Piscinas lunares
La abundancia de agua en nuestro sat¨¦lite hace veros¨ªmil la futura construcci¨®n de piscinas lunares para solaz de los astronautas
La seudogravedad generada por un ¡°rotor centr¨ªfugo¡± cil¨ªndrico como los de los parques de atracciones, con el eje de rotaci¨®n vertical, en la Luna se ver¨ªa afectada por la gravedad real de nuestro sat¨¦lite, como vimos la semana pasada, lo que har¨ªa que los astronautas tuvieran la inc¨®moda sensaci¨®n de estar sobre un plano inclinado. Este problema se podr¨ªa solucionar si el rotor no fuera cil¨ªndrico sino troncoc¨®nico: un tronco de cono invertido con una inclinaci¨®n de unos 10? har¨ªa que la resultante de algo menos de 1 g horizontal y 1/6 g vertical fuera 1 g perpendicular a la superficie del rotor.
En cuanto a los deportes practicables en la Luna, existe un precedente: en 1971, Alan Shepard, el quinto hombre que pis¨® nuestro sat¨¦lite, se convirti¨® en el primer golfista lunar, al golpear varias pelotas con un hierro 6 con el mango preparado para adaptarse a los gruesos guantes del traje de astronauta. Y seg¨²n las palabras del propio Shepard, las pelotas se alejaron ¡°millas y millas y millas¡±.
Para evitar un alejamiento tan desmedido, las pelotas del golf lunar tendr¨ªan que ser mucho m¨¢s pesadas que las normales, de unos 45 gramos. Si se mantuviera su tama?o, algo m¨¢s de 4 cent¨ªmetros de di¨¢metro, las bolas de golf lunares podr¨ªan ser de acero macizo, con lo que pesar¨ªan unas cinco o seis veces m¨¢s que las normales, lo que compensar¨ªa la baja gravedad lunar, un sexto de la terrestre. ?O ser¨ªa preferible que las bolas fueran de plomo?
Aunque otra posibilidad ser¨ªa jugar con bolas muy grandes y muy ligeras, usando los cr¨¢teres como hoyos¡
Por cierto, las bolas lanzadas por Shepard nunca fueron encontradas. Teniendo en cuenta la ausencia de atm¨®sfera en la Luna y su baja gravedad, ?hay alguna posibilidad de que alguna de esas bolas que se alejaron ¡°millas y millas y millas¡± se perdiera en el espacio?
Nataci¨®n lunar
Nuestro ¡°usuario destacado¡± Herbert Einstein opina (ver comentarios de la semana pasada) que uno de los deportes m¨¢s id¨®neos para su pr¨¢ctica en la Luna ser¨ªa la nataci¨®n. Y teniendo en cuenta la gran cantidad de agua s¨®lida que al parecer se acumula en los polos a escasa profundidad, no ser¨ªa dif¨ªcil hacer piscinas (cubiertas, naturalmente) que, adem¨¢s de alegrarles la vida a los colonos lunares y mejorar su condici¨®n f¨ªsica, ser¨ªan grandes dep¨®sitos de agua l¨ªquida. O sea que, en realidad, estar¨ªamos hablando de aljibes o albercas; albercas que, al igual que los ni?os en el campo, los colonos lunares usar¨ªan como piscinas.
Las bolas lanzadas por Shepard nunca fueron encontradas. Teniendo en cuenta la ausencia de atm¨®sfera en la Luna y su baja gravedad, ?hay alguna posibilidad de que alguna de esas bolas que se alejaron ¡°millas y millas y millas¡± se perdiera en el espacio?
?C¨®mo ser¨ªan la flotabilidad y la nataci¨®n en esas piscinas lunares? ?Nos hundir¨ªamos en ellas m¨¢s, menos o igual que en las piscinas terrestres? ?Ser¨ªa mayor o menor el peligro de ahogarse? ?Se podr¨ªa practicar el waterpolo? ?Y el salto de trampol¨ªn?
Invito a mis sagaces lectoras/es a plantearse estas y otras preguntas sobre las hipot¨¦ticas piscinas lunares. A ser posible, y dadas las temperaturas que estamos soportando, al borde de una piscina terrestre.
Carlo Frabetti es escritor y matem¨¢tico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado m¨¢s de 50 obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica para adultos, ni?os y j¨®venes, entre ellos?Maldita f¨ªsica, Malditas matem¨¢ticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal.
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