La riqueza de la Espa?a que se llena
El vaciado demogr¨¢fico de la meseta es un asunto fundamental en el d¨ªa a d¨ªa de quienes resisten en localidades cada vez m¨¢s solitarias
Recordaba Julio Llamazares hace unos d¨ªas en este peri¨®dico el sue?o de ficci¨®n que experimentan los pueblos del interior con la llegada de los veraneantes y c¨®mo, durante unas semanas, recuperan la vitalidad de hace d¨¦cadas, cuando la mayor parte de la poblaci¨®n trabajaba en el campo. Es el breve renacer de lo que llamamos desde hace pocos a?os la Espa?a vac¨ªa, una denominaci¨®n genial acu?ada por el escritor Sergio del Molino. Y es que, aunque el declive se remonta a mediados del siglo XX, hasta ahora nadie hab¨ªa hallado una expresi¨®n tan rotunda y precisa para nombrar esa realidad crucial en la vida de millones de espa?oles.
El vaciado demogr¨¢fico de la meseta es un asunto fundamental en el d¨ªa a d¨ªa de quienes resisten en localidades cada vez m¨¢s solitarias, donde desaparecen comercios y servicios y se evaporan los horizontes laborales. Pero tambi¨¦n supone una experiencia esencial en la biograf¨ªa de quienes, habiendo emigrado a zonas m¨¢s industrializadas, regresan all¨ª todos los a?os. Y de sus descendientes, muchos de los cuales, desde ni?os, han encontrado en esas vacaciones un contrapunto de libertad a la rutina de las ciudades.
Precisamente en ese retorno estival de personas procedentes de lugares muy variados reside una de las grandes riquezas de la Espa?a vac¨ªa. Aunque solo sean unos d¨ªas, las casas vuelven a abrirse para acoger a gente diversa, de todas las edades, con diferentes trayectorias vitales y laborales, y m¨²ltiples puntos de vista, a quienes solo une el v¨ªnculo a una tierra. En un mundo donde proliferan las burbujas de intereses personales y profesionales resulta muy enriquecedor la formaci¨®n de esas peque?as comunidades, por ef¨ªmeras que sean, donde coinciden la joven a punto de entrar a la universidad cuyos padres emigraron a la costa, la aut¨®noma que ha montado su negocio en la cabecera comarcal, el prejubilado de banca de la gran capital o el agricultor que acaba de concluir la cosecha.
De esta forma, pasar unos d¨ªas en esos pueblos no solo da al visitante una visi¨®n de esa Espa?a que se vac¨ªa. Tambi¨¦n le ofrece una buena oportunidad para tomar el pulso al pa¨ªs a trav¨¦s de las voces de vecinos y forasteros que, procedentes de aqu¨ª y all¨¢, regresan cada agosto para llenarla.
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