Las invasiones de la estepa, Gengis Kan y los arios
Los estudios gen¨¦ticos han puesto de manifiesto que hace 5.000 a?os otra gran invasi¨®n de n¨®madas de las estepas modific¨® el panorama gen¨¦tico europeo
Hace unos a?os, invitado por una agencia estatal de Kazajist¨¢n, visit¨¦ Astan¨¢, la futurista capital del pa¨ªs creada en el medio de la nada. Durante horas el avi¨®n sobrevol¨® el paisaje llano, sin ¨¢rboles y deshabitado de la inacabable estepa centroasi¨¢tica. La ciudad est¨¢ salpicada de edificios singulares que se distribuyen sin orden aparente y entre los que destacan el Bayterek ¡ªuna torre blanca de casi 100 m de altura rematada por una esfera dorada¡ª o una gigantesca pir¨¢mide dise?ada por Norman Foster. A pesar de ser entrada la primavera, el rio Ishim segu¨ªa enterrado bajo 15 metros de nieve. En invierno es habitual que las temperaturas bajen de -40 grados que es cuando, me dijeron, la mayor¨ªa de veh¨ªculos dejan de funcionar.
Al final de la cena oficial, el director de la agencia, que se sentaba a mi izquierda y que se pas¨® media velada poniendo en mi plato diversos embutidos de carne de caballo ¡ªla carne m¨¢s apreciada en este pa¨ªs¡ª pronunci¨® un peque?o parlamento, todo el mundo se levant¨® y nos tuvimos que beber de un trago un vaso de vodka; a continuaci¨®n, el comensal a su izquierda hizo lo mismo y as¨ª sucesivamente. Con un vistazo r¨¢pido constat¨¦ que ¨¦ramos quince personas en la mesa y que me iba a tocar hacer el ¨²ltimo brindis.
Despu¨¦s de este viaje memorable, tres cosas me quedaron claras: la dureza del entorno estepario, la importancia del caballo y la constataci¨®n de que la estepa es como una autopista que conecta China ¡ªal este¡ª con Europa ¡ªal oeste¡ª y con la India ¡ªal sur¡ª.
La estepa es un ecosistema ¨¢rido y fr¨ªo, que ocupa un ¨¢rea geogr¨¢fica enorme y llana. El modo de vida tradicional era el pastoralismo n¨®mada, ya que este entorno no dispon¨ªa de suelos suficientemente f¨¦rtiles como para practicar la agricultura y permitir por tanto asentamientos fijos. El fr¨ªo del invierno determinaba la supervivencia de los grupos n¨®madas, que depend¨ªan de caballos, ovejas y cabras ¡ªde los cuales obten¨ªan lana, cuero, carne, leche y tambi¨¦n queso¡ª.
A lo largo de la historia han impactado en el oeste de Eurasia diversas invasiones de n¨®madas de las estepas, como los hunos de Atila, los turcos sely¨²cidas o los mongoles. Las consecuencias culturales y pol¨ªticas de dichas invasiones han sido enormes, y no solo en t¨¦rminos de vidas humanas (se calcula que los mongoles mataron nada menos que a 40 millones de personas). Un estudio reciente concluy¨® que la devastaci¨®n provocada por los mongoles hizo que numerosas tierras de cultivo fueran abandonadas y colonizadas por bosques que a su vez absorbieron cerca de 700 millones de toneladas de di¨®xido de carbono ¡ªefectivamente modificando el clima planetario¡ª. Pero tambi¨¦n hubo consecuencias gen¨¦ticas; Gengis Kan tuvo centenares de concubinas, y sus hijos y nietos gobernaron enormes imperios y a su vez tuvieron centenares de mujeres lo que hizo aumentar de forma exponencial su linaje del cromosoma Y (que se trasmite de padres a hijos). Se calcula que el 0,5% de los hombres del planeta (cerca de 16 millones, preferentemente asi¨¢ticos) llevan en sus c¨¦lulas el cromosoma Y original del conquistador mongol. En las filogenias de los cromosomas Y humanos, este tipo de radiaci¨®n "explosiva" crea una forma de estrella cuyo n¨²cleo central es el linaje gen¨¦tico del individuo fundador a partir del cual, con el paso de las generaciones, se van diversificando otros linajes secundarios. Curiosamente, el de Gengis Kan no es el ¨²nico que se ha detectado. En el noreste de la China, otro linaje muy abundante del cromosoma Y parece derivar de la familia de Nurhaci (1559-1626), quien unific¨® las tribus de Manchuria y rein¨® sobre ellas.
Se calcula que el 0,5% de los hombres del planeta? llevan en sus c¨¦lulas el cromosoma Y original del conquistador mongol
Los estudios gen¨¦ticos han puesto de manifiesto que en tiempos prehist¨®ricos, hace 5.000 a?os, otra gran invasi¨®n de n¨®madas de las estepas modific¨® el panorama gen¨¦tico europeo, desde las llanuras del este del continente hasta la misma pen¨ªnsula ib¨¦rica. En el estudio que publicamos hoy en la revista Science ¡ªdonde se han incluido numerosas muestras de Kazajist¨¢n¡ª hemos podido constatar que una segunda oleada de dichos n¨®madas de las estepas de Asia Central, conocidos popularmente como indoarios, penetr¨® en el subcontinente indio y modific¨® la composici¨®n gen¨¦tica de las poblaciones locales. En paralelo, contribuy¨® probablemente a la desaparici¨®n de la cultura del valle del Indo (que es, junto con Egipto y Mesopotamia, una de las tres grandes civilizaciones m¨¢s antiguas). La civilizaci¨®n del Indo lleg¨® a su m¨¢ximo esplendor hace entre 5.000 y 3.300 a?os; algunas ciudades, como Harappa o Mohenjo-Daro llegaron a tener decenas de miles de habitantes; estas ciudades estaban construidas con ladrillos y ten¨ªan alcantarillado, agua corriente, calles, graneros y edificios p¨²blicos. Se ha intentado explicar su desaparici¨®n por episodios de sequ¨ªa o por el cambio del curso del r¨ªo, que hoy d¨ªa pasa a quil¨®metros de las ruinas. Pero algunos historiadores mantiene que la causa fue la llegada de los invasores indoarios.
Los emigrantes de la estepa tambi¨¦n introdujeron una lengua indoeuropea en la India -el s¨¢nscrito- y crearon una fuerte jerarquizaci¨®n social cuya expresi¨®n, en forma de castas, todav¨ªa perdura en la sociedad india. El componente de las estepas muestra su valor m¨¢ximo en el genoma de la casta superior, los brahmanes, y disminuye en las castas inferiores. Tambi¨¦n disminuye a nivel geogr¨¢fico, a medida que las poblaciones locales se alejan del punto de entrada de los invasores. La fijaci¨®n de los nazis con los arios ¡ªque ellos imaginaban como una fuerza civilizadora¡ª contribuye a que este sea un tema sensible en el pa¨ªs asi¨¢tico, lo que en cierta forma constituye un ejemplo m¨¢s de la compleja imbricaci¨®n entre genes, cultura e historia que ahora podemos explorar con los estudios arqueogen¨¦ticos.
Carles Lalueza-Fox es genetista del Instituto de Biolog¨ªa Evolutiva (CSIC-UPF) de Barcelona.
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