La guerra de Bin Salm¨¢n
Washington se?ala a Teher¨¢n tras el ataque con drones a los pozos saud¨ªes
Mohamed Bin Salm¨¢n, el impetuoso pr¨ªncipe heredero de Arabia Saud¨ª y aut¨¦ntico gobernante del reino del desierto, est¨¢ en horas bajas. La ¨²ltima prueba es el ataque por un enjambre de drones contra las instalaciones de extracci¨®n petrolera de Abqaiq y Khurais, que han dejado a la empresa saud¨ª Aramco sin la mitad de la producci¨®n. El Gobierno de Riad, uno de los mayores clientes de la industria armament¨ªstica mundial, se ha mostrado incapaz de defender la industria extractiva sobre las que se basa la riqueza del pa¨ªs en una guerra asim¨¦trica en la que se enfrenta directamente a la guerrilla Huthi, contra la que combate en Yemen, e indirectamente con su adversario estrat¨¦gico, el r¨¦gimen isl¨¢mico de Ir¨¢n.
La participaci¨®n de Arabia Saud¨ª en la guerra de Yemen desde 2015, origen del actual ataque, se debe ¨ªntegramente a Bin Salm¨¢n, en aquella fecha ministro de Defensa y segundo en la sucesi¨®n nombrado por su padre, el rey Salm¨¢n. La llegada de Bin Salm¨¢n al poder imprimi¨® un fuerte giro a la pol¨ªtica regional de su pa¨ªs, con la participaci¨®n en las guerras de Yemen y Siria, la ruptura y bloqueo comercial a Qatar, una extensa represi¨®n de la disidencia y de la oposici¨®n chi¨ª en su pa¨ªs y, sobre todo, la hostilidad abierta contra Ir¨¢n.
El poder inmenso del que goza Bin Salm¨¢n, despu¨¦s de eliminar a sus rivales dentro del clan familiar, no se debe tan solo a su padre, que ya lleg¨® al trono muy anciano y con limitadas capacidades, sino a la amistad de Donald Trump y especialmente la de su yerno Jared Kushner. Sin la bendici¨®n imperial del presidente, dif¨ªcilmente Bin Salm¨¢n habr¨ªa tenido manos libres para su activismo b¨¦lico y, sobre todo, su cruel persecuci¨®n de quienes se oponen a sus designios, como el periodista Jamal Khashoggi, descuartizado cumpliendo sus ¨®rdenes en el consulado saud¨ª en Estambul.
La tensi¨®n en el Golfo, que empez¨® con ataques a petroleros y ha culminado con un bombardeo de los pozos saud¨ªes, se debe directamente al giro en la pol¨ªtica de Washington, bajo la presi¨®n de Bin Salm¨¢n y tambi¨¦n de Netanyahu. Aunque no cabe descartar que el ataque sea de factura Huthi, cabe tambi¨¦n la directa intervenci¨®n de la Guardia Revolucionaria iran¨ª, al menos en el suministro de la tecnolog¨ªa. Teher¨¢n busca y combate a su rival estrat¨¦gico en toda la regi¨®n, sea Yemen, Siria, L¨ªbano o Irak, donde sus amigos se enfrentan a los amigos del enemigo com¨²n saud¨ª.
El origen estadounidense de las armas utilizadas por Riad y los ataques directos con drones estadounidenses contra insurgentes en Yemen autorizan un razonamiento sim¨¦trico desde Teher¨¢n. A fin de cuentas, el ataque a las plantas de Abqaiq y Khurais debe identificarse como un episodio m¨¢s de una guerra por procuraci¨®n en la que los iran¨ªes, sometidos al bloqueo petrolero dictado por Washington, han querido herir a Bin Salm¨¢n donde m¨¢s pod¨ªa dolerle, como son los yacimientos de la empresa nacional Aramco, justo en v¨ªsperas de la salida a Bolsa de un inicial 1% del capital, por valor de 20.000 millones de d¨®lares, planificada como la mayor oferta p¨²blica de acciones de la historia y pieza indispensable del plan Visi¨®n 2030 para cambiar la econom¨ªa y la sociedad saud¨ªes.
Bin Salm¨¢n est¨¢ perdiendo la guerra de Yemen, pero lo que es peor, bajo su batuta se ha incrementado la tensi¨®n en la regi¨®n entre dos reg¨ªmenes igualmente execrables, y se ha entrado en una zona de peligro que a todos asusta. Donald Trump, que le ha aupado en el poder y le ha animado en su aventurismo b¨¦lico, acompa?a la gesticulaci¨®n acusadora contra Teher¨¢n de la mayor de las prudencias a la hora de escoger las armas para responder al ataque, de momento exclusivamente econ¨®micas. Despu¨¦s de sembrar el desorden, Trump se enfrenta ahora con un riesgo de guerra que amenaza directamente sus pretensiones de renovar su presidencia en noviembre de 2020.
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