L¨®pez Obrador y los empresarios
El elevado costo del silencio de los sectores m¨¢s pudientes de la sociedad puede no servir de nada
Uno de los debates soterrados, pero no menos trascendentes, en el M¨¦xico de L¨®pez Obrador consiste en la posici¨®n del empresariado mexicano frente al r¨¦gimen que se auto-denomina de la Cuarta Transformaci¨®n (4T). Sostuve hace pocos d¨ªas una discusi¨®n al respecto en Madrid con H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn, que entre otros presenci¨® Felipe Gonz¨¢lez, quien la sigui¨® con el inter¨¦s emanado de su larga experiencia tratando con empresarios de M¨¦xico. Resumo y desarrollo mi propia postura al respecto; Aguilar Cam¨ªn ha expuesto la suya en sus columnas en Milenio y, una vez no es costumbre, nuestros enfoques no concuerdan del todo.
Quienes siguen de cerca los acontecimientos recientes en M¨¦xico habr¨¢n notado que existe una contradicci¨®n sensible, si no es que flagrante, entre la posici¨®n p¨²blica de las organizaciones empresariales y sus principales personajes, y lo que uno esperar¨ªa de ellos frente a un gobierno considerado por s¨ª mismo, y por los magnates, como de izquierda. No solo no confrontan al gobierno, sino que subrayan, en recurrentes expresiones p¨²blicas, su disposici¨®n a cooperar, a apoyar y a invertir en el M¨¦xico nuevo de la 4T. Asisten a almuerzos en Palacio Nacional, solos o en grupo; L¨®pez Obrador acude a cenas en casas de algunos de quienes eran sus m¨¢s f¨¦rreos adversarios hasta hace muy poco. Los hombres y mujeres del dinero repiten hasta el cansancio que comparten las definiciones presidenciales contra la corrupci¨®n, la pobreza, la desigualdad y la violencia, as¨ª como aquellas en favor del Estado de derecho o la inclusi¨®n.
?Por qu¨¦ sorprende esta cercan¨ªa? L¨®pez Obrador ha hecho campa?a desde el a?o 2005 con un programa que ¨¦l cataloga como de izquierda. En el gobierno, aument¨® el salario m¨ªnimo 16% en todo el pa¨ªs, y 100% en la franja fronteriza. Cancel¨® la construcci¨®n del nuevo aeropuerto de la Ciudad de M¨¦xico, denuncia con frecuencia las pr¨¢cticas y la voracidad de los ricos, conservadores o ¡°fifis¡±. Ha buscado encarcelar a empresarios, abogados o funcionarios vinculados a negocios que involucraron a hombres de empresas en sexenios pasados. Aunque muchos analistas o intelectuales mexicanos ponen en duda el car¨¢cter de ¡°izquierda¡± del gobierno, esa discusi¨®n es ajena al sector de negocios. La ¨²nica excepci¨®n ante este consenso empresarial sobre la necesidad de llevar la fiesta en paz con el r¨¦gimen proviene de Gustavo de Hoyos, el dirigente de la COPARMEX. Se trata de la organizaci¨®n de las peque?as y medianas empresas del pa¨ªs, con una larga tradici¨®n de posiciones anti-priistas o contrarias a las posiciones de la izquierda tradicional.
La explicaci¨®n que ofrecen las personas del dinero y sus representantes sobre esta extra?a buena voluntad para con un proyecto contrario a sus inclinaciones ideol¨®gicas, y en algunos casos a sus intereses, es sencilla y para nada absurda. Trat¨¢ndose de un mandatario insular, sin ninguna experiencia de gobierno federal o legislativa, rodeado de colaboradores en el mejor de los casos inexpertos, y que no suelen contradecirlo, poder hablarle directamente con ¨¦l resulta invaluable. Pero siendo como es L¨®pez Obrador, piensan ellos, esa posibilidad se cancela si comienza una guerra de p¨²blica de palabras entre el empresariado y el presidente; simplemente dejar¨¢ de escucharlos. Lo mismo suceder¨¢ si el empresariado favorece a los partidos de oposici¨®n, a los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos, o a las organizaciones de la sociedad civil adversas al r¨¦gimen. L¨®pez Obrador tiene la piel muy delgada, piensan los magnates, y probablemente acierten. Adem¨¢s, dado el car¨¢cter concesionario de buena parte de las empresas mexicanas -telecomunicaciones, miner¨ªa, transporte-, a diferencia de las multinacionales que operan en el pa¨ªs, el riesgo de represalias no es despreciable. M¨¢s a¨²n, oponerse al gobierno de L¨®pez Obrador servir¨ªa de poco. La oposici¨®n se halla desarmada, debilitada y dividida. Mejor impedir da?os mayores, tratar de evitar errores garrafales, y en algunos casos aislados, convencer al presidente de encaminarse hacia decisiones correctas.
