Tenorio
Como se comprueba en los cinco dramas editados por Carmen Becerra, el mito del seductor tiene una diferencia esencial frente a los babosos tipo Oliver Stone o Harvey Weinstein
?C¨®mo juzgar¨¢n hoy en d¨ªa algunas mujeres a ese personaje secular, Don Juan? ?Con mayor severidad que anta?o? No estoy seguro. Seg¨²n Carmen Becerra, autora de un interesante pr¨®logo a la edici¨®n de cinco obras sobre el celebrado sinverg¨¹enza (El mito de Don Juan, Biblioteca Castro), la evoluci¨®n del personaje a lo largo de dos siglos, desde Tirso de Molina hasta Espronceda, nunca es complaciente. O bien se le condena a los fuegos eternos o bien se le ajusticia, pero nunca hay benevolencia. En el mejor de los casos, el Don Giovanni de Mozart y el poema de Espronceda, el diab¨®lico personaje es malvado por desorden mental y acoge el castigo con entusiasmo. El Comendador le evitar¨¢ a don Giovanni tener que fatigarse hasta la extenuaci¨®n seduciendo doncellas a una edad inadecuada. Ese era tambi¨¦n el contenido del Casanovade Fellini, un viejo seductor obligado a mantener el tipo, como un pistolero del Oeste tenazmente desafiado, harto ya de s¨ª mismo y de las mujeres.
Como se comprueba en los cinco dramas editados por Carmen Becerra, algunos perfectamente desconocidos (?qui¨¦n ha le¨ªdo La venganza en el sepulcro de Alonso de C¨®rdova?), el mito del seductor tiene una diferencia esencial frente a los babosos tipo Oliver Stone o Harvey Weinstein y es que, en realidad, lo que les gusta no es el sexo con mujeres, sino la transgresi¨®n por y en s¨ª misma. Son verdaderos parientes del Don Juan de Byron y otros rom¨¢nticos burgueses fascinados por el mal. Unos tipos abnegados, en su condici¨®n de malvados profesionales, que no tienen m¨¢s remedio que rebelarse todo el santo d¨ªa, negar, insultar, hostigar, transgredir y dem¨¢s cualidades que actualmente exhiben al completo los artistas subvencionados y los ni?os antisistema.
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