones financieras. Y, en cualquier caso, mejorar la calidad y gobernanza de la gesti¨®n tributaria, que en Espa?a no cumple con requisitos m¨ªnimos de eficacia y respeto del Estado de derecho.
En definitiva, el proyecto socialdem¨®crata, aunque pendiente de una mayor profundizaci¨®n y de perfilar varios aspectos, parece ser una alternativa realista, m¨¢s justa y socialmente m¨¢s integradora. Creo, adem¨¢s, que propiciar¨ªa un mejor funcionamiento de la econom¨ªa.
Carlos Sebasti¨¢n es catedr¨¢tico de Universidad y autor de Espa?a estancada y Para que Espa?a avance (Galaxia Gutenberg).
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