Tarantino, Charles Manson y nosotros
Si los hechos que vivimos son oscuros, que sean al menos sus sombras las que nos iluminen, como esta gran pel¨ªcula
Si Dios cre¨® el mundo en seis d¨ªas, c¨®mo no iba a necesitar Tarantino tres horas para reinventarlo, o al menos para reinventar uno de sus recovecos, uno de esos momentos en que la violencia se cerni¨® sobre el reino de los sue?os, del carisma y del brillo de una belleza que parec¨ªa no tener caducidad. Hablamos de Hollywood, 1969. Si la historia fuera una longaniza y pudi¨¦ramos cortar esa rodaja es lo que encontrar¨ªamos: cine, cine, sue?os y m¨¢s cine. Funcionaba el Oeste, Dean Martin, Bruce Lee, los cazarrecompensas, Polanski y pandas de hippies flipando por los descampados hasta que una de ellas cometi¨® la matanza en la mansi¨®n del polaco. Matanza de Sharon Tate embarazada y sus amigos, matanza de sue?os.
Desde la caverna de Plat¨®n, nos hemos pasado siglos jugando a representar la realidad. El griego estableci¨® el debate entre los hechos y las sombras, entre el conocimiento y la ignorancia. Y la historia, las leyendas, los rumores y la literatura no han hecho otra cosa desde entonces: versionar y versionar los hechos.
Tarantino ha escogido esa rodaja de la historia, pero las sombras que nos devuelve no son oscuras, ni tenebrosas, sino luminosas, alucinadas, radiantes. El cineasta de la violencia asombrosa vuelve a utilizar su potencial violento para reescribir la historia y dejarnos tan contentos.
Ver estos d¨ªas ?rase una vez en¡ Hollywood nos sit¨²a, as¨ª, ante la f¨®rmula m¨¢gica de quienes son capaces de reescribir los defectos del pasado para construir una versi¨®n mejor y divertida. Ya nunca podremos recordar la secta mort¨ªfera de Manson y todo lo que represent¨® sin tenerle en cuenta.
Y verlo, decimos, nos sit¨²a tambi¨¦n ante la pregunta de qui¨¦n versionar¨¢ nuestros propios agujeros negros. Porque cuando sales del cine, vuelves a encontrar el Open Arms cargado de desesperados, el ?rtico derriti¨¦ndose, el no Gobierno de Espa?a, el nuevo Gobierno de Madrid heredero de la corrupci¨®n y que Trump quiere comprar Groenlandia. Y piensas: ?qui¨¦n sacar¨¢ brillo a esta miserable rodaja de la historia que nos ha tocado protagonizar, donde todos somos nuestra propia panda de Charles Manson agazapada para atacarnos cuando menos lo esperemos? ?Y qu¨¦ Tarantino reescribir¨¢ lo que no queremos ver?
Si Dios descans¨® al s¨¦ptimo d¨ªa y Tarantino est¨¢ a punto de hacerlo, nos urge el relevo. Porque si los hechos son oscuros, que sean al menos sus sombras las que nos iluminen, como esta enorme pel¨ªcula.
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