Robert Mugabe: tan conflictivo vivo como muerto
Respuestas de todos los colores ante la muerte de ex presidente de Zimbabue a los 95 a?os
El expresidente de Zimbabue Robert Mugabe ha muerto a los 95 a?os tras una larga enfermedad. El actual mandatario del pa¨ªs africano, Emmerson Mnangagwa, lo anunciaba as¨ª el 6 de septiembre en su perfil de Twitter:
It is with the utmost sadness that I announce the passing on of Zimbabwe's founding father and former President, Cde Robert Mugabe (1/2)
— President of Zimbabwe (@edmnangagwa) September 6, 2019
Las respuestas al anuncio de Mnangagwa no se hicieron esperar y fueron de todos los colores. Mientras algunos elevaban a Mugabe a la categor¨ªa de h¨¦roe de la independencia, otros lo calificaban como un ¡°monstruo¡±. Esta disparidad de opiniones parece indicar que la figura del antiguo l¨ªder seguir¨¢ dividiendo a unos y otros tal y como lo hac¨ªa en vida.
El mantra oficial del partido del gobierno, la Uni¨®n Nacional Africana de Zimbabue - Frente Patri¨®tico (ZANU-PF), situar¨¢ el acento en el liderazgo de Mugabe en la lucha por derrocar el r¨¦gimen colonial racista de Ian Smith en lo que antes era Rodesia. El ejecutivo de Zimbabue tambi¨¦n ensalzar¨¢ su posterior defensa de la incautaci¨®n de granjas propiedad de blancos para devolver la tierra a manos africanas.
Por el contrario, las voces discordantes destacar¨¢n c¨®mo despu¨¦s de abogar por la reconciliaci¨®n racial tras la guerra civil que lleg¨® a su fin en diciembre de 1979, Mugabe olvid¨® su promesa en los primeros a?os de independencia del pa¨ªs. Lo hizo de distintas maneras, entre ellas mediante la aplicaci¨®n de dr¨¢sticas medidas represivas contra la oposici¨®n pol¨ªtica en la regi¨®n de Matabelelandia en la d¨¦cada de los ochenta y con la sistem¨¢tica manipulaci¨®n de elecciones por parte del ZANU-PF para mantener a Mugabe en el poder junto a los de su cuerda.
Tambi¨¦n har¨¢n alusi¨®n, a buen seguro, a la corrupci¨®n salvaje que acompa?¨® a su mandato y al desplome de la econom¨ªa durante sus a?os en la presidencia.
El foco se situar¨¢ de manera inevitable en su expediente nacional, aunque muchos de los que lo elevan a los altares de h¨¦roe de los movimientos nacionalistas africanos lo har¨¢n desde otros pa¨ªses del continente. ?En qu¨¦ lugar del pante¨®n de los l¨ªderes nacionalistas africanos que llevaron a sus pa¨ªses a la independencia debemos colocar a Mugabe?
Abrazando el despotismo
La mayor¨ªa de los pa¨ªses africanos consiguieron la independencia de sus colonos hace medio siglo o m¨¢s. Los primeros l¨ªderes nacionalistas del continente eran considerados poco menos que dioses tras haber comandado la emancipaci¨®n de sus territorios, pero no pas¨® demasiado tiempo hasta que la poblaci¨®n se dio cuenta de que no era oro todo lo que reluc¨ªa.
Los l¨ªderes nacionalistas simbolizaban la libertad y la liberaci¨®n africana, pero ser¨ªan pocos los que demostrar¨ªan ser realmente tolerantes respecto a la democracia y la diversidad. Los sistemas pol¨ªticos unipartidistas, te¨®ricamente en el nombre del ¡°pueblo¡±, pronto se convirtieron en la t¨®nica habitual, en algunos casos como parte de interesantes experimentos en los que se buscaba probar la democracia de un solo partido, como se pudo ver en Tanzania con Julius Nyerere o en Zambia con Kenneth Kaunda.
Pero incluso en estos casos, la intolerancia y el autoritarismo acababan surgiendo y a menudo se produc¨ªan golpes militares que perpetuaban a los partidos ¨²nicos.
En el caso de Zimbabue, Mugabe fue incapaz de instaurar el sistema unipartidista que anhelaba, lo cual no impidi¨® que el ZANU-PF practicara la represi¨®n con m¨¢s intensidad a medida que pasaban los a?os en respuesta a la crisis econ¨®mica y a la creciente oposici¨®n. As¨ª, las sucesivas elecciones fueron ama?adas para sonrojo de todo el mundo.
Cuando a pesar de ello el ZANU-PF perdi¨® el control del parlamento en 2008, el partido reaccion¨® adulterando las elecciones presidenciales en una campa?a cuya brutalidad dif¨ªcilmente podr¨¢ ser olvidada. El descarnado despotismo de Mugabe daba al traste con cualquier expectativa democr¨¢tica que pudieran albergar los zimbabuenses.
Una herencia malgastada
Independientemente de que las pol¨ªticas que aplicaran fueran capitalistas o socialistas, los primeros l¨ªderes nacionalistas vieron un r¨¢pido declive de la econom¨ªa que sucedi¨® a un per¨ªodo inicial de relativa prosperidad tras lograr la independencia.
