Se?ales de alarma
Si viene otra recesi¨®n, nos va a encontrar mucho m¨¢s vulnerables
Agosto se ha ido dejando negros nubarrones econ¨®micos. Se suceden los titulares con presagios inquietantes y muchos economistas coinciden en que es altamente probable que una nueva recesi¨®n caiga sobre nuestras doloridas espaldas. En Espa?a los vientos de cola se desvanecen y abundan tambi¨¦n las se?ales de alerta. Ser¨ªa f¨¢cil atribuirlas a tendencias econ¨®micas globales, que sin duda influyen, pero ser¨ªa un error ignorar ciertas fragilidades propias que nos debilitan ante una coyuntura adversa.
Tomemos dos marcadores recientes: la ca¨ªda en la venta de coches y la aton¨ªa del mercado hipotecario. La demanda de coches en el mercado interno ha ca¨ªdo m¨¢s de un 6% en el primer semestre, m¨¢s que las exportaciones. En junio de 2017 las hipotecas crecieron un 16% respecto al a?o anterior; en junio de 2018 apenas un 4% y este a?o han retrocedido un 2,5%. Aunque parte de la ca¨ªda pueda deberse a un efecto puntual de la nueva normativa, la tendencia contractiva parece inequ¨ªvoca.
Ambos mercados se hab¨ªan beneficiado de la demanda dormida de quienes durante la crisis aplazaron la compra de un piso o apuraron la vida ¨²til del coche a la espera de tiempos mejores. Pero detr¨¢s de las estad¨ªsticas menguantes hay un fen¨®meno nuevo: muchos de los j¨®venes que antes corr¨ªan a comprarse un coche en cuanto cobraban su primer salario digno, ahora no lo hacen. Muchos no pueden y otros, especialmente lo que viven en grandes ciudades, tampoco quieren. No les sale a cuenta.
Dejar de tener coche puede ser una opci¨®n razonable y ventajosa. Pero, en ausencia de una oferta p¨²blica de vivienda asequible, no poder hipotecarse para comprar una vivienda puede convertirse en una dolorosa renuncia con consecuencias a largo plazo. La burbuja inmobiliaria se ha trasladado al precio del alquiler, que ha subido un 50% en cinco a?os. Siempre se ha criticado la querencia de los espa?oles por la vivienda en propiedad, pero ?qu¨¦ habr¨ªa sido de muchas familias durante la pasada crisis si no hubieran tenido el pisito en propiedad? Los salarios llevan diez meses consecutivos perdiendo poder adquisitivo y los j¨®venes son los que m¨¢s sufren la devaluaci¨®n salarial y la precariedad laboral. Es una nueva fragilidad estructural heredada de las pol¨ªticas aplicadas contra la crisis. Si ahora viene otra recesi¨®n, nos va a encontrar mucho m¨¢s d¨¦biles y vulnerables.
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