Hipatias
?Sobran fil¨®logas y fil¨®sofas, menos Hannah Arendt y m¨¢s 'madame' Curie!
Cuando traicion¨¦ mi destino manifiesto, el derecho, al matricularme en la Facultad de Filosof¨ªa, mi madre trataba de disuadirme: ¡°?Pero si a eso solo van ni?as!¡±. Lo que a¨²n me animaba m¨¢s. ?Solo ante el peligro femenino y sin competencia! Me ve¨ªa como ¨²nico gallo del gallinero, en aquella ¨¦poca inocente en que los usos estupradores de los que llevan cresta eran todav¨ªa ignorados. Despu¨¦s la realidad fue menos regocijante pero tambi¨¦n mereci¨® la pena. Siempre hubo varones suficientes en las aulas para que las chicas, aunque sobreabundantes, no me hicieran ni caso. En segundo de comunes suspend¨ª Lat¨ªn por soplar en el examen a la maciza oficial del curso, que ni antes ni despu¨¦s me hab¨ªa rozado la mano ni mirado m¨¢s que de lejos, como si fuera iran¨ª. Lo m¨ªo eran las monjas: con velos, tocas y todo, aunque aguerridas como nadie. Cuando hicimos pinitos revolucionarios, hubo tres o cuatro que nunca me fallaron. No daban arengas pero no ten¨ªan miedo... y adem¨¢s sab¨ªan lat¨ªn.
Ahora una de las propuestas de S¨¢nchez, ni siquiera la m¨¢s disparatada, propone regalar la matr¨ªcula del primer curso universitario a las chicas que elijan ciencias. Deben creer que los varones tenemos vocaci¨®n y por tanto somos insobornables, mientras que a ellas les da lo mismo con tal de ahorrar. ?Sobran fil¨®logas y fil¨®sofas, menos Hannah Arendt y m¨¢s madame Curie! Pero no es tan f¨¢cil dar gusto a los educadores de mujeres: en el siglo V, Hipatia (que algunos suponen virgen, como mis monjas) fue desollada viva por una turba de cristianos pedag¨®gicos, a pesar de que adem¨¢s de fil¨®sofa era matem¨¢tica y astr¨®noma. Reconozco que hemos mejorado desde entonces, porque ahora las cient¨ªficas salvan el pellejo. Que dure la tregua.
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