Visto con la perspectiva que da el tiempo, el hecho de que las primeras naciones emancipadas se enfrentaron a retos descomunales es ampliamente reconocido. Muchas de las econom¨ªas poscoloniales se encontraban subdesarrolladas y depend¨ªan de la exportaci¨®n de cantidades irrisorias de productos agr¨ªcolas y de origen mineral. Desde la d¨¦cada de los setenta, el Fondo Monetario Internacional puso trabas al crecimiento al exigir que los pa¨ªses africanos acabasen con la creciente deuda aplicando programas de ajustes estructurales. Estas medidas impidieron que pudieran invertir en infraestructuras y en servicios sociales y educaci¨®n, a la par que acrecent¨® el descontento pol¨ªtico.
En el otro lado de la balanza, Mugabe hered¨® una econom¨ªa viable y que inclu¨ªa a buena parte de las actividades profesionales de Zimbabue, con un sector industrial s¨®lido y un sector agr¨ªcola de mercado en crecimiento. Aunque ambos estaban en su mayor¨ªa en manos de empresarios blancos, el potencial de desarrollo era mucho mayor que en las dem¨¢s antiguas colonias africanas.
Sin embargo, dicho potencial se fue r¨¢pidamente por el sumidero gracias a la corrupci¨®n practicada a gran escala y a la lamentable administraci¨®n por parte del gobierno. Mugabe fue el responsable de la espiral destructiva de la econom¨ªa, que vio c¨®mo tanto el sector industrial como el agr¨ªcola colapsaron. Desde entonces, la econom¨ªa del pa¨ªs no ha conseguido recuperarse y a¨²n hoy se encuentra sumida en un estado de crisis aguda.
Reputaci¨®n
Al otro lado del espectro pol¨ªtico, el papel de algunos l¨ªderes, como muestran los casos de Milton Obote en Uganda o de Siad Barre en Somalia, cre¨® un conflicto de tal magnitud que los golpes militares y las crisis condujeron a sus pa¨ªses a sendas guerras civiles. Durante el mandato de Mugabe, Zimbabue no corri¨®, afortunadamente, la misma suerte. Quiz¨¢ fuera por la represi¨®n sin piedad de la oposici¨®n pol¨ªtica en Matabelelandia en la d¨¦cada de los ochenta, que se cobr¨® m¨¢s de 30 000 v¨ªctimas, por lo que esta se abstuvo de llevar el conflicto m¨¢s all¨¢. La paz fue, por tanto, tan solo la ausencia de guerra total.
Algunos mandatarios, como el ghan¨¦s Kwame Nkrumah o el tanzano Julius Nyerere, todav¨ªa son venerados por su compromiso con la independencia nacional y con la unidad africana, a pesar de que sus historiales dom¨¦sticos est¨¢n caracterizados por el fracaso. Cuando Nkrumah fue depuesto por un golpe militar en 1966, su partido (el ¨²nico que exist¨ªa) se val¨ªa de la corrupci¨®n y la represi¨®n pol¨ªtica como arma para gobernar.
En cualquier caso, Nyerere siempre mantuvo su reputaci¨®n por su integridad y responsabilidad para con el desarrollo del continente. Las ideas de ambos contin¨²an sirviendo como inspiraci¨®n para las nuevas generaciones de activistas pol¨ªticos, mientras que los nombres de otros l¨ªderes de la independencia se olvidaron hace ya mucho tiempo.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con Mugabe? ?Gozar¨¢ del enaltecimiento por parte de las generaciones venideras? ?Se pasar¨¢n por alto sus monumentales errores mientras se celebra su singular figura como libertador del sur de ?frica en su conjunto?
Una tragedia griega
El problema al que se tendr¨¢n que enfrentar los historiadores panafricanos que pretendan alabar a Mugabe es que para ello deber¨¢n repudiar la opini¨®n contraria de millones de zimbabuenses que han sufrido lo indecible bajo su dictado o que han huido del pa¨ªs para escapar de ¨¦l. Mugabe no consigui¨® que ninguna de sus pol¨ªticas perdurase, hered¨® los beneficios (as¨ª como los costes) del mandato colonial pero llev¨® a su pa¨ªs a la miseria y destruy¨® lo mejor que el legado institucional colonial le hab¨ªa dejado: una administraci¨®n p¨²blica eficaz, que podr¨ªa haber servido para que toda la poblaci¨®n de Zimbabue estuviera mejor atendida.
Los c¨ªnicos dir¨¢n que la reputaci¨®n de Patrice Lumumba como combatiente revolucionario africano por la independencia del Congo se mantiene porque fue asesinado en 1961. En otras palabras, que tuvo la suerte hist¨®rica de morir joven, sin tener que soportar la carga de haber cometido errores groseros por los que podr¨ªa haber sido recordado.
En contraste, muchos sostendr¨¢n que Mugabe vivi¨® demasiado y que su vida se asemej¨® a una tragedia griega: su ¨¦tica y sus promesas lo distinguieron como un h¨¦roe, pero muri¨® como un monstruo al que la historia condenar¨¢.
Roger Southall es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad de Witwatersrand.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation, lea el original en ingl¨¦s
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