Este enfoque pierde de vista varias perspectivas. En primer lugar, omite el costo de oportunidad de la postura empresarial. No enfrentarse a AMLO; no apoyar a la cr¨ªtica o a la oposici¨®n; no aumentar el respaldo a la sociedad civil organizada; no discrepar del presidente en p¨²blico: todas estas omisiones dejan un vac¨ªo imposible de llenar en un pa¨ªs tan oligop¨®lico y tan desigual. Lo que el empresariado no haga, nadie m¨¢s lo hace.
En segundo lugar, el elevado costo del silencio de los sectores m¨¢s pudientes de la sociedad puede no servir de nada. No es de ninguna manera evidente que L¨®pez Obrador haga caso. Escucha con cordialidad, toma nota con cortes¨ªa, en contadas ocasiones atiende lo que se le dice. Pero a lo largo de los a?os ha mostrado m¨¢s bien una fuerte obcecaci¨®n ¨Co tenacidad, si se prefiere- en sus cometidos. Se aferra a sus prop¨®sitos, a sus ideas fijas, a sus ocurrencias. No de ahora, sino desde hace 20 a?os. Los empresarios pueden tener la impresi¨®n que oye lo que le dicen al o¨ªdo; la historia sugiere lo contrario.
En tercer lugar, para el resto de la sociedad mexicana, la cercan¨ªa entre las grandes empresas y la presidencia puede parecer, o desembocar en, una sensaci¨®n de desamparo. Si los m¨¢s fuertes y poderosos se pliegan, se callan y se resignan ?qui¨¦n soy yo para hacer lo contrario? Profesionistas, peque?os y medianos empresarios, activistas sociales de derechos humanos y de migrantes, intelectuales y periodistas, la iglesia y la comunidad internacional pueden llegar a sentir que est¨¢n solos si censuran o se enfrentan al gobierno, por las razones que fueran. Tendr¨ªan raz¨®n: sin el apoyo del empresariado, se van a encontrar solos.
Por ¨²ltimo, existe una fuerte dosis de hipocres¨ªa en esta postura empresarial. Las cifras econ¨®micas, las an¨¦cdotas, los informes de las empresas sugieren sin mayor riesgo de equivocarse que la inversi¨®n privada en M¨¦xico se halla paralizada desde hace m¨¢s de un a?o. Algunos sectores ¨Cla construcci¨®n- padecen este estancamiento m¨¢s que otros ¨Cla industria automotriz. Los capitanes de industria visitan al presidente, le prometen el oro y el moro, para despu¨¦s, con toda tranquilidad, dirigir sus inversiones hacia actividades fuera del pa¨ªs. Eso no es sano para nadie.
Existe una tercera v¨ªa. No est¨¢ bien vista por el empresariado, ya que contradice la cuarta v¨ªa: hacer las cosas a la mexicana, es decir, en p¨²blico ser conciliatorios con el gobierno, y en privado y en secreto apoyar ciertas causas opositoras. La tercera v¨ªa consiste justamente en lo contrario. Implicar¨ªa mantener la posici¨®n de entendimiento y cooperaci¨®n con L¨®pez Obrador, tanto en p¨²blico como en privado, pero al mismo tiempo apoyar abiertamente causas, organizaciones, medios de comunicaci¨®n e instituciones identificadas con la cr¨ªtica al gobierno. El apoyo debiera ser p¨²blico, pol¨ªtico, econ¨®mico y significativo. Ejemplos de destinatarios de dicho respaldo son los organismos aut¨®nomos creados a lo largo de los ¨²ltimos treinta a?os en M¨¦xico, y que han sido objeto de ataques virulentos por parte de L¨®pez Obrador; las organizaciones de la sociedad civil dedicadas a investigar y denunciar hechos de corrupci¨®n, pasada y presente, violaciones a los derechos humanos y estragos ambientales; peri¨®dicos y revistas anteriormente apoyados por sucesivos gobiernos (para bien y para mal), y que ahora pueden desaparecer; y universidades p¨²blicas y privadas amenazadas por los intentos de domesticaci¨®n oficiales. Sobran otros ejemplos.
Si L¨®pez Obrador acepta esta postura de doble carril, enhorabuena. Todo el mundo sale ganando. En caso de que AMLO rechace la compatibilidad de la cooperaci¨®n p¨²blica con el apoyo expl¨ªcito a la cr¨ªtica, la independencia o la oposici¨®n, ser¨¢ evidente para todos el tipo de r¨¦gimen del que se trata. A partir de all¨ª, cada quien podr¨¢ escoger el camino que m¨¢s le conviene, pero ya sin ilusiones. Estas ¨²ltimas, como se ha visto en otros pa¨ªses de la regi¨®n durante la historia reciente, son devastadoras.
Jorge G. Casta?eda fue canciller de M¨¦xico.
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